Destinada a amarte -
Capítulo 104
Capítulo 104:
“Bien, tenemos que pedir las mejores fresas, es la fruta favorita de tu papá”.
Ella sostiene mi mano y nos adentramos a la casa.
Cuando llevamos gran parte del pastel hecho y en el horno, me pongo a limpiar el rostro de mi hija que se llenó de merengue. Ella ríe llenándome el alma con sus travesuras.
“¿Le gustará el pastel?”, pregunta llamando mi atención,
“Lo adorará, porque lo hizo su princesa”, digo y beso sus mejillas, Ofelia aparece en umbral de la cocina.
“La Señorita Harrison está aquí”, anuncia y me sorprende ver a jade entrara la cocina con una peluca de colores y caminando por su cuenta.
Bajo a Anastasia de la encimera y Jade termina de llegar hacia nosotras para abrazarnos.
“¿Y esa peluca… colorida?”.
“Estoy de incognito, hui de los escoltas y de mi padre”, responde encogiendo sus hombros.
“Con eso no pasarás desapercibida ¿Lo sabes? Era lo único que tenía y resultó ser de mi disfraz de payasita, seguramente a Anastasia le gusta ¿Cierto, hermosa?”, pregunta hacia Ana.
“Es graciosa”, dice con dulzura riéndose de mi amiga. Jade resopla por eso.
“¿Todo bien? Te noto extraña”, entorno mis ojos hacia ella. Jade desvía la mirada.
“¿Yo, extraña? Nada que ver, estoy normal”, murmura aclarando su garganta.
“¿Están horneando pastel de vainilla?”, cuestiona de repente olisqueando como un sabueso.
“Sí y con…”.
“¿Fresas?”, interrumpe adivinando. Le muestro el tazón que estaba detrás de mí oculto, para que tome algunas.
“Quiero hacer sentir bien a Vlad, han sido días duros”, menciono a lo que ella, coge una fresa y la muerde como si nunca la hubiera probado.
“Ya, en serio, dime qué tienes Jade Harrison, estás actuando extraño”, insisto mirándola. Resopla rodando los ojos.
“Mi padre está planeando la boda del año a la cual no pienso asistir, a menos que me sede y me lleve dormida al altar”, comenta.
“Es mejor que seas sincera con él.
Sus ojos se abren de par en par.
“¿Y que mate a Gideon? Ni pensarlo”.
“¿Estás enamorada de él?”, ella desvía la mirada y luego me sonríe.
“Completamente y perdidamente enamorada”, dice con un suspiro.
“Pero, no puedo”.
“Solo es un padre sobreprotector, no es como si fuera un mafioso o algo por el estilo”.
Me mira con sobresalto y se mete rápidamente una fresa a su boca evitando hablar.
“Jade, algo no me estás contando”, digo encarándola.
“Mi… papá es un mafioso”, habla con dificultad con la fruta a medio masticar. Arrugo mi cejo sin entenderla. Traga primero. Ella lo hace y toma una bocanada de aire.
“Mi papá es un mafioso y eso quiere decir, que soy la hija de uno, por eso me está casando con otro hijo de un mafioso en un negocio…”, habla rápidamente dejándome atónita.
“…que bien se siente hablar de eso”. Abro los ojos con asombro, pues, nunca hubiera pensado eso ni por todo el dinero que profesa la familia Harrison.
“Mami ¿Qué es un ‘mafioso’?”, pregunta Anastasia.
“Una persona muy mala”, respondo y Jade me mira.
“¿Su papá es una persona mala?”.
“No… Brendan nunca sería una persona mala, él es diferente”, respondo recordando cómo me acogió en su familia como una más y nunca mostró una mala cara conmigo.
“Gracias”, murmura Jade, sostengo su mano.
“Tenemos que convencer a tu padre para que no te Case con nadie”, digo llamando su atención.
Anastasia de repente, se acerca a Jade abrazándola mientras pega su mejilla de su vientre. Ambas nos quedamos consternadas ante ese acto dulce de mi pequeña. Jade quizá esté a punto de llorar.
“Me está abrazando”, dice Jade con la voz rota.
“¿Crees que soy buena con los niños?”, pregunta hacia mí.
“Eres la mejor, Zayn te ama y Anastasia también lo hará”, declaro.
“Anastasia, a partir de ahora, seré tu tía preferida”, dice con mucha seguridad jade haciéndome sonreír.
“Ya tengo tía favorita”, espeta mi pequeña alejándose.
“Es igual que Vladimir, un témpano de hielo y ha atravesado mi corazón”, declara Jade haciendo puchero. Niego con la cabeza mientras rio.
“¿Cuándo puedo conocer a bebé?”, pregunta de repente Anastasia deteniendo mi risa, abro los ojos mirando a Jade.
“¿Bebé? ¿De qué hablas pequeña?”, dice nerviosa.
“El que está aquí”, señala con su manita el vientre de Jade.
Mi corazón palpita con fuerza admirando el rostro de mi amiga, recuerdo cómo olfateó el pastel y se comió la frutilla. Ella posa su mano en sobre su abdomen y sus ojos se cristaliza.
“Por eso me he sentido extraña, me hice una prueba y salió positiva, pero pensé que quizá era un error”, murmura con la voz rota, muy conmocionada.
“Dicen que los niños pueden sentirlo o presentirlo, pero, podrás confirmarlo por completo con una ecografía… Jade, estás embarazada ¡Serás mamá!”, digo emocionada y no puedo evitar sentir el nudo en mi garganta.
“Seré mamá…”, dice y rompe a llorar. Me acerco a ella abrazándola.
“Y serás la mejor, de eso no tengo duda”, reitero con mis ojos humedecidos.
“¿Por qué lloran mamá?”, cuestiona Anastasia mirándonos y la miramos.
“Lloramos de felicidad, cariño”, comento invitándola a unirse al abrazo.
Pov Gideon.
Un día antes…
Llego a la dirección que me indica Brendan, y veo el auto de Vladimir alejarse del lugar, arrugo mi cejo por eso y entro luego de que los demás hombres de seguridad me lo permitan.
Detengo mis pies al ver a una mujer colgada de brazos en medio del galpón. Es de cabello oscuro y tiene la cabeza agacha.
“Gideon, que bueno el que hayas llegado, acércate muchacho”, aclama Brendan girándose para verme. Asiento y me acerco, noto una bandeja con instrumentos quirúrgicos que me desconcierta.
‘¿Quién es esta mujer?’ me cuestiono.
“Seguro te estarás preguntando por qué te cité aquí ¿Cierto?”, insinúa.
“Sí, Señor”.
“Bien, lo que ocurre es que quería que estuvieras presente cuando le saquemos el riñón a esta mujer, quién quiso sacárselo a mi hija”, manifiesta y la mujer levanta la cabeza, está golpeada y mira con miedo hacia mí… ¿Hannah Taylor?
“Sí, mis hombres tuvieron que poner un poco de presión para que hiciera silencio, tiene buenos pulmones con eso de que es cantante”, espeta Brendan burlándose de ella.
Hannah mira con pánico y comienza a mover las piernas buscando zafarse, pero es imposible. He visto trabajar muchas veces al Señor Harrison, nunca ha dado un paso atrás en cuanto a infringir dolor a quiénes lo han merecido y esta mujer, se metió con lo más preciado del jefe de la mafia irlandesa.
“ Comenzamos?”, me pregunta llamando mi atención.
“¿Quieres que lo haga?”, cuestiono.
“Que amable en el ofrecerte, pero, no deseo que te manches las manos… un buen Doctor lo hará, claro, sin anestesia. Necesito escuchar los gritos que ella pensaba infringirle a mi hija ¿Cierto Señorita Taylor?”.
“¡No, yo no quería! ¡Aléjese de mí!”, grita con miedo en cuanto un hombre con bata blanca se acerca a ella, junto con la mesa de instrumentos quirúrgicos.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar