Después de la tormenta -
Capítulo 29
Capítulo 29:
Después de ese último abrazo, me levanto y le pido a Mia que se porte bien con Hans y su familia, recordándole cuánto la amamos y que todo lo que hacemos es por ella. Aunque no entienda completamente la situación, algún día lo hará.
Me despido de Hans con gratitud y me preparo para lo que viene, con la esperanza de que nuestra valentía y amor nos guíen hacia un futuro mejor.
POV ALEXANDER THOMPSON
Me quedo viéndola por un buen rato, sumida en sus pensamientos frente al enorme ventanal, iluminada apenas por las luces del exterior.
Quizá esté recordando los momentos desagradables vividos en este departamento con su exesposo, donde comenzó su calvario y donde fue violada por orden de Miranda.
Me reprocho a mí mismo por haber sido tan ciego y no haber visto la verdadera naturaleza de Miranda, permitiendo que cometiera atrocidades bajo mi propio techo.
‘¡Idiota!’, pienso.
‘Un pendejo al que Miranda le vio la cara durante mucho tiempo, eso es lo que fui’.
Me acerco a ella lo más silenciosamente posible, pero cuando estoy a solo unos pasos, se gira y me ve. Me sonríe levemente y palmotea el colchón, invitándome a sentarme a su lado. Obedezco, la atraigo hacia mi pecho y la abrazo.
“¿En qué estabas pensando, mi vida?”, le pregunto mientras deposito un beso en su sien.
Ella entrelaza sus dedos con los míos y tras un suspiro, murmura que ha estado pensando en todo lo que hemos pasado y en cómo nuestras vidas cambiarán después de lo que estamos a punto de hacer.
“Ya verás que para bien”, le digo, aunque nos quedamos en silencio, disfrutando del calor de nuestro abrazo.
Le aseguro mi amor con la inocencia de un adolescente, y ella gira su rostro buscando mis labios. Nos besamos con una lentitud que saborea cada instante, y mis manos comienzan a explorar su cuerpo con delicadeza.
Ella se sienta a horcajadas sobre mí, y sus besos descienden por mi cuello mientras susurra su antiguo sueño de felicidad y una gran familia que nunca se materializó con Roddy.
Escucho atentamente mientras habla de nuestros inicios y de nuestra hija, por la cual daríamos la vida.
A su pregunta de si aún deseo tener muchos hijos y una vida llena de felicidad a su lado, respondo sin dudar que sí.
Revelo que le prometí a Mia cinco hermanitos, lo que nos hace reír.
Ella pide que esta noche nos olvidemos de todo, que solo existamos nosotros dos y nuestro amor. Le respondo con un beso apasionado y nos entregamos el uno al otro, en un acto de amor que parece querer detener el tiempo y el mundo entero.
Después de una noche de pasión, Anna me pide que la deje sola frente a la tumba de Luka.
A regañadientes, Cristhian y yo accedemos.
Antes de irme, le digo:
“Cualquier cosa, nos avisas”.
Ella asiente y me insta a marcharme.
Ella queda sola en aquel lugar tranquilo, acariciando la dedicatoria a la memoria de Luka. A pesar de los nervios que siente al escuchar unos ruidos extraños, trata de enfocarse en los recuerdos de la noche anterior llena de amor y olvido junto a Alexander.
Pero la realidad vuelve a golpear cuando las noticias revelan que Alexander, el empresario neoyorquino dado por muerto hace tres años, ha sido visto vivo en Múnich, acompañado por ella y Cristhian.
La noticia de que Alexander estaba vivo había causado un revuelo mundial, convirtiéndose en el tema de conversación de todos los medios informativos.
Alex y Cristhian estaban seguros de que Miranda y Miller, al enterarse, no tardarían en aparecer para intentar sus maquinaciones.
Pero antes de partir, había algo que tenía que hacer: pedir perdón a la memoria de Luka. Con lágrimas en los ojos, susurré disculpas a su tumba, esperando que desde el cielo pudiera algún día perdonarme.
Mientras me perdía en estos pensamientos, una voz familiar me sacó de mi ensimismamiento.
Era Edward Miller, quien se acercó sigilosamente y me atacó.
Pero no estaba indefensa; la preparación que había recibido de Klaus me permitió defenderme.
Con una pequeña navaja suiza que llevaba en el bolsillo, logré herir a Miller y liberarme de su agarre.
La situación se tornó violenta rápidamente.
Miller, herido y furioso, prometió que pagaría caro por mi acción.
Pero yo no podía evitar sentir una satisfacción desquiciada al ver que nuestro plan estaba funcionando.
En medio de su dolor y sus amenazas, no se percató de la presencia de Alexander, quien se acercó por detrás y lo golpeó en la cabeza con una llave ajustable.
Antes de que Miller pudiera reaccionar, Alexander lo asfixió con una bolsa hasta que cayó de rodillas, inconsciente.
Con la llegada del crepúsculo, Cristhian apareció en un coche y juntos metimos a Miller en el baúl.
Me encargué de limpiar cualquier rastro de sangre y recogí los dientes que Miller había perdido.
Todo había salido como lo planeamos.
Miller había caído en la trampa que habíamos preparado desde que les revelé que estaba con ellos.
Klaus y sus compañeros habían seguido a Miller desde Nueva York hasta Alemania.
Con la ayuda de un periodista amigo de mi padre, habíamos difundido la noticia de la supuesta muerte de Alexander para atraer a Miller. Todo el mundo, desde el piloto del jet privado hasta el hombre que le alquiló el coche en Múnich, había sido sobornado por nosotros.
Después de asegurarme de que no quedaba nada que nos incriminara, abracé a Cristhian y luego a Alex, quien preocupado por mi bienestar, me revisó y me besó suavemente.
“Falta poco, mi vida”, me dijo.
“Solo tenemos que tener un poco más de paciencia. Miller está en nuestras manos, y pronto encontraremos a Miranda y esta pesadilla terminará”.
Con un suspiro de alivio, me subí al auto junto a ellos y nos alejamos del cementerio, dirigiéndonos a la bodega donde años atrás habíamos hecho justicia con Roddy.
Todo lo que habíamos sufrido estaba a punto de terminar, y la esperanza de un futuro pacífico y feliz estaba cada vez más cerca.
POV ALEXANDER THOMPSON
Enredo mis dedos en su mata de cabello dorado y alzo su rostro desfigurado para que pueda mirarme directamente.
Está lleno de magullones, con el labio partido y un ojo hinchado hasta el punto de casi no poder mantenerse en pie.
Si no estuviera amarrado de las muñecas, suspendido de una de las vigas del techo, probablemente ya hubiera desfallecido.
La parte inferior de su camisa azul celeste está teñida de rojo por la sangre que supura de la herida que Anna le infligió.
“Era tu amigo, maldito hijo de p%rra”, le rujo con ira.
“Y ella es tu prima. ¿Cómo pudiste meterte con ella? Eres un maldito enfermo”.
Miller responde con una risa que resta importancia a mis palabras y me escupe sangre, diciendo:
“¡Púdrete, hijo de p%ta!”
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