Destinada a amarte
Capítulo 108

Capítulo 108:

“Solo que, mi cumpleaños nunca ha sido importante ni celebrado, supongo que mi nacimiento…”.

“No digas eso, es muy importante y si antes no fue celebrado, quedó en el pasado. Iré a buscar algo que hicimos Anastasia y yo”, intervengo besándole antes de que se arrepienta.

Hago ademán de bajar de la cama y él me sostiene la mano deteniéndome. Le miro y sus ojos están brillosos.

“Gracias, cielo”, murmura arrugándome el corazón.

Asiento y termino de salir de la habitación luego de envolverme con la bata, bajo las escaleras y en cuanto veo la puerta del despacho a mi costado, detengo mis pies arrugando mi cejo.

La voz de Samantha diciendo, ‘encuentra el cuchillo y verás’, resuena en mi mente, niego con mi cabeza quitándome esa idea tonta.

Camino hacia la cocina, pero, a medio camino me devuelvo y re direcciono al despacho de Vlad.

Si él no tuviera nada que ver, no debería de haber algo como eso aquí. Empujo las puertas del despacho y miro a todos lados, sé que la caja fuerte podría estar detrás de un cuadro, suelen ser esos lugares.

Mi corazón late con fuerza y muevo uno de los inmensos cuadros. Encontrándola rápidamente.

‘Claro, no te sabes la clave’, pienso tontamente sonriendo.

Sostengo el cuadro en mis manos para volverlo a su lugar y este, se me resbala de las manos, una astilla queda en mi dedo y doy un gritito suave por eso.

“Mi%rda”, murmuro para mí, quejándome.

“Cielo… ¿Qué estás buscando aquí?”, pregunta de repente Vlad. Giro mi rostro a las puertas para encontrarlo parado con el chándal y mirándome en la oscuridad. Mis latidos se aceleran y maldigo en mi interior.

Mis pulsaciones estallan como si me hubieran atrapado cometiendo un crimen, y es que ¿Realmente lo era? Estoy haciéndole parecer que no confío en él cuando es todo lo contrario, simplemente necesito saber la verdad, lo que está ocultándome. ¿Y si me estoy equivocando?

“Vladimir…”.

“¿Qué estabas buscando? Puedo ayudarte si así lo deseas”, interviene y termina de adentrarse al despacho, está descalzo y su torso desnudo me deja ver sus abdominales y las cicatrices que se posan en su piel. Aún en la oscuridad se ve monumental y también evoca las emociones en mí.

Remojo mis labios.

“Quiero que saber si tienes oculto algo aquí; algo importante”, digo finalmente con los latidos de mi corazón casi estallando en mi interior.

Él clava sus ojos oscuros en mí y ladea una sonrisa que eriza mi piel.

“¿Qué tengo que hacer para…?”

“Dime la verdad ¿Tienes el cuchillo de Akim?”, espeto interrumpiéndole. Vlad me mira en conmoción, está sorprendido por mi pregunta, pero, no del todo.

“Necesito la verdad”, insisto.

“¿Y qué harás si resulta así, huirás de mi lado pensando que le he asesinado?”, su pregunta suena tosca hasta dolorosa.

Arrugo mi cejo.

“Sabes bien que no soy capaz de huir de tu lado”, digo tragando con dificultad.

Él abre sus ojos de par en par y luego suelta un resoplido como derrotado.

“La contraseña es el día de nuestra boda”, anuncia y doy un paso atrás”. Sí, soy algo cursi”, agrega rascándose la nuca.

Muerdo mi labio dejando salir un suspiro.

“Adoro que lo seas”, declaro dándome la vuelta para mirar el tablero de la caja fuerte, marco la fecha recordándola a la perfección, pues… esa fecha cambió mi vida por completo.

La luz verde aparece aprobando la contraseña, sostengo la manija y abro la caja fuerte, cierro los ojos un instante y luego miro el interior encontrándome con varios fajos de dinero, documentos quizá importantes, pero, lo que llama mi atención es una de mis tangas… la de la limusina.

La sostengo en mi mano y se la enseño. Él esboza una sonrisa er%tica.

“Es mi favorita, porque es de la primera vez que… estuve dentro de ti”, manifiesta y tomo una bocanada de aire, mis mejillas arden de sonrojes al recordar esa noche en la limusina.

“Vladimir, quiero acabar con todos los misterios, pensé que había logrado eso contigo”, me vuelvo a la caja fuerte y cuando meto la tanga, mi mano tropieza con una tela que envuelve algo duro de metal.

Mis latidos se intensifican y lo tomo en mi mano descubriendo el cuchillo en su interior, sostengo el mango y noto la escritura de las iniciales talladas de Akim Baker.

“Lo siento… tanto, cielo”, escucho a Vladimir a mi espalda, su voz casi rota me hace sentir el miedo que tiene a mi reacción al descubrir algo que podría incriminarle de por vida.

“Dime qué sucedió y por qué la tienes”, murmuro.

“Te escucho, grandote”, declaro en insistencia clavando mis ojos en el filo del cuchillo. Él se queda en silencio un instante que se siente una eternidad.

“Pacté con Akim para negociar el contenido que tenía de ti; videos y fotografías que te comprometían, dije que haría lo que fuera para protegerte y en cuanto terminé de negociar y borré todo rastro de eso… o eso pensaba”, hace una pausa dejando salir una risa escasa de humor, casi decepcionante.

“La cuestión es que, mi%rda, aun no entiendo lo que sucedió. Había acordado darle la p%ta discografía, me daba igual tener que regalársela mientras nos dejara en paz y estuviera alejado de ti. Pero, algo estaba jodido dentro de él, no quiso terminar de negociar, quería verme hundido y pensó ingeniosamente que su muerte lo haría. En este momento, pienso que lo ha logrado”, agrega junto a un resoplido.

Arrugo mi cejo.

“¿Él se quitó la vida para… inculparte?”, cuestiono desconcertada.

“Con ese cuchillo le arrebató el arma a Dante, y con el arma de él, decidió hacerlo”.

“Pero, ¿El arma no tendría el registro o las huellas de Dante?”, arrugo mi cejo queriendo entender.

“Él usa guantes que no dejan marcas, y las armas que usa Dante no tienen registro. Sabe cuidarse las espaldas y le agradezco por eso”, responde.

“¿Confías en él?”.

“Sí, pues él hubiera dado su vida si Akim en vez de dispararse habría decido dispararme…”.

“Es suficiente”, intervengo, no deseo escuchar nada más.

“Entenderé si deseas irte y entregar ese cuchillo a la policía”, expresa, cosa que me acojona. Vuelvo a dejar el cuchillo en la caja fuerte cubierto por la tela, cierro la compuerta de metal y me aparto de la pared girándome para encarar a Vladimir quien me observa con sorpresa.

“¿Qué cuchillo?”, inquiero fingiendo demencia.

“Cielo”.

“Si un artefacto el cual no fue usado para cometer algún crimen, solo te inculparía para separarte de mí, créeme que, haré todo lo que esté en mi disposición para que permanezca oculto en ese lugar”, digo.

“Porque, Vladimir; tú y yo tenemos muchos años qué vivir junto a los mellizos y el error de una persona mal intencionada no hará que pierda esos años a tu lado”, manifiesto y su rostro se coloca  como un poema, el asombro no cabe en su rostro y me duele de alguna manera que se sorprenda.

Pues, tiene poca confianza en sí mismo.

“¿Estás segura de esto, no te arrepentirás luego…?”, pregunta y rompo la distancia para acercarme a él, coloco mi mano en su mejilla acariciando la sombra de barba de días; un poco rasposa, pero me hace cosquillas que me gustan.

“Quiero que recuerdes en este momento, una de las condiciones que me diste para aceptar casarte conmigo”, propongo.

“Serás mía en todos los sentidos”“, cita con simpleza, como si siempre lo tuviera presente.

“¿Lo soy? De lo contrario tendría que divorciarme…”.

“Eso lo tienes que responder tú, cielo ¿Eres mía en todos los sentidos?”.

Mis ojos se quedan hipnotizados con los de él mientras una presión en mi vientre se coloca más fuerte.

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