Desafiando el corazón -
Capítulo 11
Capítulo 11:
“¿En verdad te sientes indignada? Tú me arruinaste dos compromisos… aún no es suficiente para considerar que estamos a mano”, dijo Rainer furioso y se plantó frente a ella, de manera retadora.
Su cuerpo vibraba de coraje y tenía ganas de ponerle las manos encima, pero no sabía si no era para lastimarla o arrojarla a la enorme cama de la habitación que quería ser cómplice de sus deseos más oscuros.
“No voy a renunciar a mi compromiso, no permitiré que lo eches todo a perder… me casaré con Noah pase lo que pase”, contestó Carina con los dientes apretados.
“¿Tanto lo amas?”, preguntó Rainer ocultando esa punzada de dolor en el pecho.
No podía imaginarse a Carina en brazos de ese patético hombre.
“No se trata de eso…”
Agachó la mirada y toda su furia se transformó en melancolía.
“A diferencia de ti, yo si quería encontrar el amor, pero ahora entiendo el éxito que tienen estos matrimonios por contrato. Es mejor hacer un negocio, que entregar el corazón”.
“No permitiré que te cases con ese idiota… se ve a leguas que es un imbécil”, dijo Rainer en voz baja, pero aún molesto.
“¿Qué ganas? ¿Solo la satisfacción de vengarte? ¿Qué más tortura que saber que mi buena obra terminó alejándome del hombre que amo?”
Los ojos llorosos de Carina se clavaron en el corazón de Rainer, congelándolo. Había descubierto algo nuevo: no le gustaba verla llorar.
“Eres demasiado joven para darte por vencida en el amor…”
“No puedo creer que alguien como tú me aconseje eso”
Con media sonrisa, se dejó caer en la cama.
“No quiero volver a sentir dolor, prefiero concentrarme en el negocio familiar”.
“Ya te dije, no dejaré que te cases con ese imbécil…”
“No depende de ti… incluso me temo que tampoco depende de mí. Mi abuelo no descansará hasta que me vea casada con Noah por el bien de la empresa…”
‘Y sacaré todo el provecho que pueda, les quitaré todo a los Smith como venganza. Aprenderán que no es bueno obligar a nadie a someterse a su voluntad’, pensó Carina llena de rencor.
“¿Quieres esa miserable empresa? Es un negocio al borde de la extinción… ¿Qué harás? ¿Sacarla a flote o hundirte con ella?”
“La sacaré a flote y se volverá uno de los pilares del Corporativo…”
“¿Crees que será tan fácil? Están a un paso de la bancarrota… si quieren casar a ese imbécil contigo es para que Román los salve…”
“Ambas familias han estado juntas desde hace décadas… ¿No es lo esperado? Solo déjame hacer lo que tengo que hacer… regresa a Alemania, no pienso volver a estorbarte… cásate con quien quieras y déjame en paz”
Carina se volteó, abrazando su almohada, queriendo olvidar todo lo que tenía y vivió en ese país, incluso a su jefe insoportable.
“Ya te lo dije, me debes aún mucho, Carina…”, dijo Rainer divertido y sacó un cigarrillo.
“Te explicaré lo que va a ocurrir… le romperás el corazón a ese imbécil, renunciarás a tu compromiso y volverás conmigo a Alemania. No pienso darle explicaciones a mi padre por tu ausencia”.
¿Quién te crees para disponer de mi vida a tu antojo?”, preguntó indignada.
“Tu jefe… ¿No es suficiente?”, agregó con media sonrisa.
“Si cuando estemos ante tu padre no me sigues el juego y mantienes tu ambición en esa asquerosa compañía, bueno… no me quedará otra opción más que apoderarme de ella antes de que siquiera te imagines ponerle un dedo encima”
“¿Comprarías la empresa?”
Carina se levantó de la cama y se acercó llena de curiosidad.
“¿Por qué harías eso? Acabas de decir que no vale la pena”.
“Podría aprovechar y poner una sucursal aquí. Teniendo a tu padre de cliente es suficiente para que se vuelva rentable”, contestó Rainer pensativo.
“¿En serio lo harías?”
Carina se acercó aún más, hipnotizándolo con esos enormes y preciosos ojos azules.
“Sí”, respondió sin chistar, cautivado por ese rostro lleno de esperanza.
‘Lo haría por ti’, quiso decir, pero las palabras se le atoraron en la garganta y sintió ganas de golpearse a sí mismo, queriendo despertar de ese sopor en el que se hundía cuando estaba tan cerca de ella.
Lo odiaba.
“Si haces eso… haré lo que sea…”, agregó Carina llena de seguridad.
Estaba entregando su libertad y para Rainer era demasiado tentador.
“Siempre y cuando no sea humillante”.
“Bien… quiero escucharte romperle el corazón a Noah”, dijo Rainer con sadismo, creyendo que sería una tarea imposible para Carina. Sospechaba que de alguna forma escondía alguna clase de afecto hacia él.
“¡Trato hecho!”, exclamó emocionada y le ofreció su mano, pero en cuanto Rainer la iba a estrechar, ella la retiró.
“Siempre y cuando la empresa quede a mi nombre”.
“¿Crees que voy a comprar esa empresa y dejarla en tus manos? ¡Eres una becaria! ¡Ni siquiera has terminado la escuela!”
“Soy mejor que tu jefe de departamento de mecatrónica… Lo he demostrado. ¿Crees que no puedo?”, respondió Carina con arrogancia.
“Dame la empresa, déjala a mi nombre, sino, no hay trato”
“No te lo mereces…”, respondió Rainer.
“No me importa si lo merezco o no… la quiero”
“Bien, salgamos de esta «situación» con tu padre, y… negociamos con calma después”, Rainer acercó su mano, esperando paciente a que Carina la estrechara y después de un silencio lleno de duda, lo hizo.
Román estaba furioso, pero más tranquilo.
Carina tomaba de la mano a Rainer y con los ojos llenos de seguridad le platicaba una historia de amor que no era del todo creíble.
Román conocía a su hija y sabía que ocultaba algo, pero no le quedaba otra que fingir creer sus palabras.
“Discúlpame por no haber sido sincera desde un principio…”, dijo Carina terminando con su alegato.
“Carina, lo único que quiero es que seas feliz y que no cometas los mismos errores que yo…”, contestó Román viendo fijamente a Rainer con desconfianza.
“Si le haces algo a mi princesa… no me importará quien seas, que hagas o en qué país vivas… ¿Entendiste?”
“Señor Gibrand, no es necesario comenzara amenazarnos. Mis intenciones hacia Carina son sinceras”, respondió Rainer con una sonrisa, pues por primera vez en todo ese tiempo sentía que tenía las riendas de esa fiera vestida de mujer.
“Esto es una burla, no vine a esta maldita casa para ser ofendido de esta forma”, dijo Noah lleno de furia, viendo a Carina y a su aparente novio con rencor.
“Creí que ansiabas ponerle las manos encima a mi empresa”.
“Noah, lo siento… Creo que tengo una debilidad por los hombres inteligentes y elegantes…”, respondió Carina divertida, levantando los hombros.
“¡Carina! ¡No puedo creer que te estés comportando de esa forma!”, exclamó Benjamín entrando con su silla de ruedas.
“Eres una Gibrand, tienes una obligación, debes de hacer perdurar la unión entre ambas familias… ¡No me defraudes!”
“Lo siento, abuelo”, respondió Carina con seriedad y su mano apretó la de Rainer, haciéndolo partícipe de su temor por herir al viejo Benjamín.
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