Desafiando el corazón
Capítulo 10

Capítulo 10:

Lentamente Carina retiró su mano y sonrió divertida.

“Noah, no te equivoques… ¿Crees que no sé qué eres un bueno para nada? La empresa se ha quedado estancada gracias a tu apatía… Solo sabes derrochar dinero y gastarlo en mujeres de dudosa moral y tragos sofisticados en bares de renombre…”

Tomó la corbata de su futuro prometido y la acomodó con minuciosidad.

“¿Crees que permitiré que hundas al Corporativo como has hundido a tu empresa?”

“No… Eso no va a pasar.”

“Carina…”

“Ya lo pensé y aceptaré casarme contigo, Noah. El amor es una porquería, el sentimiento más ingrato que he tenido. Así que… aclaremos las cosas. Haremos felices a nuestros abuelos, las empresas seguirán unidas y BlackGold se volverá mía”.

“¿Perdón?”

Noah estaba sorprendido por la arrogancia que destilaba Carina en cada palabra.

“¿Tú la manejarás cuando estemos casados? No lo creo… se nota que eres de esa clase de hombres que no saben ni siquiera hacer una simple suma… si el contrato prenupcial no me da el poder total de la Empresa BlackGold, no lo firmaré”.

“¿Por qué crees que haría algo así?”

“Porque eres un inútil, no podrías manejarla, aunque quisieras… yo sí puedo e incluso mejorarla. Dame el control de la empresa, no necesitas decírselo a tu abuelo. Te daré tu dinero cada mes y dejaré que te quedes en casa para cuidar de tu manicura. Saldrás de fiesta cada noche y te revolcarás con cuantas mujeres quieras… tu vida no cambiará, lo prometo. Solo no me estorbes, inútil”.

“Eres una maldita engreída…”, dijo Noah entre dientes, lleno de coraje.

“¡Ay, por favor! ¿Tendrás un arranque de rectitud por primera vez en tu vida? Déjate de idioteces… No sabes trabajar y tampoco quieres hacerlo… le pediré a mi abogado que haga el contrato prenupcial pertinente, me darás la empresa y yo la parte del dinero que te corresponde para que te lo gastes como quieras. ¡Ah! y ni creas que me tocarás… Si debemos de tener un hijo o ese es tu capricho, existen las inseminaciones artificiales… ni loca permito que me pegues alguna enfermedad”

Noah se sentía humillado, quería defenderse, quería exigir respeto, pero… ¿No era lo que él buscaba?

Antes había planeado que Emma fuera quien manejara los negocios mientras él vivía de ella. ¿No era lo mismo?

Carina estaba ofreciéndoselo en bandeja de plata, pero la forma en la que lo despreciaba hacía que su orgullo lo hiciera resistirse.

“Te recuerdo que yo seré el hombre en esta maldita relación…”, dijo furioso, pero solo desencadenó la risa hiriente de Carina.

“Claro, como lo has demostrado hasta ahora. Irresponsable, torpe y sin un gramo de cerebro. Seamos claros con nosotros mismos, acéptate tal cual eres y cierra la boca, guapo mientras yo trabajo. No me estorbes”

Le dio un par de palmadas en el pecho antes de regresar a la casa y mezclarse con el resto de la familia.

Casarse con Noah no era algo que le agradara.

No solo lo odiaba, para ella era un hombre débil y patético, un gusano en el fango que merecía ser pisado por su tacón, pero si su empresa era la respuesta a que el Corporativo siguiera trabajando, entonces ella se encargaría de que así fuera y no solo eso, cuando estuviera en su poder la optimizaría.

‘Tengo el carácter que le falta al idiota de Noah… no será problema hacerlo a un lado’, pensó en cuanto se sentó ante la primer mesa que se encontró.

La música inundó el recinto y su mente estaba perdida en las notas.

En cuestión de amor, sabía que se estaba equivocando, pero en cuestión de negocios, parecía una decisión prometedora.

“¿Bailamos?”

Una voz conocida llegó a sus oídos, con ese acento tosco y a la vez melodioso. Apenas iba a levantar la mirada cuando una mano la tomó por la muñeca y la arrastró hasta la pista de baile, pasando entre todos y escondiéndose en medio.

Después de darle una vuelta completa, esa mano firme la sostuvo, era Rainer quien estaba moviéndose con elegancia y llevándola por la pista, levantando la admiración de todos alrededor.

Él se veía gallardo y atractivo, sostenía a Carina con tanta firmeza que ella se sentía flotar, pero su rostro solo expresaba terror.

“Señor Winter…”, dijo con un hilo de voz mientras su cuerpo temblaba por un escalofrío.

“¿Creíste que huirías de mí? ¿Cuándo planeabas avisarme de tus vacaciones improvisadas o acaso no ibas a regresar?”, preguntó divertido por ver el horror en los ojos de Carina.

“Señor, yo… no… es que…”

Carina recordó lo que había pasado en el bar y se avergonzó.

“Lo que ocurrió fue un error… y…”

“Qué bien te guardaste tus orígenes, Carina Gibrand. ¿Hija de un gran y poderoso CEO como el Señor Román Gibrand? Me sorprendes… ¿Tu papá sabe que te alcoholizaste antes de venir y terminamos besándonos en el baño? No creo que le agrade que le detalles como mis manos se escabulleron debajo de tu falda”.

“¡Rainer!”, exclamó Carina con el rostro completamente enrojecido.

“Señor Winter, ¿Puedo saber qué hace aquí? ¿Cómo llegó?”

De pronto la música se silenció, las parejas despejaron la pista, dejándolos solos en medio, ante la vista de todos.

“Vine a cobrar mi venganza…”, dijo divertido y se inclinó lentamente hacia ella.

“¿Estás lista para que arruine tu compromiso?”

Carina abrió los ojos con sorpresa y al momento siguiente los labios de Rainer estaban sobre los suyos, apoderándose de su boca en un beso firme y suave.

Envolvió su delicada cintura con una mano, pegándola a su cuerpo mientras que con su otra mano presionaba su nuca, manteniéndola quieta para poder deleitarse con sus labios.

“¡¿Carina?!”

Román vio el beso, alterado y furioso, haciendo que los amantes se separaran.

“Deberías de estar aterrado”, le dijo Carina entre dientes a Rainer.

“Corrección… tú deberías de estar aterrada”,

Respondió Rainer divertido y después alzó la voz para que todos escucharan.

“Mi amor, no sabes cuanto te extrañé”.

“¿¡Mi amor?!”, preguntó Román perdiendo los estribos, acercándose como un tren sin frenos.

¡¿Cómo que «mi amor?!

“Señor Gibrand, la verdad es que vine buscando a mi hermosa novia. Quería que fuera sorpresa, además… pensé en aprovechar y hacer negocios con usted. No hay nada mejor que ayudara la familia dela mujer que amo”, respondió Rainer con una amplia sonrisa.

“¡¿Qué?!”, exclamó el señor Benjamín iracundo, necesitando su mascarilla de oxígeno para no quedarse sin aliento.

“¡Carina! ¡Explícate!”

“Abuelo… yo…”

Carina no sabía ni cómo empezar.

“¿Así planeas que nos casemos, Carina?”, intervino Noah disgustado y viéndola con rencor.

“Estás prometida conmigo y traes a tu novio alemán para restregármelo en el rostro”.

“Creo que voy a vomitar…”, dijo Carina perdiendo la cabeza.

“¿Está embarazada?”

Una voz de entre el público se hizo escuchar y los susurros se multiplicaron.

“¡¿Embarazada?!”

No lo podía creer.

“¿Cómo pudiste?!”, exclamó Carina una vez que estuvieron solos.

La fiesta había terminado y Frida intentaba calmar a Román antes de que hablaran con Carina, mientras esta se refugió con Rainer en su habitación, esperando el momento del juicio.

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