Capítulo 82:

Un enfermero entró en la habitación con una máquina, cuando estaba instalada el médico le subió la camisa a la paciente y empezó a aplicar el gel frío en su barriga.

Stefany y Maximiliano estaban nerviosos, miraban atentos la pantalla, pero no lograban ven nada, luego fijaron su vista al médico.

“¡Señora! Tiene siete semanas de gestación y…”

El médico se calló por un momento para comprobar lo que ven sus ojos.

“¿Qué pasa? ¿Hay algo malo?”, preguntó asustada.

“Cálmese, todo está bien, estoy ratificando los resultados”

El médico activó el sonido y se escuchó unos latidos muy acelerados.

Stefany se presionó a su esposo.

“¡Doctor! Hable de una vez ¿Qué tiene el bebé? Mire a mi esposa angustiada”

“Tranquilícense, los que escuchan es el sonido de tres bebés”

Stefany parpadeo varias veces, no podía creer lo que escuchaba, un sinfín de emociones se apoderaron de ella.

Maximiliano sonrió como un tonto, dejando al médico y a Stefany sorprendido expresó:

“¡Pequeña! Ya vengo”

Maximiliano salió de allí directo a la sala de espera, llegó y se posicionó frente de sus amigos y familiares, sonrió como un tonto, la emoción lo invadió, con Max no vivió esa experiencia, pero esta vez, lo piensa disfrutar triple.

“Primo ¿Por qué tienes esa cara de bobo?”, soltó Kyle al notar sus fracciones extrañas.

“Voy a ser papá, voy a tener trillizos”

La sala se quedó en silencio absoluto por unos segundos, hasta que Luan gritó.

“Voy a hacer tío de tres mocosos, el conjunto rojo funcionó”

Todos voltearon a verlo, no entendieron el comentario.

“¿Qué? No me miren así, yo los ayudé a hacer esos bebés, qué emoción, mi hermanita embarazada”

Brincada de alegría.

Todos soltaron una risotada y se abalanzaron a felicitar al futuro papá.

Un guardia de seguridad se acercó a ellos para pedirle que bajaran la voz.

En la noche, en la casa Miller se realizó una cena familiar y de amigos para dar la noticia de la llegada de los trillizos o trillizas, todos estaban emocionados.

“Mi abuelo era trillizo del abuelo de Cecilia, ¡Eso es genética!”, soltó con orgullo el patriarca de la familia.

Max se bajó de su silla, caminó hacia Stefany, juntó a sus manitas y bajo su carita, sollozando, expresó:

“¡Mamá! ¿Ahora qué vas a tener unos hijos tuyos me vas a dejar de quererme?”

Stefany sintió cómo su corazón se estrujó, ese niño le había robado el corazón la primera vez que sus ojos se posaron en él. Unas lágrimas rodaron por su mejilla para decir.

“¡Mi príncipe! Dime, ¿He hecho algo malo para que pienses eso?”

“¡No! Pero cuando nazcan mis hermanitos no me vas a querer”

Ella le levantó la carita para mirar esos ojitos azulados que la hechizaban cada vez que la veía.

“Nunca olvides lo que te voy a decir, tú eres mi primer amor, contigo, supe lo es amor y proteger a alguien, nunca, pero nunca dejaras de ser mi primer hijo, porque desde que te tuve en mis brazos siendo un bebecito hermoso me enamoré de ti”

Lo alzó y lo sentó en su regazo para darle un abrazo fuerte.

“Así que no pienses eso, además tú vas a hacer el hermano mayor que se va a encargar de cuidar, proteger y amar a estos bebés como yo te amo a ti”

Los presentes sintieron un sube y baja de emociones.

5 meses después, Courney estaba invadida por un manojo de nervios, el día de su boda había llegado, se casaría por la iglesia, sus inseguridades siempre la atacaban, ella todavía asistía a consulta psicológica.

Lindsey la ayudaba a colocarse el vestido de novia que ella misma había diseñado.

Era de tirantes de encajes con motivos florales, el escote era sensual de corte V, la espalda está cubierta de unos encajes muy finos y sutil dejando entrever la piel gracias a transparencias que creaban filigranas con motivos florales.

Estaba diseñado de forma de sirena que resaltaba su hermosa figura.

Stefany estaba sentada en la cama de lo más cómoda llevándose una cucharada de helado cremoso de chocolate a la boca, le parecía la gloria.

“¡Stefany! Por dios deja de comer tanto, mira como estas de gorda y solo tienes siete meses de embarazo”, refunfuño Luan.

Cada que se encontraba con su hermana estaba comiendo y eso lo sacaba de sus cabales.

“¡Bueno! Tú no sabes que toda embarazada es redonda, como hago si estos tres revoltosos me piden comida a cada rato, además mi esposo me adora como estoy”, expresó energética devorándose su envase de helado.

“Maximiliano me va a escuchar, cómo es posible que sea el culpable de esto”

Luan portaba en sus manos unas barras de chocolate que sacó de la cartera de Stefany.

“Mira Luan, si le llegas a comentar algo te juro que dejo de ser tu hermana, tú no sabes cómo me ponen estos niños cuando no les doy su merienda”

Lindsey soltó una carcajada al recordar su barriga enorme y los malestares que tuvo que enfrentar si no complacía sus trillizos.

“¡Ay Luan! Mejor no te metas con esos trillizos, porque si les niegas sus antojos su pobre mamá se pondrá de mal humor y los que estén a su alrededor pagarán las consecuencias, que te lo digo yo que pase por eso, ¿verdad Isa?”

“Es verdad, yo tenía que salir corriendo a cualquier establecimiento donde vendieran dulces de coco, para que esta mujer trabajara tranquila, de lo contrario se ponía de un humor de perro”

“Mis hijos te van a odiar si no vuelves a colocar esas provisiones donde estaban”, dijo Stefany de una forma amenazante.

Luan trago salida y devolvió los chocolates donde los encontró.

“Mejor vamos apurémonos, Courney, el novio ya está en la iglesia esperando”, intervino Lindsey con los ojos chispeantes al ver a su hermana tan hermosa.

Ella no quiso utilizar velo, tenía su melena dorada recogida en un moño alto.

Los cinco estaban bajando las escaleras de la Mansión Pratt.

El Abuelo Hugo esperaba ansioso a la novia dentro de una limusina negra, que se encontraba estacionada en la entrada de la mansión, todos se adentraron al vehículo, las demás personas estaban en la iglesia esperando a la novia.

Cuando llegaron a la iglesia, el Abuelo Hugo fue el primero en salir de la limusina, le ofreció la mano a la novia y se aferró a su brazo, otra vez se sentía orgulloso de caminar y entregar en el altar a una de sus nietas, porque eso eran para él esas mujeres.

Los trillizos estaban en la entrada de la iglesia, cada uno portaba una cesta llena de pétalos de flores de diferentes colores.

Óscar está muy emocionado esperando en el pie del altar. La música nupcial comenzó para iniciar la ceremonia, los invitados se giraron para ver la entrada de la novia.

Courney estaba inmensamente feliz, no podía creer que se iba a casar con el hombre que le dio libertad a su vida.

Cada paso que daba hacia el altar su corazón daba un brinco de incertidumbre por la nueva etapa de madre y esposa que iba a enfrentar.

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