Destinada a amarte
Capítulo 111

Capítulo 111:

Pov Jade.

Miro mis ojos en el retrovisor, pero, comienzo a sentirme nerviosa, quizá miedosa de que esto asuste a Gideon ¿Y si él no quiere tener hijos? Nunca le pregunté eso… además, ¿Qué somos, si acaso somos una pareja que se ama a escondidas?

Llego al departamento de Gideon, presiono el botón con su nombre y pareciera que no estuviera. Veo la oportunidad de que una persona sale y me apresuro de entrar al edificio.

“Esperen aquí, si hubiera algún peligro, ustedes lo sabrían”, digo hacia los hombres que iban a seguirme.

Cierro la puerta y subo el ascensor a su piso.  Mi corazón late con más fuerza, pues, la última vez que me encontré con él para decirle sobre el embarazo, solo terminó en un revolcón porque no tuve las agallas o solo fueron sus ojos oscuros que me distrajeron.

‘Ese hombre es irresistible’.

Suspiro y salgo del ascensor, mis manos sudan y presiono el timbre de su puerta. Él no contesta y busco la llave de emergencia dentro de la maceta a un costado de la puerta. La tomo y abro la puerta.

Vislumbro el interior sin su presencia, resoplo y cierro la puerta detrás de mí esperándole.

Saco mi celular y le llamo. Estoy sufriendo un cuadro de ansiedad, tengo miedo de que lo que tenemos se joda. Él no me contesta y vuelvo a maldecir. Camino hacia el sillón, arrugo mi cejo al sentir algo debajo de mí. Sostengo un folleto y miro de qué trata… ¿Una clínica de vasectomía?

De repente, la puerta se abre, oculto el folleto de nuevo y me levanto de un salto para mirar al hombre que entra sudoroso quitándose los auriculares. Mis hormonas se alteran colocándome deseosa. Beso sus labios con intensidad.

“Hola, guapo”, menciono en su boca.

“Preciosa, ¿qué haces aquí?”, pregunta arrugando su cejo.

“¿Hay algún problema con que visite a mí…?”, corto mis palabras, al no saber qué somos en realidad.

Me aparto aclarando mi garganta.

“No hay ningún problema, pero, a tu padre quizá no le guste el que estés aquí. Seguramente los de seguridad de abajo le dirán”, expresa quitándose la camisa para mostrarme su torso bien trabajado y sudado.

‘Concéntrate’, trato de resistir y querer hablar, no todo es se%o.

“¿Sería un problema si se enterara?”, pregunto siguiéndole, rasco mi brazo buscando las palabras para poder saber qué es lo que quiere él, antes de lanzarme.

Él entra al baño y comienza a desnudarse. Lleno mis pulmones de aire, sus ojos me observan por encima de su hombro.

“Lo será si sabe que he estado teniendo se%o con su hija, lo sabes”, espeta y entra a la ducha abriéndola.

No puedo evitar ver su p$ne y muerdo mi labio.

“¿Quieres acompañarme, preciosa?”, propone jocoso.

“¿Hablar de qué?”, se enjabona metiendo su cabeza debajo del agua.

“Pensé que eso había quedado claro”, menciona para quitarse el jabón.

“Lo único que me queda claro es que te amo, Gideon. Pero nunca hemos hablado de lo que tenemos más allá de hacer el amor a escondidas de mi familia y el mundo”, espeto, él resopla saliendo de la ducha y se envuelve una toalla en la cadera ocultando mi espectáculo.

“Te amo, Jade y eres el amor de mi vida, pero… sabes que lo nuestro es complicado, porque lo que quisiera ser es tu esposo y el competir por ti contra  un p%to principe de la mafia es mi objetivo en este momento, mientras me gano la confianza de tu padre  para que no me mate a la primera de enterarse de lo nuestro”, manifiesta encarándome.

“¿Eso quiere decir que nos tenemos que esperar a que tengamos el valor para enfrentar a mi padre?”, pregunto algo enojada.

Él se queda en silencio mirándome. Hago ademán de irme algo decepcionada. Gideon me detiene sosteniendo mi mano y me atrae a su cuerpo abrazándome.

“Si tú me lo pides, lo enfrentaré, morir por ti siempre estuvo en mis planes y no quiero hacerlo sin antes intentar el reclamarte como la mujer que amo”, declara con intensidad tocando mis fibras sensibles.

Me aferro a su cuerpo enterrando mi rostro en su pecho.

“Pídemelo y lo tendrás”, murmura erizando mi piel.

Elevo mi rostro para mirarle con mi vista borrosa por mis lágrimas.

“¿Lo harías?”.

“Podría hacértelo recordar de otra manera”, agrega quitándose la toalla de la cadera.

Tomo una bocanada de aire al ver su p$ne erecto. Él me alza colocándome encima del lavamanos y presiona sus labios sobre los míos en un beso intenso, mientras sus manos juegan a desabrochar mi pantalón y bajar mi blusa para liberar mis pechos.

Inesperadamente, su celular suena. Se separa de mis labios gruñendo con molestia por interrumpirnos.

“El deber llama”, murmuro mordiendo mi labio.

“El rey irlandés, querrás decir”, espeta resoplando.

Se inclina sosteniendo la toalla y sale del baño para contestar la llamada.  Bajo del lavamanos mirando mi reflejo en el espejo, instintivamente poso mis manos sobre mi vientre inflamando un poco el abdomen.

“Tengo que irme…”.

La voz de Gideon me sobresalta, quito mis manos y me giro, él se está vistiendo.

“Bien, creo que debería irme”, digo aclarando mi garganta.

“Quédate un rato, para que no sospechen”, menciona y asiento con un resoplo.

Gideon besa mis labios rápidamente y termina de vestirse.

“¿Por qué tienes un folleto de una clínica para la vasectomía?”, pregunto, él se gira mirándome.

“Me lo entregaron, pero… llegué a pensar en esa posibilidad”.

“¿No quieres hijos?”.

“Sí quiero contigo preciosa, no es el momento…”.

Mis latidos están alterados, le sigo. Él pide el ascensor y cuando llega, entra sonriéndome como siempre. Mi pecho sube y baja en ansiedad.

“¡Estoy embarazada!”, exclamo en cuanto se van cerrando las puertas metálicas, sus ojos se abren de par en par al lograr escucharme e intenta detener el ascensor. Un sollozo sale de mí al liberar eso que quería decirle al amor de mi vida.

Pov Valeria.

Abro los ojos pestañeando, y lo primero que veo son los océanos de Vladimir, mirándome de forma preocupada. Aprieto mi entrecejo haciendo ademán de sentarme en lo que parece ser un sillón.

“Cielo, es mejor que permanezcas acostada”, menciona Vlad.

“¿Qué sucedió?”, pregunto mirándolos.  Hay un anciano con una bata de Doctor y un estetoscopio en el cuello.

“Te desmayaste, cielo”, responde Vlad, eso me desconcierta.

“Se descompensó, Señora Novikov. ¿Ha estado comiendo bien o ha estado bajo mucho estrés?”, inquiere el anciano.

Niego con la cabeza.

“¿Algún sobreesfuerzo?”, pregunta y lo único que se me cruza por la mente son los múltiples org%smos que me provoca mi esposo en medio de la madrugada, vuelvo a negar.

“Quizá no has dormido bien los últimos días”, comenta indagando.

Vlad me mira cuando el hombre insinúa eso.

“No es nada”, murmuro.

“Cielo, te llevaré a un hospital”, propone Vlad con seriedad.

“No es necesario…”.

“Lo es, podría ser algo más y no voy a permitir que te ocurra algo malo”, se rehúsa de manera intensa.

“Su esposo tiene razón, habría que realizarle una tomografía para descartar alguna razón”, expresa el hombre guardando sus cosas.

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