Capítulo 79:

Lindsey llegó con cautela a la habitación de su hermana, antes de girar la manilla suspiró varias veces, empujo la puerta y pasó, no pudo evitar que su corazón volviera a estrujarse y sus lágrimas pelearan por salir.

Se abrazó a sí misma, al ver el cuerpo inmóvil de su hermana, que estaba pálido como un papel, conectada a dos aparatos, uno con dos mangueras acopladas a una mascarilla que Courney tenía en su boca, y otro con varios cables que monitorean su corazón y su mano tenía una vía donde pasaba el tratamiento.

Se acercó a pasos lentos y le tocó la mano derecha.

“Hermanita reacciona pronto, tu familia te espera, tienes que ser fuerte, tienes a lado un hombre que te ama, me tienes a mí para apoyarte en todo. Tu mamá ya no podrá hacernos daño y de nuestro padre yo me voy a encargar que no aparezca en nuestras vidas. Lucha hermanita”

Lindsey en cada palabra que decía tragaba en seco y las lágrimas rodaban por su triste rostro.

Kyle solo observó el dolor de las hermanas desde la puerta y apretó los puños.

‘Les prometo que las tres alimañas que están en la cárcel no van a ver la luz del día, cueste lo que me cueste, así tenga que recurrir a los contactos del viejo’

Tenía las cejas entrecerradas y una expresión sombría.

Él al ver a su esposa temblar se aproximó a ella tomándola por la cintura, la guio y la sentó en un sofá que se encontraba en la habitación.

“¡Ya muñequita! Me destroza el alma, verte así, el doctor dijo que ella está estable, ella es fuerte, vas a ver que en tres días despertará y lo que ha vivido será solo un recuerdo en su mente y en la tuya”

“¡No sé cómo controlarme! La mujer fuerte que soy no la encuentro, al verla así con esos aparatos y sin su barriga, no puedo evitar llorar y sentir una presión en mi corazón, ¿Dime cómo hago? Ayúdame a no sentir lo que siento”

Kyle la atrajo a su pecho y le acariciaba la espalda, no sabía cómo consolarla.

Óscar apareció para pasar la noche con Courney, Kyle se llevó a su esposa cargada porque no quería salir de la habitación.

Las dos hermanas después que se reencontraron y se perdonaron crearon un vínculo de afecto.

Óscar rodó una silla y la colocó al lado de la cama y se sentó tomándole las manos Courney y empezó a contarle su travesía como militar, se reía al recordar las maldades que les hacían a los nuevos y las escapadas que hacían para ir algún club.

El día que le quitaban los aparatos a Courney allí estaba toda la familia y amigos, Dexter en una silla de ruedas y Janna que le habían mandado reposo, insistió tanto qué al pobre Freed no le quedó otra que llevarla.

El médico, junto a dos enfermeras, procedió a retirarle los aparatos, la revisó, había recuperado su color, respiraba bien y los puntos estaban cicatrizando, pero ella no despertaba.

Pasaron varias horas y nada.

El doctor le informó que su recuperación iba bien, pero dependía de Courney despertar.

Ese día ella no mostró ningún estímulo, cada uno de los presentes se fue con tristeza en la mirada del hospital.

Así pasó una semana y de una semana a un mes.

Lindsey y Óscar se turnaban para su cuidado.

Courney físicamente estaba bien, todos los días entraban médicos para hacerle estudios, la respuesta siempre era la misma.

“Está en las manos de la Señora Courney despertar”

Una mañana Óscar se despertó deprimido y cansado de dormir en ese duro sofá, se sentó y observó un largo rato a Courney sin ninguna expresión.

Unas lágrimas se asomaron en sus luceros y rodaron por su apagado rostro, frustrado por la situación y cansado de hablarle bonito a ella.

Se levantó y se colocó a su lado, decidió decirle lo que pasado por su cabeza en ese momento.

“¡Courney eres mala! Te gusta que la gente sufra por ti, tu hermana y yo tenemos más de un mes sin despegarnos de esta maldita cama”

Suspiro desde lo más profundo de su ser.

“Si no despiertas antes de que salga por esa puerta te juro que no dejó entrar a tu hermana a esta habitación y dejo de amarte, le hablaré mal a nuestra hija de ti, te daré mi palabra de que te odiaré por el resto de mi vida”

Las palabras de Óscar estaban llenas de resentimientos ligados con tristeza, caminó de un lado a otro en la habitación por unos minutos, luego se acercó y le dio un tierno beso en sus labios y le susurro.

“Chao, Courney”

Le dio la espalda, cuando estaba a punto de girar la manilla para salir de la habitación escuchó.

“¿En serio vas a dejar que yo sea la mamá de Oriana?”, pronunció con debilidad y arrastrando cada palabra.

Óscar sintió cómo su cuerpo se erizó, no evitó derramar otras lágrimas, pero esta vez de alegría, con los ojos agrandados se dio la vuelta y sin perder tiempo se lanzó Courney.

“Mi amor, despertaste”

Courney con una mueca de dolor expresó:

“Gracias por estar aquí y cuidarme todo este tiempo, pero no me apretes tan duro, me duele el cuerpo”

“Así que escuchabas mis lamentos y relatos y no hacías nada para despertar”, expresó con reproche en sus palabras mientras se separaba de ella.

“Yo podía escucharlos, intentaba abrir los ojos, pero sentía una pesadez en ellos que me impedía abrirlos, quería mover mis manos, pero mi cuerpo no reaccionaba, ahorita te escuche, pero no sé cómo explicártelo, solo que sentí tu beso e intente nuevamente”

Ella sentía la garganta reseca y su voz con era débil y casi en balbuceo.

“Tengo sed”

En eso se abrió la puerta, era Lindsey que al verla con los ojos abiertos se llevó las manos a la boca y dando brincos de felicidad se acercó a la cama y la abrazo con cariño.

Courney aunque sentía su cuerpo adolorido, gustosa se dejó abrazar por su hermana.

“Voy a buscar un médico y atraerte agua mi amor”, pronunció Óscar saliendo de la habitación.

Cinco minutos después entraron varios doctores, los sacaron de la habitación y revisaron a la paciente.

Lindsey empezó a llamar a todos y contarles que su hermana ya había despertado.

Luego los dos entraron, Óscar le explicó a Courney lo que paso después de que recibió la bala, lo de su bebé y que Fabricio fue condenado a pena de muerte por todos los delitos que había cometido, ya no estaba para atormentarlos.

Courney sollozó con sentimiento al pensar en su pobre bebé. Lindsey le sostenía las manos como modo de apoyo, cuando dejó de llorar se quedó dormida.

Dos días después la dieron de alta y regresó a su casa, todos estaban allí esperándola.

“Mi niña no sabes la alegría que siente este viejo corazón de verte recuperada”, expresó Antonella con los ojos cristalizados y abrazada a ella.

“Abuelita, gracias por el cariño que me demostraste desde el día que pise tu casa”

Cada uno de los presentes la saludó con afecto.

“Gracias a todos por el cariño que me han demostrado, ya sé lo que es estar en una familia de verdad”, expresó con sentimiento en cada palabra.

Óscar apareció con Oriana en los brazos que al verla la reconoció y estiró sus bracitos para que la cargara. Ella feliz la recibió y la llenó de besitos.

“Señores delante de ustedes, quiero hacer una petición”

Óscar se colocó frente a Courney y con un brillo especial en los ojos preguntó:

“¡Courney! ¿Aceptarías ser la madre de Oriana y mi esposa?”

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