Desafiando el corazón
Capítulo 31

Capítulo 31:

Después de un breve silencio lleno de desconfianza, Rainer continuó:

“A la próxima avísame cuando me esté enamorando de la hija de nuestros enemigos… Porque este trago amargo no pasara fácil… ¡La lastimé! ¡La herí! ¡Aida me dijo lo de mamá y yo creí que lo mejor sería mantener a Carina lejos de ellos! ¡Pero jamás me dijo que el abuelo también fue un hijo de p%ta!”

“Rainer, tómatelo con calma, hablemos adentro, lo solucionaremos…”, dijo Winter preocupado por las represalias de la Familia Gibrand.

“¿Por qué trajiste a Carina a Alemania? ¿Por qué la pusiste en mi camino? ¿Qué ibas a hacer con ella?”, preguntó Rainer desganado y herido.

“¿Sabes qué? Ya no importa. Ganaste… como siempre. Te deshiciste de Benjamín y la heriste a ella, y de paso a mí”.

Rainer pasó por su lado, dispuesto a irse de esa casa.

No quería saber de su padre en mucho tiempo, mientras el Señor Winter estaba completamente paralizado.

“Qué lástima que no pudieron terminar juntos…”; dijo Aida orgullosa de su hazaña.

“Ahora podrás reconsiderar a Greta como futura esposa de Rainer, necesita de una buena mujer que lo consuele”

El Señor Winter vio horrorizado a Aida, sabiendo perfectamente quién era la culpable de todo.

Con una bofetada la mandó al suelo.

“Tanto fue tu afán de que Greta estuviera con Rainer que no te diste cuenta del grave error que cometiste”, dijo Winter horrorizado.

“¿No lo entiendes? ¡De nada habrá servido unir a Greta con Rainer, porque ahora los Gibrand nos quitarán hasta el último centavo! ¡Hasta para eso eres estúpida!”

“¡¿Qué?! ¡¿De qué estás hablando?! ¡¿Ahora qué haremos?!”, preguntó Aida horrorizada.

“Esperar…”, dijo Winter sentándose en los escalones del pórtico.

“Rezar para que Rainer recupere la cordura antes del primer golpe de los Gibrand. Tendremos que estar más atentos, principalmente tú. ¿Crees que Carina Gibrand dejará que el resto de tu vida sea tranquila? No cariño, prepárate para el infierno”

Todo el camino Carina fue llorando, aunque los sollozos desaparecieron y no se escuchaba ningún lamento, las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas mientras sus manos se aferraban a los descansabrazos de su asiento.

Para Marco era como ver a Román cuando era joven, lleno de ira y deseos de venganza, incluso temía que Carina fuera peor.

“Es una mujer herida…”, dijo Walter viendo por el ventanal mientras su jefe se desmoronaba detrás de su escritorio.

“En mi experiencia, una mujer así es el peor enemigo que puede tener”.

“¿Crees que regresará por venganza?”, preguntó Rainer con la mirada sombría y una sonrisa herida.

Habían pasado unos días desde que Carina desapareció, pero no era fácil soportar su ausencia, pues sus cosas seguían en el departamento de Rainer, en la misma disposición que ella las dejó.

Incluso ese maldito elefantito de peluche esperaba en su lado de la cama.

“Tal vez…”, contestó Walter.

“Debe de prepararse, señor”.

“Eso espero… espero que Carina regrese por mi cabeza, que no deje de pensar en mí, aunque sea con odio. Que su vida esté atada a torturarme… que no descanse hasta acabar conmigo. Si es la única forma en la que la puedo tener, qué así sea… Sería una tortura atroz que simplemente me olvidara”.

“Sé que tú eres la heredera del Corporativo y créeme que no tenía intenciones de pelear por tu lugar…” dijo Carina en la residencia Harper, frente a su hermana.

“Pero necesito el poder y el dinero que esa empresa me podría dar”.

“Carina… no sé qué estés pensando. Sé que las cosas en Alemania no fueron las mejores, pero no te dejes consumir por la venganza. Eso acabó con Benjamín y con el abuelo de Rainer. Ahora ambos están muertos, todo terminó”, dijo Emma preocupada.

La mujer delante de ella no era su hermana.

Un demonio había poseído su cuerpo, brindándole una mirada fría y un gesto desalmado.

“Te equivocas, Emma… esto apenas comenzó…”, respondió Carina inclinándose hacia su hermana.

“Dame tu lugar como CEO del Corporativo por las buenas o te quitaré de mi camino por las malas”.

“Carina…”

Emma estaba horrorizada.

¿Dónde había quedado la dulce Carina, aquella que le dio su elefantito para protegerla, esa que cantaba a todo pulmón y bailaba por toda la casa?

De pronto la mano de Will se posó en el hombro de Emma, silenciándola, sabía que Carina no se iba a detener, y había dos opciones.

Estar de su lado o ser un obstáculo más en su camino que no tendría piedad en quitar.

“¿Papá está de acuerdo?”, preguntó Emma agachando la mirada, desconsolada por haber perdido a su hermana.

“Sí, me dará el poder del Corporativo antes de su retiro planeado…”, respondió Carina tranquilamente.

“Solo… no te arrepientas de lo que hagas…”

“No lo haré…”

Emma levantó la mirada hacia William que parecía tan apesadumbrado como ella.

“Prepararé el contrato de cesión”

Añadió con voz firme, pero incertidumbre en la mirada.

“Yo no tengo ningún problema en retirarme antes de lo previsto”, dijo Román en su escritorio, pasando las manos por la fría madera de roble.

“Si tu hermana ya aceptó cederte su lugar, bueno, no hay más que hacer…”

Carina esperaba pacientemente frente a su padre, ansiosa por hacerse con el Corporativo y comenzar su guerra personal.

Quería llevar a la bancarrota a los Winter, los haría infelices y les arrebataría todo lo que tenían.

“Solo te recomiendo, Carina, que no permitas que el odio te destruya. Haz lo que tengas que hacer, pero no comprometas a tu familia y mucho menos te consumas por algo que no vale la pena. La vida es muy corta para gastarla en venganzas. No termines igual que tu abuelo”.

Después de un silencio prolongado donde padre e hija se vieron suficiente tiempo a los ojos, buscando en el otro duda y arrepentimiento sin encontrarlo, Román firmó los documentos pertinentes para que Carina fuera la nueva CEO del Corporativo Gibrand.

Entregó los papeles a Álvaro y le cedió su asiento en su oficina.

“¿Ya tienes en mente lo primero que harás como nueva CEO?”, preguntó Román presa de una angustia que estrujaba su corazón.

“Sí, ya tengo todo en mente…”

Una sonrisa se dibujó en los labios de Carina.

“Justo hoy por la mañana William me dio la buena noticia, mi matrimonio con Rainer ha sido anulado, así que le haré una visita a la Familia Smith”.

Carina no necesitaba de ninguna fiesta ni reunión, no haría un alboroto por algo tan insignificante como su boda con Noah.

Aunque este parecía renuente a aceptar, su abuelo insistió en que lo hiciera, la empresa estaba al borde del colapso y solo podrían resurgir con el dinero de los Gibrand.

“Así que ese alemán tuyo no fue lo que esperabas y ahora estás aquí, como la Señora Smith…”, dijo Noah quitándose el saco mientras Carina descansaba en la cama del hotel, con ese vestido blanco sencillo e informal que se había conseguido.

“La Empresa BlackGold será absorbida por el Corporativo y se renovará… será lo mejor de lo mejor en este maldito país, haciendo que el Corporativo se vuelva autosuficiente… y tú, mi querido esposo, solo serás el rostro mientras yo la inteligencia. Intenta ser prudente con tus aventuras y que no se entere medio mundo de tu estupidez…”

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