Desafiando el corazón
Capítulo 51

Capítulo 51:

“No te preocupes, estaré bien”, respondió Naomi y se estiró para besar los labios rígidos de su esposo.

Marco estaba preocupado por ella y no lo podía ocultar.

“Regresa completo, ¿Quieres?”

“Te amo”, dijo Marco en un susurro y acarició tiernamente los labios de su esposa, apenas con un roce tierno y delicado que despertó a las mariposas dentro del estómago de Naomi, haciéndolas revolotear con fuerza.

“Te amo, guapo”,

Agregó Naomi besando la mejilla de su esposo antes de que este rodeara el auto para poder entrar.

Hizo rugir el motor y vio por el retrovisor como su esposa se volvía más lejana.

Cuando puso atención en el camino, notó que todos en el vehículo guardaban silencio y lo veían con curiosidad, especialmente Lorena, quien lo conocía de más tiempo.

“Entonces… ¿Casado?”, preguntó la antigua sirvienta con los ojos bien abiertos.

“¿Qué pasa? ¿No tengo derecho a ser feliz y enamorarme?”

“¿La secuestraste? ¿Cómo lograste que se enamorara de alguien como tú?”

Aunque el tono de Lorena no pretendía ser malintencionado, Marco no pudo evitar apretar sus manos en el volante.

“Créeme… fui más caballeroso y agradable de lo que Román fue con Frida. Yo no tuve que encerrar a Naomi, ni amenazarla… tampoco obligarla a firmar un maldito contrato”

“Vaya…”

Lorena aún procesaba la noticia, era extraordinario.

“¡Basta de eso! ¿Dónde está Carina?”, preguntó Rainer desesperado.

“Donde tu padre quiere que esté…”

“¿Mi padre?”

Rainer se sentía cada vez más decepcionado.

Carina hizo un gran esfuerzo por poder besar a Noah pensando en Rainer.

Sus labios no sabían a miel, su saliva era ácida y quemaba su boca; aun así, lo besó con tanta ternura que logró que una lágrima brotara y escurriera por la mejilla de Noah.

Cuando se separó de él, notó que su llanto se había hecho más profundo.

“Perdóname, Carina… en verdad… lo siento…”, dijo Noah viéndola con desesperación y decidió aferrarse al volante.

“No tienes que disculparte…”

Carina acarició su hombro queriendo consolarlo.

“Todo estará bien”.

“No… Nada estará bien”, respondió Noah sin el valor de voltearla a ver.

De pronto una mano armada se asomó por la ventana de Carina y disparó dos veces, lastimando sus muslos.

Todo pasó tan rápido que cuando Carina se percató de la sangre manchando su ropa, la puerta del auto se abrió y un par de manos la sacaron, arrastrándola por el suelo.

“Te dije que no permitiría que te acercaras a mi hijo y yo siempre cumplo mis promesas”, dijo Aaron Winter acercándose a Carina que se retorcía de dolor en el suelo.

“No pienso observar lo que harás…”, dijo Noah saliendo del auto.

“Me iré y esperaré la noticia”

El Señor Winter había llegado hasta Noah gracias a los asesinos, pero contrario a sus primeras intenciones, terminó haciendo un buen trato con él.

Le daría a ese hombre despechado el poder sobre el Corporativo Gibrand.

Al ser el esposo de Carina, él sería el principal beneficiario una vez que esta desapareciera y lo único que tenía que hacer era entregársela, llevarla al lugar acordado y distraerla para poder capturarla.

Aaron Winter estaba consciente de la habilidad que tenía Carina para pelear, sin una buena distracción, sería presa fácil de ella, pero todo salió como debía de ser.

“¡¿Noah?! ¡¿Cómo pudiste?!”, exclamó Carina decepcionada, retorciéndose de dolor, con sus manos haciendo presión sobre las heridas en sus piernas.

“¡Eras el único con el que decidí dejar de ser vengativa y cruel! ¡¿Así me pagas, maldito desgraciado?!

“Lo siento, Carina…”, dijo Noah torturado por verla de esa forma, sangrando y adolorida.

“¡Te pude haber quitado todo, pero me arrepentí! ¡Dejé de ser cruel contigo! ¡Te traté con dignidad y paciencia! ¡Quise enmendarme y, ¿De qué sirvió?!”

“Carina, en este mundo es comer o ser comido…”, dijo Winter pisando el muslo lastimado de la chica, haciéndola chillar de dolor.

“¿No te enseñó tu padre a no tener piedad? ¿No te dijo que en estos negocios no puedes ceder? Es una lástima, pues no podrás usar esta lección más adelante. Hoy se te acaba la suerte”.

“Puedes hacer lo que quieras conmigo… pero si mi padre se entera de esto…”

De pronto Carina se detuvo y su gesto iracundo cambió por uno de decepción, sabiendo que, aunque había querido evitarlo, se convirtió en un eslabón más de esa cadena de venganzas.

¿Qué pasaría después?

¿Qué pasaría con sus hijos?

¿Crecerían pensando en vengar a su madre?

El corazón se le partió a la mitad, sabía que no quería ese destino para sus pequeños Mariel y Luke.

“Alpha… mete a nuestra invitada a la bodega”, dijo Winter viendo con odio a Carina.

De pronto la mujer con la que se había enfrentado en el hospital, apareció para tomarla por el cabello y arrastrarla hasta la bodega vieja y herrumbrosa.

“Ven cariño, esto será divertido…”, dijo la asesina ansiosa por cobrar venganza.

Carina permanecía con la mirada perdida mientras su sangre se derramaba por el suelo, y sus muñecas presentaban un halo rojo por forcejear con las esposas que la mantenían atada a una columna.

Delante de ella, Noah la veía con tristeza, sintiendo arrepentimiento, pero sin el valor de hacer algo.

Sabía que, de querer enmendar su error, no podría salir bien librado.

Ese trío de asesinos que había sido detenido en el hospital, ahora tenía nuevo dueño, y Walter, el fiel sirviente de la familia, se mantenía imperturbable al lado del Señor Winter.

“Primero quisiste dañar a mi hermana… ahora a mí…”, dijo Carina en un susurro.

“Hay un lugar en el infierno para la gente como tú”

“Perdóname, Carina… créeme que me duele hacerte esto, pero si no tengo oportunidad en el corazón de la única mujer de la que me he enamorado sinceramente, entonces no tiene sentido que quiera corregir mi camino… Regresaré a casa como el viudo heredero del Corporativo y ahora será tu padre quien tendrá que suplicar por las migajas”

Agregó Noah con rencor.

“Entonces… ¿Estuviste mintiendo todo este tiempo solo para complacerme? ¿No fue sincero tu cambio? ¿Crees que eso te iba a funcionar para siempre?”

“¡No mentí! ¡Cambié por ti! ¡Me esforcé por ti! ¡¿Qué sentido tenía seguir, si de nada había servido?!”, exclamó desesperado.

“Si hubieras cambiado de manera sincera… no tendrías la necesidad de volver a ser lo que eras…”

Carina vio con lástima a Noah.

“Supongo que es mejor así, esa es… la forma en la que tenía que pasar. Estamos del lado correcto del tablero, como siempre tuvo que ser”.

El color pálido en el rostro de Carina preocupó a Noah, y sus palabras lo hirieron, haciéndolo sentir decepcionado de sí mismo.

Cerró los ojos y apretó los dientes.

Tenía que abandonar esa bodega antes de sufrir de un arranque de arrepentimiento y cometer una locura, estaba muy cerca de poner sus manos sobre el imperio Gibrand como para echar todo a perder.

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