Desafiando el corazón
Capítulo 46

Capítulo 46:

Con la cabeza punzando y el corazón acelerado, Carina soltó la mano de Noah y regresó su atención a Rainer, que aún tenía los ojos cerrados, pero sus brazos permanecían fuertemente aferrados a ella.

“¿Rainer?”, preguntó con la voz rota y sus manos acariciaron ese rostro magullado por la explosión

“¿Mi amor?”

Pegó su frente a la mejilla de Rainer, ansiando escuchar su voz.

Esperando pacientemente con el corazón disminuyendo sus latidos como si de esa forma pudiera escuchar mejor.

“Niña tonta…”, balbuceó Rainer y entreabrió los ojos.

“No llores…”

“Demasiado tarde…”, dijo Carina y volvió a dejarse llevar por su aflicción, abrazándose con fuerza a Rainer.

“¡Doctor! ¡Mi hijo despertó!”, exclamó el Señor Winter mientras los guardias de seguridad no sabían qué hacer, así como Noah y Candy veían la escena con celos y frustración.

Todos esperaban fuera de la habitación, en silencio, mientras el doctor valoraba a Rainer.

Carina se sentía tranquila y no dejaba de sonreír.

Había regresado a la vida y se sentía más ligera, pero solo tuvo que ver a Noah para darse cuenta de que ahora tenía otros problemas.

Él la había llevado hasta Alemania y la había apoyado buscando tener una segunda oportunidad.

Carina podía imaginarse el dolor y la incertidumbre que lo atenazaba después de haber presenciado ese espectáculo.

“Que quede claro que no pienso permitir que entres a esa habitación”, dijo el Señor Winter con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

“No me importa lo que diga, entraré y estaré con Rainer…”, contestó Carina sosteniendo su mirada iracunda, no le tenía miedo.

“Ya no son esposos, él no es tu responsabilidad…”, dijo Candy molesta.

“Ahora me tiene a mi y no necesita nada más”.

“¿Por qué necesitaría a una mujer a la que no quiere?”, preguntó Carina levantándose de la banca donde había estado descansando.

“Tú no significas nada para él, solo eres parte de su pasado…”

“Al igual que tú”

Agregó Candy, no estaba dispuesta a ceder.

“La diferencia es que tú ya hiciste tu vida, estás casada… ¿No le tienes un poco de respeto a tu esposo, ni siquiera porque está aquí? Eres una maldita desgraciada”.

Carina retrocedió adolorida por esas palabras y volteó hacia Noah, notando que este prefería mantenerse absorto viendo por la ventana, antes que intervenir en la discusión.

¿En verdad se merecía esa humillación?

De pronto salió el doctor acomodando su estetoscopio al cuello mientras veía a Carina con asombro.

“Es sorprendente que el despertado…”, dijo al verlo.

“¿Y Carina…?”

Tanto el Señor Winter como Candy vieron a Carina con recelo, molestos porque ella fuera la primera elección de Rainer, en cambio Noah parecía destrozado.

La sonrisa de Carina lo partía en dos como un rayo.

¿Por qué no podía ser él, el motivo de su alegría?

¿Tenía sentido seguir esforzándose por tocar su corazón?

Carina, sin pensarlo dos veces, siguió al doctor al interior de la habitación. Rainer parecía apaleado y agotado, como si incluso cada cabello le doliera, pero en cuanto vio a su hermoso ángel traspasando la puerta, extendió su mano hacia ella mientras le ofrecía una enorme sonrisa.

“El pronóstico del Señor Winter era reservado…”, dijo el doctor viendo como Carina avanzaba hacia Rainer, movida por su corazón, viéndolo con una infinita ternura.

Era una mujer enamorada y con una segunda oportunidad para seguir a su corazón.

“Nadie creía que podría regresar del coma… su cerebro parecía haber colapsado, los estudios eran claros. Suena cruel, pero…”

“Esperaban mi muerte”, dijo Rainer y cuando tuvo a Carina cerca, besó su mano con ternura.

“Mi mujer me salvó”

“No soy alguien que confíe en los milagros, pero… esto lo fue…”, respondió el doctor viendo esa interacción tan dulce entre su paciente y la mujer que tanto amaba.

“Tal vez… la voz de la Señora Carina causó algo dentro de su cerebro y fue estímulo suficiente para hacerlo regresar. El cuerpo humano es maravilloso y a veces sorprendente”.

“Tal vez su voz chillona e insoportable…”, dijo Rainer con media sonrisa mientras estiraba su mano para alcanzar la mejilla de Carina.

“Su aroma, su calor… su presencia…”

“No importa qué fue lo que te trajo de vuelta a mí”, contestó Carina cerrando los ojos y deleitándose con sentir la palma de Rainer contra su mejilla.

“Lo que importa es que lo hiciste”.

“No podría irme… tengo hijos que cuidar y una mujer a la cual amar”, dijo Rainer con ternura, sin poder creer que tenía a Carina frente a él, dócil y cariñosa, recibiendo su amor sin reproches.

“Bien, los dejaré solos un momento…”, dijo el doctor comenzando a sentirse incómodo por tantas muestras de amor.

“Regresaste…”, dijo Rainer en cuanto el doctor cerró la puerta detrás de él.

“¿Estabas preocupada por mi?”

Esa pregunta removió muchos sentimientos dentro de Carina y las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas.

“Creí que te perdería para siempre”, respondió ella recordando la desesperación y agonía que se apoderó de ella.

“Tenía tanto miedo, me sentí tan sola de pensar que ya no te tendría”.

Presionó la mano de Rainer contra su mejilla mientras las lágrimas caían por su rostro.

“No sé cómo, no creo mucho en la vida después de la muerte, pero de algo estoy seguro, no te hubiera dejado nunca sola… de alguna u otra forma me quedaré siempre a tu lado”.

Carina se abrazó a él, intentando dispersar todos sus miedos, mientras esas manos grandes y dedos delgados acariciaban sus cabellos con ternura.

“Decir que te amo suena tan vacío en comparación a lo que siento por ti”, dijo Carina aferrándose a él.

“No hay palabra que sea suficiente”.

“Sé bien a lo que te refieres, mi amor…”, dijo Rainer con una amplia sonrisa, suspirando profundamente, feliz por tener a su mujer de nuevo entre sus brazos.

“Eres mi alegría más grande. Me enseñaste lo hermoso que es amar a una mujer y ser amado. Me regresaste a la vida y me mostraste que hay más cosas en el mundo que los negocios y el dinero, puedo perderlo todo en esta vida, menos a ti. Quédate conmigo, Carina, no me dejes”, dijo.

“Nunca te dejaré…”, dijo Carina con lágrimas en los ojos y tomó las manos de Rainer para besarlas con ternura.

“Jamás”.

Noah esperaba en la habitación del hotel, sentado en el borde de la cama, repasando cada palabra que escuchó salir de la boca de Carina.

Si alguna vez tuvo la esperanza de que ella pudiera hablarle de esa forma y dedicar cada una de sus palabras a él, ahora que Rainer había despertado, ese sueño jamás se cumpliría.

De pronto la puerta de la habitación se abrió, mostrando a Carina quien parecía feliz y al mismo tiempo incómoda, sabiendo perfectamente que tenía que hablar con Noah y no sería nada agradable.

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