Después de la tormenta -
Capítulo 33
Capítulo 33:
Sin dar cabida a explicaciones sobre su desaparición, va directo al punto: Thompson Group ahora será parte de conglomerados Kramer.
Su anuncio provoca un murmullo entre los directivos, pero Alexander no está allí para pedir opiniones, sino para establecer el nuevo orden.
Ante la firmeza de su discurso, nadie se atreve a abandonar la sala.
Alexander concluye que Harris y su padre seguirán al frente de la empresa, una decisión que despierta murmullos y una pregunta de Martins, quien se interesa por el motivo de que Alexander no retome las riendas. Alexander le mira directamente y, con una sonrisa tranquila, está listo para responder.
Mientras tanto, en mi oficina…
“Y yo te amo, mi vida”, susurra Alexander con una sonrisa traviesa.
“Ahora vete rápido, para que cuando estemos en casa, te pueda dar más de esos besos”. Su juego me hace reír y negar.
“No juegues conmigo, Alexander”, le digo.
Alexander solo se ríe con esa picardía que lo caracteriza y me insta a irme para no llegar tarde a mi cena con Ángela y Sara.
Nos decimos te amo y salgo de la oficina con una sonrisa en el rostro.
En el departamento de ventas, me encuentro con Cristhian parado en la puerta de lo que fue su oficina y ahora pertenece a Sara.
“Hola”, le saludo, sacándolo de sus pensamientos.
“¿Qué haces?”
Él sonríe nostálgicamente y murmura que solo estaba recordando.
Dentro de la oficina, Cristhian se sienta en su antigua silla y recuerda el día en que llegué a la empresa, el inicio de todo. Revela que desde ese momento mi vida y la suya quedaron ligadas, y me asegura que nunca se arrepentirá de lo que ha hecho por mí y que siempre me amará en todas las formas posibles.
Cristhian comparte su decisión de irse después de que todo termine para encontrar su propia felicidad.
Mis ojos se llenan de lágrimas al escucharlo. Sin palabras, me levanto, lo abrazo y beso su sien.
“Yo también quiero que seas feliz, mi querido Cristhian”, sollozo.
“Te amo con todas las fuerzas de mi corazón y deseo que encuentres a alguien que te ame como te lo mereces”.
A pesar del dolor de saber que se alejará, no puedo ser egoísta. Cristhian ha sido mi apoyo incondicional, y aunque duele dejarlo ir, entiendo que debe hacer su vida. Le hago saber que si decide volver, lo recibiré con los brazos abiertos, porque siempre tendrá un lugar importante en mi vida.
“Te amo, mi hermano, mi amigo… mi querido Aquaman”, le digo con todo el cariño que guardo en mi ser.
POV ANNA KALTHOFF
Las risas y las ocurrencias de Sara y Ángela no han logrado disipar la sombra de la conversación que tuve con Cristhian.
Desde que salí de su oficina, sus palabras han estado resonando en mi mente, y una opresión agobiante se ha instalado en mi pecho, impidiéndome disfrutar plenamente de la reunión con mis amigas.
No logro comprender del todo este torbellino de emociones que me asalta. Y justo cuando su mensaje de texto llega a mi móvil, la inquietud se intensifica.
“Ven con urgencia a la oficina”, me escribe.
Con una disculpa apresurada, me despido de Sara y Ángela y salgo del restaurante.
Antes de subir a mi coche, intento llamar a Cristhian, pero solo consigo que me redirija al buzón de voz tras dos tonos. Insisto varias veces, pero el resultado es el mismo. La ansiedad se apodera de mí, y la preocupación se mezcla con un nerviosismo paralizante. La opresión en mi pecho se hace más fuerte, y siento que me falta el aire.
Conduzco a toda prisa por las calles de Nueva York hacia el edificio de Thompson Group. Después de varios intentos fallidos de contactar a Cristhian, decido llamar a Alexander. Su voz suena al segundo timbre:
“¿Dime, mi vida, estás ansiosa por verme?”
Ignoro su comentario y pregunto directamente si sigue en la empresa.
“No, estoy en casa, esperándote”, responde, y su tono cambia al percibir mi desesperación.
“¿Qué sucede, Anna?”
Le explico la situación con Cristhian y cómo no he obtenido respuesta a mis llamadas.
“No”, dice él.
“Salí de la empresa después de que te fuiste. Cristhian me dijo que se quedaría trabajando hasta tarde”
Le informo que voy hacia la empresa para buscar a Cristhian y averiguar qué sucede.
“Yo también voy”, me dice Alexander.
“Nos vemos allá”
Mientras tanto, horas antes, Miranda Bauer se regodea en su venganza.
Pensaban que la habían derrotado, pero ella ha vuelto con más rencor que nunca. Conocedora de cada rincón del edificio por su tiempo trabajado allí, ha estado vigilando y sabe que Alexander y yo solemos ir a la casa de los padres de él, mientras Cristhian se queda solo en la oficina hasta tarde. Se ha escondido en las instalaciones subterráneas de Thompson Group, en un lugar que nadie sospecharía.
Miranda espera el momento oportuno, escondida en uno de los archiveros de la oficina. Cuando finalmente salgo del edificio con mis amigas, ella ve su oportunidad.
Las luces del departamento se apagan, dejando solo iluminada la oficina de Cristhian.
Espera pacientemente hasta que él se dirige a la cafetería y entonces ella actúa. Entra en la oficina de Cristhian y vierte una droga en su vaso de whisky.
‘Yo se lo advertí’, piensa.
‘Le dije que pagaría caro lo que me hizo’
Después de un rato, Cristhian regresa, bebe del whisky y pronto comienza a sentir los efectos de la droga. Se tambalea y cae al suelo, confundido y debilitado. Miranda sale de su escondite y se acerca a él. Se agacha, agarra su cabello y levanta su rostro.
Él intenta resistirse, pero la droga lo ha debilitado demasiado. Miranda lame su mejilla con desprecio y, con un cuchillo en mano, lo apuñala en la espalda.
El sonido del metal cortando la carne y el hueso es una melodía macabra para ella. Cristhian gruñe de dolor mientras la sangre comienza a empapar su ropa. Miranda ha ejecutado su venganza, y ahora solo queda ver las consecuencias de este acto atroz.
Cristhian se retuerce y continúa arrastrándose por el suelo hasta que cae boca abajo sobre la alfombra y deja de moverse.
Miranda, con una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro, sabe que aún no es el momento de acabar con él.
Verifica que esté inconsciente con una patada y se dirige a su escritorio para tomar su teléfono móvil. Con la huella del propio Cristhian, desbloquea el dispositivo y busca mi contacto para enviarme un mensaje urgente, instándome a acudir a la oficina.
Mientras tanto, llego a un estacionamiento vacío, donde solo se encuentra el coche de Cristhian. Tras estacionar, intento llamarlo otra vez, pero sigue sin responder. Tomo el ascensor hacia el piso de ventas y me recibe una oscuridad solo interrumpida por luces de emergencia y la iluminación exterior.
Llamo a Cristhian en voz alta sin obtener respuesta y, guiada por el sonido de su tono de llamada, encuentro su teléfono en la sala de juntas. Corto la llamada y grito su nombre, pero el silencio es absoluto.
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