Derribando las barreras de mi CEO -
Capítulo 56
Capítulo 56:
Jimena llegó al hospital, cuando entró a la habitación encontró a Courney con la mirada perdida y en pleno llanto. Ella se acercó y la abrazó con fuerza.
“Sé que es duro, pero me tienes aquí para apoyarte”
Courney tenía las ojeras pronunciadas, no había dormido nada, cada vez que cerraba los ojos la pesadilla se repetía como un video que se reproduce solo.
“Gracias, Señora Jimena”
Una voz débil salía a empujones de su garganta.
“Solo Jimena cariño, la doctora me informó que en tres días te dan de alta, te quiero proponer que te vengas conmigo a una casa de niños sin hogar, yo soy la directora, esos niños te pueden ayudar a sobrellevar tu dolor a menos que tengas otro sitio para donde irte”
“Allí seré un estorbo para usted, yo no soy nada ahora, no sé qué hacer con lo que quedó de mí”
Ella no había parado de llorar desde que la ultrajaron, su corazón estaba hecho añicos de dolor, su cuerpo todavía mostraba signos de su desgracia.
“¡No digas eso! Tú eres una niña fuerte y vas a salir de esto, sabes, yo tengo 4 chicos que son unos ángeles y me ayudan con la fundación, cada uno a su manera han pasado por tragedias que han marcado su vida, una de ellas su padrastro la quebrantó por varios años, hasta que un día decidió salir del infierno donde vivía, llegó a nosotros destrozaba emocionalmente como tú y vieras ahorita la mujer fuerte y de buen corazón que es”
“Cuando yo te vi Jimena pensé que eras un ángel que venía a buscarme, ahora sé que eres un ángel que me quiere ayudar”
“Yo sola no te apoyaré, en la casa hogar vas a tener muchas personas que te vamos a ayudar a superar lo que viviste”
En otro lugar. Maximiliano había conversado con su mamá, le contó todo lo que paso, le pidió perdón por abandonarlos y solicitó su apoyo para enamorar a su esposa.
Cecilia estaba conmovida por las palabras de su hijo, lo aconsejó como madre, su felicidad era notoria, empezó a recuperar al Maximiliano que era antes de que se mudara a Los Ángeles.
Ha transcurrido un mes, los amigos decidieron ir a la casa hogar a visitar a los niños y llevar regalos.
Luan y Stefany habían ido un par de veces, pero no habían podido ver a Cony, como le decía Jimena de cariño y era más fácil de pronunciar para los más pequeños del lugar, las veces que ellos fueron, la chica estaba en un estado deprimente y no quería ver a nadie.
Los cuatro amigos entraron al lugar, los niños al verlos gritaron de alegría.
“Mis niños me alegra verlos, como los extrañaba”
Jimena llegó a su encuentro y los saludo con cariño a cada uno.
“Jime, ¿Cómo sigue la chica?”, preguntó Stefany con melancolía.
“Hay días que sale de su habitación y ayuda a Julia en la cocina, como hay días que se la pasa encerrada, llorando, poco duerme y si lo hace se levanta gritando, en las madrugadas la he observado desde la ventana de mi habitación salir al patio y sentarse en la banca a sollozar”
“¿La podemos conocer?”, soltó Luan.
“En este momento está con Julia en la cocina, vengan acompáñenme”
Jimena se introdujo en el interior de la casa y se dirigió a la cocina, Courney estaba de espaldas.
“Cony unos amigos te vinieron a visitar”
Courney volteo y su cara de asombro era notable, allí estaba su hermana, la mujer que ella le había hecho tanto daño, unas lágrimas empezaron a correr por sus pálidas mejillas.
Los chicos se miraron entre sí con sorpresa.
Lindsey no podía creer que estuviera frente a su hermana, no la reconoció de inmediato, de la modelo ya no quedaba nada, sus ojos estaban apagados, parecía un cadáver andante, el odio que sentía por ella desapareció.
Al verla en esa condición le parte el alma, le dolió el corazón, detallarla tan delgada, no era ni la sombra de la chica alegre y extrovertida que le amargaba la vida.
“¿Qué pasa? ¿Se conocen?”, soltó Jimena al distinguir la cara de todos.
“Ella es mi hermana Courney”
Courney no hablo, solo lloraba con sufrimiento, ella se repetía todas las noches:
“Lo que me paso fue castigo por toda la maldad que le hice a mi hermana”
Jimena sabía la historia de la vida de Courney porque ella misma se la contó, ese el momento que ellas hablaran.
“Camina Courney a tu habitación para que te desahogues con tu hermana”
Courney con la cabeza agachada se abrió paso entre ellos y caminó, Lindsey la siguió en silencio.
Al llegar a la habitación Courney se sentó en la punta de la cama con la mirada agachada juntando sus dedos, no sabía cómo empezar.
Lindsey se acercó y la abrazó con fuerza, a pesar de todo eran hermanas.
Su corazón sangraba de dolor al verla en este estado tan deplorable y saber lo que le pasó en manos de esos monstruos sin alma.
De la chica carismática no quedaba nada.
Las dos lloraron por un largo rato.
“Lindsey perdóname por todo el daño que te he hecho, esto que me paso, es un castigo por no hacer las cosas bien en el pasado”, expresó con voz frágil y temblorosa.
“Courney cariño, no tengo nada que perdonarte, todo lo contrario, perdóname tú a mí por quitarte todo sin importarme que iba a ser de tu vida”
“Tú no tienes la culpa de lo que me paso, yo sola me lo busque, esto es producto de mi error, por querer hacerte daño, no pague una deuda y este es el precio que tuve que pagar. Me lo merezco”
“¿Tú conoces aquí quién te hizo daño? Él tiene que pagar. ¿Ahora me vas a decir quién fue?”
Se levantó de la cama con los ojos inyectados de furia, a ese tipo lo iba a buscar debajo de las piedras y tenía que pagar lo que le hizo a su hermana.
Courney empezó a temblar al recordar las últimas palabras que él le dijo, las lágrimas se desbordaron sin control por su demacrada cara, era un llanto desgarrador.
Lindsey al verla se le estremeció cada fibra de su ser, corrió a abrazarla y le susurró.
“Tranquila, cariño no te pongas así, yo estoy contigo y prometo no abandonarte, te vienes conmigo, hay 5 sobrinos que tienes que conocer”
Lindsey confesaba todo esto mientras le acariciaba el cabello.
“Yo no salgo de esta casa, aquí me siento segura”
Courney comenzó a temblar.
“Conmigo también vas a estar segura, te doy mi palabra”
La levantó y la ayudo acomodarse en la cama, comenzó a acariciarle el cabello nuevamente para que se calmara.
logró que se quedara dormida, se veía tan frágil, como un pequeño ratón acorralado sin ninguna salida.
Lindsey salió de la habitación y allí estaban los chicos que al verla la abrazaron. Luego ella realizó unas llamadas.
Catrina llega a las Empresas Pratt con aura de superioridad, sin saludar a nadie, se paró al frente de la secretaria de presidencia y expuso.
“Tengo una cita con el Señor Kyle, le puedes comentar que estoy aquí”
Rebeca rodó los ojos a verla y sin perder tiempo llamó a su jefe, al recibir la confirmación le indicó:
“Señora Cooper, el Señor Kyle la va a recibir, puede pasar”
Catrina entró al lugar con elegancia y se acercó al gran escritorio.
Se sentó frente al hombre que estaba mirando la pantalla de su computador.
“Querido Kyle, sigues igual de guapo”
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