Capítulo 72:

Lindsey se encontraba calmada y trató de no mostrar el miedo que la embargaba, de lo contrario pondría en peligro a su familia.

Se arrodilló y le dio un beso a cada uno de sus hijos, con voz suave y una sonrisa obligada le susurró:

“Mamá pronto estará con ustedes, quédense quietos y callados con sus abuelitas”

Los niños llorosos asistieron con las cabezas.

Ella se levantó cuando fue a dar unos pasos, Kyle la retuvo con una mano.

“No lo hagas Lin, no voy a permitir que te vayas con esa mujer, no sabemos qué locuras tendrá planificado para ti”

“¡Kyle! Mi amor suéltame, no has visto cómo estamos rodeados y nuestros hombres desarmados, prefiero irme con ella a que ocurra una masacre, esa mujer es muy astuta y no le va a temblar el pulso para mandar a matar”

Ojeó a Janna aferrada de los brazos de su esposo.

“Me duele como los planes e ilusiones de Janna del día de su boda se rompieron por culpa de la perturbada de Kathen, yo no podría vivir sabiendo que murió gente por mi culpa”

Kathen miraba la escena divertida, le hizo señas a Catrina para que se calmara.

Catrina solo miraba a su hijo llorar en los brazos de su padre, un sentimiento de molestia embarga su corazón, ya quiere ir y arrancarle a su hijo, sus ansias la estaban matando, ya tiene todo preparado para tomar un avión privado lejos de Est$dos Unidos.

Kyle soltó a su esposa y controló la poca cordura que le quedaba, le acarició los pómulos de su cara con la punta de los dedos, el miedo de perderla resonaba en su cabeza.

“Solo resiste, voy a ir por ti”

Ella dibujó una sonrisa forzada y asistió con la cabeza.

Levantó sus manos y agarró las de él para separarla de su cara, le dio la espalda, suspiró varias veces para darse valor de seguir su camino.

Courney, conocía las demencias de su madre, ella tenía a Oriana en los brazos, dio dos pasos hacia Óscar y le ofreció a la niña.

“¿Qué vas a hacer? Courney, no cometas una locura. Yo te amo, quédate conmigo, no permitiré que te acerques a con esa mujer”

La tomó de brazo desesperado, se maldecía internamente por dejar su arma de fuego en la habitación, él estaba allí de invitado.

Ella tomó su cara entre sus dos manos y le dio un suave beso, reprimió las ganas de llorar y dócilmente le susurró:

“Cuida de la princesa”

Cuando le estaba dando la espalda escuchó.

“¡Courney! Tráete a esa mocosa”

Kathen observó la interacción entre la pareja, y ató cabos sobre el hombre.

‘Esa niña será un buen regalo para Fabricio’

Courney engrandeció los ojos y tragó saliva, la angustia se apoderó de su cuerpo, quería descifrar que pasaba por la cabeza de su madre, no sabía cómo actuar.

Ella conoce lo que es capaz de hacer mujer.

“¡No lo hagas Courney!”, susurró Óscar con una voz desgarradora.

Unos de los hombres que acompañaban a Kathen se acercaron a ellos y le puso un arma de fuego en la cabeza a Óscar.

“Señora, camine, la están esperando”

Courney se desbordó en llanto y volvió a agarrar a Oriana en brazos, la pequeña gustosa se fue con ella y se aferró a su cuello, le dio la espalda a Óscar y caminó a paso lento hacia su madre.

Óscar todavía con el arma de fuego en la cabeza miró alejarse a las dos mujeres que ama, el dolor en su corazón se hizo presente y la cólera de matar aumentaba en su interior.

“Maldita, no te atreva a hacernos daños, porque vas a conocer la furia de mi esposo, te buscara debajo de las piedras y te matara lentamente”, vociferó Lindsey llena de odio puro y resentimiento como radiactividad que quemaba de adentro hacia afuera.

Kachen había perdido la cordura, su sed de ver muerta a Lindsey no tiene límite, soltó una cruel carcajada, que resonó en el lugar dejando a los presentes con la boca abierta.

“¿Crees que estás en condiciones de amenazarme?, además moriré con la satisfacción de que morirás primero”

“Ojalá que cuando te mueras ardas en el purgatorio y tus lamentos sean los más dolorosos, por todo el daño que has causado”

“Voy a disfrutar cuando te vea sufrir a manos de Fabricio”

Fijo sus ojos llenos de odio a Lindsey.

“Tú nunca debiste haber nacido, ahora vas a recibir lo que te mereces por haberme quitado todo lo que era mío, esta mansión me pertenece”

Miró a uno de los hombres que está a su lateral.

“¡Tú! Lleva a esta desgracia a la camioneta Tu jefe la espera”

“¡Mamá! Deja ir a la bebé, esta niña no tiene la culpa de nada”, manifestó Courney llegando al frente de su madre con Oriana en su pecho.

“¡Hija querida!”, exclamó con una gran sonrisa.

“Mírate, cargando al nieto de Fabricio. Él está muy contento de ser abuelo, está esperando tu llegada, cuando nazca ese bebé se lo entreguemos y nosotras nos podremos ir juntas de este país y en cuanto a esa mocosa, va a ser mi regalo para qué haga lo que quiera con la hija del hombre que mató a su hijo”

Courney recibió una descarga emocional, aturdida por esa noticia, sintió que la tierra se movía, como era posible que su madre conociera al hombre que la hizo vivir su vil pesadilla.

Peor aún, que lo cuente de lo más tranquila sin importarle el sufrimiento que vivió.

No entendía cómo su madre podía ser tan cruel con ella que llevaba su misma sangre y llegó a obedecerla en todo.

Ella se aferró a la niña que yacía entre sus brazos. Con la decepción en su voz respondió:

“Haré lo que quiera, pero no le hagas daño a esta niña”

Karen soltó una carcajada malévola.

“Eso no está en mis manos, de ella se encargará Fabricio”

Luego de un segundo de silencio miró a su cómplice para decirle:

“¡Catrina! Manda a buscar a tu hijo, esa es la mujercita”

Catrina echó un vistazo a dos de los hombres, ella misma quería arrebatarle al niño de los brazos a Maximiliano.

Con voz altiva les ordenó:

“Ustedes dos acompáñenme, si ven un mal movimiento no duden en disparar”

Los hombres se sonrieron entre sí, les encantaba ver sangre derramada.

Estas mujeres estaban un poco alejadas de los rehenes, Catrina dio pasos elegantes adentrándose hacia su oponente, detrás de ella iba Fabiana, tenía la orden de entregarle su hija a Fabricio para recibir su recompensa.

Los presentes miraban atónitos a la hermosa mujer que entraba con pasos firmes y una mirada gélida capaz de congelar el infierno.

“Miren a quien tenemos aquí, a la z%rrita que se acuesta con los hombres prohibidos como su padrastro, me das asco, y al mujeriego que le gusta la basura como esposas, vaya que padres le tocó a mi hijo, vengo a llevármelo para darle una vida lejos de unos corrompidos como ustedes”

Maximiliano sabía cuáles eran las intenciones de esa mujer, apretando la mandíbula vociferó:

“Catrina, si me alejas de mi hijo y él sufre, te juro que te mato con mis propias manos”

“Cuidado conmigo y tus palabras que te puede salir caro”

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