Desafiando el corazón
Capítulo 16

Capítulo 16:

Se equilibró en la punta de sus pies para alcanzar los labios de su futuro esposo y lo besó con ternura, haciendo que el tronar de los aplausos aumentara, pero fuera sordo en sus oídos, pues en cuanto Rainer envolvió su cintura, pegándola a su cuerpo, ella perdió la noción de todo lo que había a su alrededor.

Esa noche, tal vez fue por ese par de tragos o el peso del anillo en su dedo, pero Carina se sentía valiente y ansiosa.

Deslizó el cierre de su vestido lentamente, ante la mirada atenta de Rainer quien no pudo seguir desanudando su corbata por ver la tersa piel que se mostraba ante sus ojos.

Una vez en lencería, con la mirada agachada y las mejillas sonrojadas, Carina le ayudó a Rainer a deshacerse de su corbata, mientras este, dócil y ansioso, se inclinó hacia ella para besar suavemente su mejilla y recorrer con la punta de su nariz la suave piel de su rostro, rozando sus labios con los de ella, invitándolos a comenzar un beso profundo que los intoxicara.

Las manos de Rainer recorrieron con deleite la piel de Carina mientras esta perdía la razón en su boca.

La ropa de ambos cayó al suelo, revuelta, sus zapatos juntos al pie de la cama y la almohada que servía de barrera, terminó en el suelo.

La timidez de Carina era una señal de su inexperiencia, Rainer dedujo sin preguntar, que era v!rgen y aunque la sangre le hirvió de deseo al saber que sería el primero en su piel, fue delicado y gentil, habría ocasión de arrancarle la ropa con los dientes y dominarla entre las sábanas, pero esa noche, la acarició con ternura, besó sus lágrimas y consoló su dolor llenándola de palabras tiernas.

Rainer saboreó cada rincón, deleitándose con su sabor y disfrutando de verla retorcerse entre las sábanas, sabiendo que él era el motivo de su placer.

Quería aprenderse cada lunar y cicatriz de memoria, contener el recuerdo de su aroma y de su sabor, deseaba que Carina se quedara tatuada en su piel y dejar su esencia impregnada en su cuerpo, que ella solo pensara en él de la manera tan obsesiva que él pensaba en ella.

Desde que la conoció, no había día que ella no ocupara su mente y en el momento que probó sus labios por primera vez, se había clavado como una aguja en su corazón.

Quiso negar ese deseo que lo atenazaba en secreto, pero ahora, por fin entre sus piernas, sintiendo su cálido cuerpo debajo del suyo, no podía seguir negándolo.

“Al regresar a Alemania, te mudarás a mi departamento”, dijo Rainer acomodándose los puños de su camisa mientras Carina intentaba ponerse de pie sin caer. Las piernas le temblaban y amenazaban con dejar de responder.

“Bien, pasaré al mío por mis cosas, en teoría, ya deberían de estar empacadas…”

“¿Planeabas salir de ese departamento?”

“No iba a seguir viviendo con Fred y su… novia”, dijo Carina con un destello de tristeza en el fondo de sus pupilas, que Rainer supo identificar, pero guardó su molestia, no era momento de presionarla.

Saber que no se opondría a mudarse con él, era suficiente.

“Me adelanto…”

Carina salió de la habitación caminando como si sus zapatos tuvieran espinas en la plantilla, mientras que Rainer sonreía victorioso y llamaba a Walter, había muchas cosas que organizar antes de su regreso.

Fuera de la habitación, Carina se apoyó en el barandal y respiró profundamente.

Aunque no había hablado con Rainer de lo ocurrido anoche, estaba volviéndose loca.

‘Si pasaré de esa forma cada noche y cada mañana, esto se va a complicar’, se pegó en el pecho con el puño.

‘Solo es un maldito negocio, eso es lo que quieres, es lo que buscas. La empresa y su benevolencia hacia el Corporativo. Eso es todo’, se repetía en su mente, intentando autoconvencerse.

“¡Señorita Gibrand! ¡Muy buenos días!”, exclamó William ojeroso.

Parecía que no había dormido en toda la noche.

“Hola, Will”, respondió Carina desconcertada.

“Te voy a pedir de la manera más atenta que por las noches no hagas tanto ruido. Por si no lo notaste somos vecinos y…”

Will parecía incómodo e indignado al recordar los gritos de Carina.

Frunció el rostro en una mueca de asco y sacudió su cabeza, siendo víctima de un escalofrío.

“¡¿Qué?!”

Carina abrió sus ojos con sorpresa y sus mejillas se sonrojaron.

“Lo que quiere decir el abogangster”

Intervino Johan con el mismo semblante demacrado de William.

“Es que intentes no tener se%o tan intenso y ruidoso cuando nosotros estemos en los cuartos de al lado”.

“Sí, Carina… te pasas”, agregó Hugo saliendo del cuarto más lejano.

“Incluso yo me desperté, pensé que te estaban matando”.

“¡Ya déjenla en paz!”, exclamó Emma abrazando a Carina que había cubierto su rostro con ambas manos.

“No les hagas caso…”

De pronto Emma notó ese enorme anillo en su dedo y, sorprendida, tomó su mano y lo revisó más de cerca.

Su grito cargado de emoción hizo que Lorena también se acercara con curiosidad.

“¡Te pidió matrimonio!”, exclamó dando saltos.

“Ahora entiendo la intensidad de anoche. Estaban festejando su compromiso”, agregó Will resoplando y tallándose el rostro.

De pronto salió Rainer y las miradas de todos recayeron en él, desconcertándolo, pero el silencio no duró mucho, pues Emma se le acercó eufórica y lo abrazó, incomodándolo un poco más.

“¡Felicidades!”, exclamó Emma viéndolo con emoción.

“¡Bienvenido a la familia!”

El desayuno fue un momento incómodo después de que Rainer y Carina mencionaran su compromiso.

Román no estaba muy seguro de que fuera un acto sincero y existiera amor entre ambos, pero no pensaba presionar a Carina para que dijera la verdad, y menos cuando Benjamín estaba iracundo.

“Carina, no te insistiré en que te cases con Noah… porque es más que obvio que no lo ves como un futuro esposo”, dijo Benjamín con la mirada perdida, sin animarse a ver a su nieta”.

“Pero no te cases con este hombre… aléjate de él”.

“Abuelo…”

Carina quería comprender los motivos de Benjamín, pero él parecía tan hermético.

“¡No tienes mi bendición! ¡No permitiré que arruines tu vida de esa forma!”, exclamó iracundo ante la mirada sorprendida de todos.

“Abuelo, tranquilízate…”, dijo Román poniendo su mano en el hombro de Benjamín, pero este se sacudió.

“Te has vuelto débil y has perdido la dirección de tu familia”, Benjamín le dedicó una mirada llena de reproche a Román y después se concentró en Frida, como la culpable de la debilidad de su nieto

“Si ustedes no tendrán el valor para poner límites, yo sí”

“Decidí casarme con Rainer y sé que es lo correcto”; dijo Carina con la frente en alto y tomando la mano de su futuro esposo.

“Aunque no te agrade, es mi pareja y con quien compartiré mi vida. Si alguien tiene que decidir si me caso o no con él, soy yo”.

Tal vez sus intenciones podían ser dirigidas por los beneficios que ese matrimonio le traería, pero no estaba dispuesta a que la cuestionaran y mucho menos a permitir que Benjamín fuera grosero con Rainer.

“Entonces no tendrás problemas en renunciar al apellido Gibrand y todo lo que representa”, dijo Benjamín como último intento de separar a Carina de Rainer.

“¡Abuelo! No puedes hacer eso”, exclamó Román sorprendido y molesto.

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