Desafiando el corazón -
Capítulo 27
Capítulo 27:
La noticia dejó a Román y a Marco sorprendidos.
Nunca habían sospechado que el accidente de sus padres fuera provocado por alguien más.
Crecieron sin intenciones de investigar, solo albergando el dolor en sus corazones.
“¿Cómo lo sabes?”, preguntó Román en un susurro, había perdido la voz.
¿Cómo era posible que después de tantos años esa herida, que parecía haber cicatrizado, volviera a abrirse y punzara dolorosamente?
“Quisieron matar cabos. Uno de los hombres que provocó el accidente huyó de ellos antes de que lo erradicaran para que no pudiera hablar. Llegó a mi por infortunio del destino y, buscando protección, me dijo la verdad. El abuelo de Rainer Winter había mandado a sabotear el auto de mi hijo que solo sufriría un accidente que le rompería un par de huesos, pero se olvidaron de que él no conocía tan bien la ciudad, que su auto no estaba preparado para perder los frenos en el frío hielo de Alemania y que estaba acompañado por su esposa embarazada…”
Los hermanos Gibrand guardaron silencio.
Sabían que su madre esperaba a su hermano por rumores, pero nunca lo confirmaron hasta ese momento.
“Los Winter me arrebataron a mi hijo, ¡A mi nuera y a mi nieto! ¡A los tres al mismo tiempo!”, exclamó sin importar que se ahogara entre tos y blasfemias.
La herida aún dolía.
“Por eso quieres lejos a Carina de Rainer”, dijo Román apretando los dientes, pensando con odio en su futuro yerno.
“No… no lo hago precisamente por venganza o dolor… lo hago porque en aquel entonces no me quedé de brazos cruzados y cometí un grave error”, dijo Benjamín entre lágrimas.
Parecía un niño pequeño llorando hasta privarse.
“¿Qué hiciste, Benjamín?”, preguntó Marco preocupado.
No estaba acostumbrado a ver a su abuelo tan devastado.
“Hice una visita a Alemania años después… la empresa de los Winter se había encargado de la infraestructura de una refinería enorme. Era un proyecto ambicioso que demostraría el nivel de tecnología que manejaba la empresa… lo único que quería era sabotear sus máquinas, demostrar que no eran tan buenos, humillarlos y entonces presentarme como el salvador. Meter al Corporativo Gibrand en Alemania y quitar del mercado a los Winter, verlos en la completa miseria…”
“¿Pero?”
Marco estaba ansioso porque Benjamín explicara lo importante.
Lo conocía, sabía que algo peor se avecinaba.
“Los padres de Rainer estaban ahí cuando sucedieron las explosiones. La gente salió corriendo y creí que todos resultarían ilesos. Al parecer el lugar no tenía bien implementadas las medidas de seguridad para situaciones así. Gente murió en ese incendio, entre ellos la mamá de Rainer… consumida por el fuego…”
Soltó un suspiro.
Quise entrar, quise rescatarla, pero una viga atrapaba sus piernas. La escuché gritar tan fuerte que después de eso nunca pude dormir tranquilo. Cada noche escuché sus gritos, sin falta. Podría apostar que ella será quien me escolte hasta el infierno para verme arder como yo la vi arder”
El silencio se hizo profundo.
Ambos hermanos estaban horrorizados, pues creían en las palabras de Benjamín y lo consideraban capaz de una atrocidad así.
“¿Lo saben?”, preguntó Román con la mirada perdida.
“¿Los Winter saben que tú mataste a esa mujer?”
“Estoy seguro de ello… de la misma forma en la que yo me enteré de lo que hicieron con mi hijo y su esposa”.
“Ninguno de los dos dio parte a la policía, ambos aceptaron que todo fue un accidente”, dijo Marco entrecerrando los ojos.
“Ambos guardaron silencio para cobrar su venganza”.
“Yo cobré mi venganza de mala forma y todos estos años he esperado el golpe”, dijo Benjamín.
“¡Carina!”, exclamó Román abriendo los ojos con sorpresa, desesperado al pensar que ella podía ser la siguiente víctima de esa cadena de venganzas.
“Eso es lo que temí el día que vi llegar a Rainer Winter a la casa”
Agregó Benjamín antes de que Román saliera apresurado de la habitación.
“Tal vez ese chico aún no sepa la verdad… pero cuando eso pase, me temo lo que haga con mi nieta, teniéndola tan lejos de nosotros y en su poder”.
“Que bien guardado te lo tenías, viejo”, dijo Marco resoplando mientras se rascaba la cabeza.
“Ayuda a tu hermano, cuida a tu sobrina… no los dejes solos”, dijo Benjamín suplicante.
“Lo haré, aunque eso significa que no estaré en tu funeral…”, respondió Marco con media sonrisa.
“No importa, cuando me entierren… yo ya no estaré aquí”, dijo Benjamín entre lágrimas.
“Déjalo en mis manos…”
Agregó Marco y besó la frente de Benjamín.
“Ya puedes descansar, abuelito”
“Tengo que salir de inmediato a Alemania”, dijo Román apurado.
“¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!”
Frida estaba desconcertada.
Al salir de la habitación, su esposo parecía un hombre diferente, lleno de miedo.
“¡No nos precipitemos!”, exclamó Marco trotando para alcanzar a Román.
“¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡Es mi hija la que está allá!”, exclamó Román iracundo, encarando a su hermano.
“Si ya planean hacerle algo, ¿Crees que no te esperarán en el aeropuerto?”, preguntó divertido.
“Quédate con Benjamín, cuida de él y yo iré por Carina”.
“¿Crees que te confiaré la vida de mi hija?!”, exclamó Román perdiendo la cabeza.
“Sí”, respondió Marco tranquilamente y con una sonrisa.
“Piénsalo, Román… todos creen que tú y yo nos odiamos. Si me reconocen, no sospecharán de mí, podré sacarla más fácil que si tú llegas haciendo escándalo y queriendo quemar media Alemania”.
Hace una pausa.
“Te he demostrado lo bueno que soy metiéndome en relaciones ajenas. Si casi logro que Frida se aleje de ti, ¿Crees que no podré hacer que Carina se aleje de ese tal Rainer? Déjamelo a mí”.
“Solo te daré un día… Si no regresas a tiempo con Carina, iré yo mismo y no solo incendiaré media Alemania, incendiaré todo el país por completo…”
“Tranquilo, no tardaré más de un día”, dijo Marco dándole una palmada en el brazo a su hermano, después volteó hacia Frida que parecía confundida
“¿No me darás mi beso de la buena suerte?”
“No colmes mi paciencia, Marco”, dijo Román con los dientes apretados.
“No sé lo que está pasando, solo sé que tengo miedo por Carina…”, dijo Frida acercándose a Marco.
“Si ella depende de ti y tú dependes de un maldito beso, entonces ten tu beso”.
Tomó el rostro de Marco y besó su mejilla.
Era el gesto de una madre desesperada y llena de miedo.
Marco asintió con tristeza, viendo a esa mujer fuerte reducida a lágrimas y temblores.
Besó la frente de Frida con cariño antes de dar media vuelta, dispuesto a buscar a su sobrina.
“Vayan a descansar…”, dijo Matilda viendo con tristeza a Román y a Frida. Parecían cansados y consumidos.
“¿Estás segura?”, preguntó Frida acariciando el brazo de la enfermera.
“Muy segura, después de todo, este es mi trabajo”, dijo Matilda con gentileza.
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