Derribando las barreras de mi CEO -
Capítulo 80
Capítulo 80:
“¡Courney! ¿Aceptarías ser la madre de Oriana y mi esposa?”
Courney apechugó de un lado a otro a Oriana para decir:
“¡Sí! Yo estoy enamorada de esta niña”
Todos soltaron una risa al ver la cara de ponchado de Óscar, esa no era la respuesta que esperaba.
Courney se giró y le entregó la niña a la abuela Gabriela, luego esbozó una gran sonrisa en sus labios y se aproximó a Óscar, le da un tierno beso sin importarle las miradas de los presentes.
“Claro que sí me caso contigo, mi héroe, eres el hombre más perfecto del mundo, nadie se compara contigo”
“Allí te equivocas, porque Kyle es el único adonis en esta tierra y no hay nadie más efecto que él”, soltó Lindsey haciendo pucheros.
Sus mejillas se tornaron rojizas de la pena que sintió al ver las caras divertidas de las personas que la miraban.
“¡No! Su esposo no se puede comparar con mi apasionado Freed, a las pruebas me remito”, interrumpió Janna sobándose su pronunciada barriga.
Todos soltaron una carcajada y disfrutaron del momento.
La familia Miller regresaba a su mansión, Maximiliano llevó a su hijo dormido a su habitación.
Stefany se adelantó a la habitación que compartía con su esposo, ella lo había pensado mucho, pero no sabía cómo dar el paso para ser su mujer en la cama.
Se lo platicó a un alocado Luan, quien la obligó a comprarse un conjunto rojo, era una bata de tirantes transparente con un hilo íntimo.
Ella estaba en el baño roja como un tomate, mientras se miraba el espejo, no sabía si salir con eso, puesto o decirle a Maximiliano que la tomara como mujer.
Ella sintió miedo cuando él abrió la puerta de la habitación.
“¡Mi amor! ¿Dónde estás?”, preguntó Maximiliano buscándola con la mirada.
Mordiéndose el labio inferior respondió insegura.
“En el baño, cámbiate y espérame acostado en la cama”
A él se le hizo extraño, pero no le prestó atención, buscó en el closet su pijama y se cambió de ropa, se sentó en la cama esperando que ella saliera.
Stefany tomó fuerza y suspiro varias veces para salir, con pena dio unos pasos y se posicionó frente a él.
Maximiliano la observó detalladamente, se veía increíblemente sensual.
‘Mi esposa es realmente bella’
Sus azulados luceros se iluminaron y levantándose de la cama soltó una pequeña risa.
Stefany sintió que se reía de ella, haciendo puchero protestó.
“¿No te gusta lo que ves? ¿Quise darte una sorpresa? Por tu cara percibo que te burlas de mí”
Maximiliano entrecerró los ojos y dando un paso llegó a ella, con voz varonil susurro.
“Deja de estar pidiéndole consejos a Luan, ¡Pequeña! Tú no solo me gustas, tú me encantas, tú me fascinas”
“¿Cómo sabes que fue Luan? Además, esta es mi forma de demostrarte que quiero ser toda tuya”, expresó tímidamente mientras se sonrojaba.
En realidad, ella no tenía idea de cómo decirlo.
Maximiliano levantó su mano derecha y tomó su mentón, elevándole la cara para clavar sus ojos lujuriosos.
“Mi pequeña, ya he aprendido a conocerte, sé por tu mirada que esto no es más que una idea de Luan”
“¡Bueno, sí! Él me ayudó, porque no sabía cómo decirte que quiero estar con el hombre que amo”
Maximiliano posó sus manos por su pequeña cintura, pegó su boca a la de ella con delicadeza, profundizó el beso metiendo su lengua juguetona quien exploró cada rincón de su mandíbula.
Stefany estaba sintiendo un calor en su interior, provocando que se le escapara un g$mido, ese calor que la invadía era exquisito.
Maximiliano, al escuchar ese g$mido, gruñó de satisfacción, se separó agitado, pasó su dedo pulgar por sus lindos labios.
“Nunca me cansaré de besar tus perfectos labios, eres hermosa”
La alzó por la cintura y la acostó en la cama, se colocó de medio lado y pasándole los nudillos de sus dedos por su pómulo izquierdo, le susurró:
“¡Te deseo pequeña! Pero no quiero hacerte daño ¿Estás lista?”
Stefany segura de sí misma, respondió:
“Te deseo Maxi, mi cuerpo reaccionó a ese beso, quiero ser solo tuya”
Él volvió a besarla con ansias, y se posicionó sobre ella, luego bajó a su cuello y dio pequeños besos saboreando su piel delicada.
Stefany sintió unas pequeñas vibraciones en sus partes íntimas, esa sensación la hizo olvidar todo lo malo, en ese momento se dejó guiar por sus deseos internos.
Él estaba excitado por cada g$mido que salía de la boca de ella, sin dejar de besar su cuello, metió una mano por debajo de esa mini tela.
Rozó su piel hasta llegar a uno de sus senos y lo apretó con sutileza.
Luego dejó de besarla para observar su cara entusiasmada por solo ese pequeño toque de sus senos.
Con su otra mano le terminó de sacar el vestido por su cabeza.
Observó esas pequeñas montañas erguidas y su deseo de poseerla aumentó, llevó su lengua a uno de sus senos, mientras masajeaba el otro.
Ella, sin pensarlo y dejándose llevar por sus deseos más bajos, susurró con la voz temblorosa.
“Quiero verte desnudo”
Maximiliano escuchó esas palabras y su hombría palpitó queriendo ser liberado, el gustoso se bajó de ella y rápidamente se fue dependiendo de su pijama, quedando desnudo.
Nuevamente se montó sobre ella y presionado su hombría sobre la fina tela, la volvió a besar arrasando con su lengua cada espacio de su boca.
La dejó de besar y la miró directamente a los ojos, mientras la escuchaba respirar agitadamente, y sentía cómo su cuerpo temblaba debajo de él.
“Pequeña, ya quiero estar dentro de ti”
El bajo su mano derecha y le arranco esa fina tela, se posicionó en medio de su entrepierna esperando aprobación.
“Quiero ser toda tuya”
Soltó un g$mido al sentir unas palpitaciones seguidas en su intimidad.
Maximiliano está tan duro que no aguanto un segundo más, entró en ella poco a poco resintiendo las ganas de embestirla salvajemente.
La sintió apretada que su deseo aumentó, al escucharla soltar un g$mido de lo más delicioso, toma sus muñecas y las posó sobre su cabeza, él empezó a moverse cada vez más rápido al verla en una lujuria total.
Stefany le gusta lo él le hacía, ella no sabe cómo lo hizo, pero levantó sus piernas y las enroscó en la cintura de Maximiliano, presionó su hendidura para sentirlo más profundo.
“Maxi, se siente tan bien, mi cuerpo quiere más”
Respira entrecortada.
Esa voz coqueta y sensual lo enciende aún más y la embiste con estocadas cada vez más energéticas. Cuando estaba a punto de derramarse en ella, observó cómo ella terminaba descaradamente arqueando su hermosa espalda.
“Maxiii…”, gritó seguido de un g$mido lujurioso, sintió una liberación de lo más delicioso, provocando en ella una convulsión placentera.
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