Destinada a amarte -
Capítulo 110
Capítulo 110:
“¿Y qué fue lo que provoqué?”, pregunto con desconcierto asomándome de detrás de Vlad,
“¡No te hagas la p%ta inocente!”, grita Marla, mi padre la detiene y Vlad aprieta sus puños.
“La policía vino a nuestra casa con una orden judicial para cateo, indicando tener pruebas para encarcelarnos por fraude, falsificación de documentos y lavado de activos, esto debe de ser un error, Valeria, nuestra empresa es nueva…”.
“No fue un error, es lo que sucedió. Tu hija y tú quisieron culparme de algo que no hice, les robaron a muchas personas y han puesto en peligro la compañía que mi abuelo y mi padre formaron con esfuerzo, la pregunta es; ¿por qué no están encarcelados?”, interrumpo encarando a mi padre, que se muestra confundido. Él niega con la cabeza.
“Eso no es cierto, Alice, dile… ¿Alice?”, suelta mi padre mirando a su hijastra. Ella respira con rabia mirándome.
“Ay, Fer, no te hagas el inocente, tú le robaste la compañía desde un principio a la ingenua de Genovesa, hicimos lo que teníamos que hacer para formar nuestra nueva compañía”, manifiesta Marla, mostrando su verdadero rostro a su esposo.
Mi padre; da un paso atrás mirando a quienes decidió tener de familia mientras a mí me desterraba con frialdad.
“¿Qu-qué hicieron? ¡¿Qué mi%rda hicieron?! La compañía está a mi nombre y el de Alice…”.
“Lo sabemos, pero, quien será encarcelada es Valeria, no nosotros. No podrán descubrir lo que hicimos”, dice con alevosía Alice y me da una sonrisa sardónica.
“Te equivocas completamente”, anuncia de repente, Vladimir.
“Sabía que vendrían a nuestro hogar e intentarían salirse con la suya, amenazar o quizá negociar… en este momento, los oficiales escucharon todo lo que dijeron”, anuncia mostrando su celular en una llamada que cuelga.
“¡Maldito!”, exclama Alice con los ojos llorosos. Mi padre la detiene.
“¡No empeores las cosas!”.
De repente, la policía abre la puerta y entran apuntando con sus armas a las personas al frente de nosotros. El miedo se le nota a Alice y a mi padre igual, mientras que Marla intenta escapar, pero la sujetan esposándola.
“Quedan arrestados; Señor Fer Morat, Señora Marla de Morat y Señorita Alice Morat”, menciona el policía.
“¡Valeria, no lo sabía, te lo juro!”, exclama mi padre llamando mi atención, en su rostro veo sinceridad, provocándome un nudo en la garganta.
“Perdóname mi niña, no quise que esto ocurriera, he sido el peor… necesito tu perdón”, suplica mientras forcejea con el oficial.
Mis ojos se escuecen, pues debajo de toda la mi%rda que fue conmigo, sigue siendo mi padre y todos los recuerdos de mi niñez me arremeten.
“¡Valeria!”, insiste.
“Cielo, si no quieres, no tienes que ver esto”, menciona Vlad acariciando mi brazo. Niego con la cabeza mirando a mi padre. Me acerco a él y le encaro.
“Te perdono, pero esto es lo que elegiste, las elegiste a ellas antes que a mí. Húndete junto con la familia que amas y a mí déjame en paz”, digo entre dientes y con la voz rota, mientras las lágrimas fugitivas se me deslizan por las mejillas.
“Hija…”, murmura Fer Morat sollozando para ser llevado a las afueras de la casa.
“¡Maldita, pagarás por esto!”, advierte Marla enfurecida mientras que, Alice sigue en estado traumático y no reacciona.
Vladimir se acerca a mí por la espalda abrazándome y termino hundiendo mi rostro en su pecho.
“Sé que duele”, menciona.
“Pero, a él no le importó cuando te esposaron y encarcelaron, no deberías de sentir dolor por algo que no se lo merece”, agrega, pero estoy muy conmocionada. Él me sujeta el rostro, un oficial intenta hablarnos y él se lo impide.
“Vladi…”, digo, pero mis palabras se cortan, mi cuerpo falla y pierdo fuerza, él me sujeta mirando preocupado.
“¡Cielo!”, escucho a lo lejos y todo se vuelve oscuro para mí.
Pov Jade.
Mi corazón late con fuerza y levanto la mirada hacia mis padres, quiénes están concentrados en el desayuno. Tomo una bocanada de aire y los ojos de mi madre de posan en mí.
“¿Qué sucede, cariño? No. has tocado la comida”, pregunta y abro los ojos.
“No te vayas a enfermar, tu boda será en unos días”, comenta mi padre.
“¿Es en serio, Brendan?”, espeta mi madre. Él encoge los hombros.
“Lo siento, solo… no tengo apetito”.
“¡No quiero casarme con él!”, exclamo y exploto finalmente.
Mi padre resopla y golpea sus manos sobre la mesa haciendo tintinear los cubiertos y copas.
“Jade, pensé que querías un buen esposo”.
“Sí, madre, pero, uno que amara. No amo a Nick Mayer”, replico hacia mi madre que se encuentra sorprendida.
“El amor crecerá dentro de matrimonio, siempre es así”, gruñe mi padre con seriedad.
Me levanto de un salto de la mesa llamando la atención de ambos.
“No es lo que quiero”, insisto firme.
“¿Casarte con un don nadie? ¿Ser un ama de casa común y corriente? Porque no naciste para ser eso”.
“Lo sé, papá. Nací para ser la princesa de la mafia irlandesa ¿Cierto?”, digo y sus ojos se abren de par en par.
“Lo hago para protegerlas a ambas”, dice entre dientes levantándose igual de la silla.
“No lo estás haciendo, vendiéndome al hijo de otro mafioso. Necesito que…”.
“¡Te he dado todo y te he protegido! ¡¿Qué más necesitas?!”, grita con imponencia.
Trago con dificultad sintiendo el escozor de mis ojos.
‘Otra vez no, tengo que dejar que las hormonas me controlen’ pienso tomando aire.
“Necesito que nos alejes de todo ese mundo, tú puedes pertenecer, pero yo… no quiero eso”, murmuro con la voz rota.
Mi padre resopla.
“Amor, Jade tiene razón, no le hemos dado la oportunidad de que escoja…”.
“Es nuestra hija, Alison, simplemente tiene que hacer lo que nosotros le digamos”.
Mi madre niega con la cabeza una sonrisa y acaricia el brazo de mi padre.
“No es así, somos sus padres, nuestro deber es ayudarla a crecer y que pueda decidir lo que quiere hacer con su vida. Si tenemos que crear otras alianzas dentro de la organización al romper el compromiso con los Mayer, lo haremos por nuestra hija. Brendan, no podemos repetir la misma historia de lo que hicieron nuestros padres con nosotros”.
“Pero nos amamos y tenemos una buena familia”.
“Tuvimos suerte, amor”, replica mi madre dejando pensativo a mi padre.
“¿Romperás el compromiso?”, pregunto. Los ojos fríos de mi padre me observan.
“Lo pensaré…”, no dejo que termine de hablar, rompo la distancia y corro hacia él abrazándole. Mis ojos se llenan de lágrimas.
“Gracias, papá ““murmuro y él acepta mi abrazo dejando salir un suspiro,
“Te estás aprovechando de que te amo”, gruñe algo molesto. Me aparto y le esbozo una sonrisa mientras él acaricia mi cabello.
“Tengo que irme”, suelto de repente.
“¿A dónde vas?”, pregunta mi madre.
Dejo un beso en la mejilla de mi padre y luego me acerco a ella.
“Hay algo que tengo que hacer”, menciono, besando su mejilla igual. Pienso en que debo decirle a Gideon que será padre.
“¡La seguridad!”, exclama mi padre.
“¡Y nada de evadirla!”, agrega mientras corro hacia la salida.
“¡No prometo nada!”, grito tomando las llaves de mi auto, muerdo mi labio y subo a él. Noto a los de seguridad verme y se apresuran en subir al suyo.
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