Desafiando el corazón
Capítulo 42

Capítulo 42:

Rainer, desesperado por creer que la terminaría de perder en el momento que abandonara el país, se acercó a ella y ante la mirada sorprendida de la Familia Gibrand que hasta el momento no se había entrometido, besó a Carina con tanta pasión que ella no pudo resistirse.

La boca de Rainer era adictiva, solo necesitaba probar sus labios para perderse a sí misma y se odiaba por eso.

El beso le confirmó a Rainer que aún tenía esperanzas.

Mientras ella tuviera un beso que darle, aún tenía oportunidad de recuperar a su familia.

Sus bocas se separaron lentamente y, al mismo tiempo, Rainer recorrió en el dedo de Carina ese anillo tan excepcional que le había dado el día en el que le pidió matrimonio.

Aún mareada por el beso, Carina agachó la mirada y notó esa gema verde con destellos azules que alguna vez se prometió a ella misma no quitarse jamás. Su corazón se fracturó, pudo escuchar claramente como tronó.

“Sé que cometí muchos errores, Carina… pero te amo”, dijo Rainer con seguridad y una mirada cargada de arrepentimiento.

“Lamento todo lo que hice y nunca me lo perdonaré, por mis malas decisiones te perdí, pero te recuperaré, no importa que me tome toda la vida. No me importa que jamás te separes de Noah, no me importa que encuentres el amor en otro hombre, dedicaré cada uno de mis días a conquistarte y protegerte a ti y a mis bebés: la prueba irrefutable de que un día nos amamos profundamente”.

Carina se quedó sin palabras y sus ojos se humedecieron.

Rainer besó su frente con ternura antes de retroceder un par de pasos, indeciso de dejarla, pero al final dio media vuelta y salió rumbo a Alemania.

“Creí que no regresaríamos nunca”, dijo Candy al subir al avión.

“¿No piensas decirle a mi padre que ya vamos para allá? Me parece que se han vuelto grandes amigos”, dijo Rainer furioso, tomando su asiento y dejando congelada a Candy.

“Rainer, no me culpes, estaba muy preocupada por ti”.

“¿Preocupada?”

Le dio gracia y no pudo evitar reír.

“Al principio creí que me ayudarías a recuperar a Carina, pero tarde me di cuenta de que no es así. Pensé que eras mi amiga, o por lo menos eso era lo que decías”.

“No, Rainer… no puedo ser tu amiga”

Confesó apretando los dientes, sintiendo que su corazón latía en su cabeza.

“No puedo ser tu amiga cuando lo que en verdad deseo es ser tu mujer”.

“Candy… Ya una vez lo intentamos y…”

“Y fue maravilloso… nos separamos por causas ajenas a nosotros, pero siempre nos quisimos. En ese entonces éramos jóvenes y aun así sabíamos que nos queríamos y que deseábamos pasarla vida juntos. ¿No te acuerdas de todas las promesas que me hiciste?”

“Tú misma lo dijiste, éramos jóvenes…”, respondió Rainer molesto y desvió la mirada hacia la ventanilla.

“Pues… aunque sé que ya no sientes lo mismo por mí, yo me di cuenta de que el sentimiento se quedó guardado en mi corazón, nunca dejé de quererte y ahora que nos reencontramos, es más fuerte que nunca. Si tú me das una oportunidad…”

“No”, respondió tajante.

“Debes de entender tu lugar, el cual nunca estará por encima del de Carina. Amo a esa mujer y es de la única que me interesa obtener su amor y cariño, no hay más. Si deseas volver a desaparecer de mi vida, lo entenderé.

“Los nuevos herederos Winter…”, dijo Noah en cuanto Carina atravesó la puerta de la casa.

Después de una pequeña reunión en la residencia Gibrand, Carina regresó, aún pensativa. Se había jurado que no le importaría si Rainer se iba y no volvía, pero eso no evitaba que le doliera el corazón.

Noah tomó la mano de Carina y la mantuvo frente a sus ojos, haciendo su coraje aún más grande mientras esa piedra resplandecía ante él.

“¿Aprovechaste para volverte a casar?”, preguntó Noah herido, conteniendo su odio.

“Me regresó el anillo… Eso es todo”, dijo Carina escondiendo la mano.

“No deberías preocuparte, regresó a Alemania y… solo cielos sabe cuándo vuelva”.

“No te hagas falsas esperanzas, un hombre como él se olvidará rápido de que tiene hijos”.

Carina agachó la mirada y tomó a sus bebés.

No quería discutir.

Solo deseaba dormir y no saber nada del mundo hasta el día siguiente.

Noah la siguió con la mirada mientras arrullaba a sus bebés y los llevaba a su cuarto.

Esa era su esposa y esos eran sus hijos, aunque no llevaran su apellido ni su sangre, de eso se encargaría.

Los pequeños Winter ya le habían agarrado la medida a su pobre madre.

Cada noche, al dormir, se aferraban con una manita a alguno de sus dedos.

Incluso estando profundamente dormidos, ella no podía alejarse de su cunita, pues al no sentirla, comenzaban a llorar de nuevo.

Tenía que llevarlos a la cama con ella si quería descansar.

Así que esa noche, como siempre, hacía un gran esfuerzo para mantenerse el tiempo suficiente y que los pequeños cayeran profundamente dormidos, mientras veía su celular, pasando cada publicación con su otra mano, hasta que una noticia atormentó su corazón.

Dentro de la finca Raizor, en la recamara principal, Johan y Lorena disfrutaban de un momento a solas, Peter y Jane estaban en una pijamada en la casa Gibrand y esa noche desquitarían toda esa pasión contenida.

De pronto, cuando Lorena comenzaba a enredarse en el cuerpo de su esposo, de esa manera que lo enloquecía, el teléfono de Johan sonó insistente.

Había estado esperando noticias de Gwen, la tía de Lorena, quien ahora se hacía cargo de los viñedos en el pueblo, pero contestó una voz que, aunque le era conocida, no esperaba.

“¿Ocupado?”, preguntó el hombre del otro lado de la línea, haciendo que Johan volteara a ver a Lorena, frustrado por la distracción.

“Espero que sea bueno…”, dijo refunfuñando y sentándose a la orilla de la cama, escuchando el resoplido desconsolado de Lorena.

“Te tengo noticias que tal vez te interesen… salió un grupo por la mañana con un trabajo especial”.

“¿Trabajo especial?”

“Sí, servicio de limpieza de un cerdo para otro cerdo”, dijo el hombre entre risas, pero Johan lo comprendió de inmediato.

Se trataba de un contrato de asesinato, solicitado por un hombre rico para deshacerse de otro hombre rico.

“¿Por qué creíste que algo así me interesaría? Ya me retiré”.

“Ahora que te codeas con la crema y nata de la sociedad, pensé que estarías interesado. Además, el asunto es internacional”.

“¿Quién lo solicitó?”

“Oscar Sierra”

Lorena revisó lo que Johan escribía en la libreta en la mesa de noche y frunció el ceño.

“¿Quién es Oscar Sierra?”, preguntó, pero su esposo estaba tan concentrado en la llamada que la ignoró.

“¿Cómo se llama el cerdo que va para el matadero?”, preguntó Johan sintiendo una presión en el pecho.

“Whisky India November Tango Echo Romeo”

Agregó el hombre y comenzó a reír.

“¿Winter?”, preguntó Lorena al leer el apellido en la libreta.

“No entiendo, ¿Qué ocurre?”

“Ese cerdo no llegará a navidad”, dijo el hombre entre risas.

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