Destinada a amarte -
Capítulo 112
Capítulo 112:
Pov Valeria.
“Recomiendo reposo, y no tome alcohol o medicamentos sin antes saber la razón, solo puedo decir que es agotamiento, por el momento”, acota sosteniendo un maletín oscuro.
“Gracias, Doctor Valderrama”, dice Vlad.
“Siempre es un placer, me pareció raro que me llamaras a mí y no a Tom Gray”, comenta.
“Confío en usted”, reitera Vlad sin decir nada más.
El anciano me da un asentimiento y sale del salón de té. Suelto un resoplo haciendo ademán de levantarme.
“Estoy bien, Vlad, no quiero verte preocupado”.
“Eres mi cielo ¿Cómo no me voy a preocupar cuando se desploma en mis brazos sin más? No me pidas eso, porque es imposible”, reitera vehemente.
Dejo salir un suspiro asintiendo.
“¿Los oficiales…?”.
“Se han ido, pero, el detective a cargo está esperando afuera para saber si querrás demandar”, responde llamando mi atención. Aclaro mi garganta sentándome, él se apresura a colocarse a mí lado.
“No quiero saber nada de ellos, demandarlos sería tenerlos aún en mi vida, creo que tendrán suficiente condena con lo que han descubierto”, expreso con sinceridad.
“Tienes razón. Saldré a avisarle al detective Bree”, anuncia besando mi mejilla dulcemente para erizar mi piel.
“¿Y la detective Beltrán?”, pregunto arrugando mi cejo, ya que, ella es quien estaba a cargo del caso.
“La destituyeron, cambiaron su sede, esperemos la hayan enviado a Alaska y que esta vez… no tuve nada que ver”, expresa sorprendiéndome. Dejo salir un suspiro de alivio por eso, ya no estará para intentar jodernos de alguna manera.
“Sé que quizá ella fue la que te motivó a buscar ese…”.
“Me motivó a confiar en ti, ciegamente”, interrumpo y sus ojos intensos me observan. Le doy una sonrisa a la que él responde removiéndome las fibras de mi cuerpo.
Sale del lugar mostrándome su trasero redondo y apretado a su pantalón mientras que su espalda se nota grande y fornida. Remojo mis labios por el monumento de esposo que tengo.
De repente, las puertas se abren de nuevo y entran mis mellizos corriendo hacia mí. Los recibos en mis brazos besándolos.
“Te dormiste mami”, dice Anastasia.
“¿Eres la princesa durmiente?”, pregunta con ternura llamando mi atención.
“Podría ser ¿Quieres que lo sea?”.
Ella asiente sonriéndome.
“Bien, entonces eso también te hace a ti una princesa y a ti; un príncipe”.
“Quiero ser un príncipe y cabalgar a vaca”, menciona Anastasia.
Acaricio su cabello.
“Entonces lo serás “beso su mejilla.
“Señora Valeria, ¿Está todo bien? La noto un poco diferente”, comenta Ofelia llevándome a mirarle.
“Disculpe, eso fue muy desubicado de mi parte”.
“Tranquila, sí, todo está bien. Gracias, Ofelia”, menciono y ella asiente.
Aclaro mi garganta levantándome del sillón, Zayn me abraza pegando su mejilla de mi vientre. Arrugo mi cejo por eso.
“¿Sucede algo, amor?”, pregunto a mi pequeño.
“¿Te tragaste un bebé?”, suelta Zayn, abro los ojos de par en par y sonrío de manera nerviosa sin entender esa pregunta.
“Qué cosas dices…”, murmuro y recuerdo cómo Anastasia presintió el embarazo de Jade. Mi corazón late con fuerza.
“Nada mami”, responde Zayn apartándose para sonreírle a su hermanita, como si se leyeran el pensamiento.
‘Los Novikov me volverán loca’, pienso.
Miro a Ofelia quien parece también desconcertada. Vlad inesperadamente, aparece en el umbral con los ojos enrojecidos, pero, en sus comisuras hay una sonrisa.
“Tania despertó, mamá… despertó”, anuncia hacia mí y la emoción me invade.
Camino hacia él, pero también piensa lo mismo acercándose para abrazarme con fuerza levantándome del suelo. Busco sus labios para besarlo, él vuelve a abrazarme y escucho cómo los mellizos celebran detrás de nosotros sin entender muy bien.
“¡Qué emoción!”, digo con sinceridad.
Tenemos que visitarle”, comento y él asiente conmocionado. El verle feliz llena mi corazón a plenitud. Me quedo pensativa.
‘¿Y si realmente estoy embarazada? ¿Vlad lo querrá, se enojará conmigo?’, las preguntas me avasallan colocándome ansiosa.
Pov Jade.
Me quedo viendo las puertas metálicas, me abrazo a mí misma dejando salir un suspiro y me doy la vuelta. Supongo que no me ha escuchado, o quizá se terminó de ir ¿Le he asustado? Niego con la cabeza y paso mi antebrazo por mis ojos quitándome el rastro de las lágrimas.
“¡Espera, jade!”, exclama la voz cansada de Gideon. Giro y no le veo, arrugo mi cejo con desconcierto.
“¿Gideon?”, cuestiono acercándome al ascensor.
“¡Estoy aquí!”, repite.
“¿En mi consciencia? Porque no te veo”, digo y escucho su risa.
“Estaría en tu corazón en realidad, pero… no hablo de eso, es algo vergonzoso”, declara, muerdo mi labio y poso mis palmas de las puertas cerradas del ascensor, donde hace un momento bajó.
“¿Estás ahí dentro?”, pregunto.
“Sí, me quedé atascado intentando detener el ascensor, creo que lo he dañado”, manifiesta y eso me provoca ahora una carcajada.
“¡No te burles Harrison!”, replica.
“Está bien, está bien”, murmuro.
“¡No! Espera…”, mi corazón late con fuerza.
“Confírmame que he escuchado bien, ¿Estás embarazada, seremos…?
“Padres, sí. Lo estoy, aunque, ho sé de cuánto tiempo, quería que estuvieras presente cuando me hiciera la primera ecografía”, digo mordiendo mi labio.
“¿Te molestó eso, huirás?”, pregunto ante su silencio.
“Oh, Dios, Gideon ¿Has muerto? Creo que el oxígeno no es sufici…”.
“Estoy feliz, preciosa”, corta mis palabras con su voz ahora emotiva y me quedo conmocionada mirando el metal.
“Seré papá y posiblemente, el tuyo me mate”, dice, mis ojos se escuecen y niego con la cabeza.
“Hablaremos con él, su corazón se descongelará cuando sepa que será abuelo”, murmuro.
“Tenemos que casarnos, Harrison”, suelta de repente.
“No es obligado, y si tú no quieres…”.
“Obvio que quiero, estaría arrodillado al frente de ti en este momento, pero, ahora me siento ridículo pidiéndote que te cases conmigo mientras estoy atrapado en un ascensor”, menciona y abro mis ojos de par en par.
“¿Estás pidiéndome que me case contigo?”.
“Jade Harrrison, quiero que seas mi esposa y deseo formar una familia contigo porque no me veo con nadie más en mil años, que no sea contigo, ¿Aceptas?”, propone, mis latidos se intensifican, cubro mí boca con la mano por la impresión.
“¿Eso es un sí?”.
“Es un sí, Ford. Quiero ser tu esposa”, respondo y escucho cómo celebra dentro del ascensor, suelto una carcajada emocionada por eso.
“Creo que presioné el botón de emergencia, porque los bomberos tendrán que venir a apagar el incendio que voy a provocar contigo en cuanto salga de aquí”, menciona sonrojándome.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar