Capítulo 50:

Courney se dirigió como siempre a su trabajo, era sábado uno de los días más concurridos en el bar.

Su jornada transcurre con normalidad, de repente el causante de sus pesadillas lo ve entrar al bar con dos hombres, lo sigue con la mirada, ellos se sientan en una de las mesas que se encontraban al fondo del lugar.

Un sudor frío recorría su cuerpo y sus piernas empezaron a temblar, su corazón quería salir corriendo de su pecho, nunca pensó que la encontraría en ese pueblo.

“Courney ¿Qué esperas?, muévete a atender a los nuevos clientes”, vociferó su jefe desde la barra.

“¡Señor Samuel! por favor, pídele a Melisa que atienda esa mesa”, suplicó con miedo en su voz.

“¡Te estoy ordenando a ti! Te vas a dirigir a esa mesa y vas a atender a esos clientes con la misma sonrisa con que se atiende a los demás o prefieres recoger tu cartera y salir de aquí”, gritó su jefe con el ceño fruncido.

Courney entró en pánico, por su cabeza pasaba una disyuntiva, si salir corriendo del lugar y quedarse sin trabajo o afrontar su deuda.

No podía quedarse sin esa entrada de dinero, ha recorrido cada esquina de ese pueblo y por no tener experiencia no ha podido dar con un empleo mejor.

Tomó valor y forzó las piernas para que caminaran, decidió enfrentar su realidad.

Courney daba pasos lentos queriendo que se hicieran eternos, sus pulsaciones se aceleraban en cada acercamiento a la mesa, con la mirada agachada se posicionó frente a los hombres que conversaban entre sí.

“Bienvenidos señores, que desean tomar”

“Amigos les presento a la pollita que les comenté”

Cesar la mira con lujuria, mientras los otros dos hombres se la comían con la mirada.

“Lo que es la vida, te conocí con un aura de superioridad y ahora te tengo de frente con la mirada agachada trabajando para atender a los hombres”

“¡Cesar! El dinero que te debo prometo pagarlo, dame unos meses para reunirlo y entregártelo completo, como ya te había mencionado, mi familia perdió todo, yo el único trabajo que conseguí fue este”

“¡Yo no creo en promesas! No te preocupes, yo conozco una mejor forma de cobrarte, mejor ven a complacerme”

Un escalofrío recorre la espina dorsal de Courney.

“¡Yo no vendo mi cuerpo! Si buscan placer les puedo mandar unas chicas que con gusto los complacen en lo que buscan”

Con miedo en su rostro ella dar una ojeada al hombre que le produce disgusto, respira varias veces para no decaer.

“César en dos meses puede venir a buscar el dinero”

“¡Ahora no quiero ese dinero! ¡Ahora te quiero a ti!”

El hombre estiró la mano y la sentó en su regazo, besándola a la fuerza.

Courney sintió asco, forcejeo y lo mordió en el labio, al percibir que hombre aflojó sus brazos, aprovechó y se levantó.

Sin pensarlo le da una cachetada con toda su fuerza, salió corriendo al baño, se encerró en uno de los cubículos y las lágrimas rodaban con desilusión por sus mejillas.

‘¿Qué voy a hacer? ¡Estoy muerta! Nunca pensé que mi vida acabaría de esta manera’

Transcurridos unos minutos ella tomó fuerza de lo más profundo de sus almas, se lavó la cara retirando el exceso de las lágrimas y salió del baño.

Echó un vistazo a la mesa donde se encontraba César con esos hombres, él ya se había retirado,

Respiró aliviada y siguió trabajando con normalidad hasta que se fueron todos los clientes.

Ya era de madrugada, Courney salió del bar y miró a todas partes, para no caminar sola, espero en la entrada a la chica que vive en la misma residencia que ella.

Caminaban solas por la calle cerca de su domicilio, cuando una camioneta se detiene y dos hombres se bajan, ellas corrieron, pero los sujetos lograron atrapar a Courney y la subieron al carro, ella lloraba y gritaba que la dejaran ir, uno de los hombres le puso una pistola en la cabeza, mientras el otro conducía, solo le quedo sollozar en silencio.

Después de unos minutos llegaron a un local abandonado, los hombres la sacaron a la fuerza del carro y la arrastraron hacia el interior del lugar.

Cesar la esperaba con una sonrisa depravada.

“Ahora si vas a hacer mía”

Dio unos pasos hacia ella y le propinó un golpe en la cara que le partió la boca.

“Tú y yo nos vamos a divertir, luego mis amigos jugarán contigo”

Cesar la agarró por el cabello y la lanzó sobre una colchoneta, se le montó encima y le rompió el vestido.

“¡No…! Por favor no me lastimes”, gritó alterada, trataba de quitárselo de encima, pero estaba inmovilizada.

César se apoderó de su boca y la beso fuertemente, el bajó su boca a sus senos y los mordió cada uno, bajo su mano y le arrancó el blúmer, se desabrocho el pantalon, sacó su p$ne erguido y se lo introdujo de una sola estocada.

Salvajemente la ultrajó en varias posiciones.

Courney sintió asco, todo su cuerpo le dolía, cuando apreció que él se detuvo, les prestó atención a sus movimientos, él se acomoda la ropa mirando a sus compañeros.

“¡Ahora sí muchachos! Aquí les dejo ese caramelito para que disfruten de ella”

Luego la miró fijamente.

“Ya tu deuda está saldada, si vas a la policía o le cuentas a alguien lo que pasó acá, te busco donde estés y te torturaré hasta que me pidas que te mate”

Le dio la espalda y salió del lugar.

“No por favor otra vez no…”, clamó con angustia, ella sentía que su cuerpo suplicaba piedad.

Los hombres abusaron de ella, dejándola sin fuerza, totalmente desgarrada. Courney no pronunciaba ni una palabra, las lágrimas de dolor corrían por sus mejillas sin parar, solo quería morir.

Cuando los hombres terminaron la montaron en la camioneta y la dejaron botada cerca de un basurero.

El domingo, Jimena salió muy temprano a un mercado popular para comprar frutas y vegetales, camino por una calle y su mirada sé pozo en un cuerpo tirado cerca de un callejón, parecía sin vida, trato de seguir su camino, pero reflexionó y sacó el teléfono móvil de su cartera.

Llamó al 91 1 y les informó de su hallazgo.

Mientras guardaba su teléfono dio unos pasos para distinguir a la chica, se llevó la mano a la boca al percibir el mal estado de su cuerpo desnudo con sangre entre su entrepierna.

Notó que la joven abrió los ojos y ella se paró a su lado.

“Ya viene la ayuda, no te muevas”

“No me dejes sola”, susurró Courney con la voz intercalada.

“Yo me quedo contigo, tú solo resiste”

Jimena no podía dejar a esa pobre alma sola, decidió acompañarla y llamó a Julia para que se hiciera cargo de los niños en su ausencia.

Courney despertó aturdida, queriendo que todo fuera una pesadilla, noto que estaba acostada en una cama de hospital, levantó unos de sus brazos y se percató que estaba conectada a un aparato, trato de moverse, un terrible dolor entre su parte íntima se hizo presente.

“Qué bueno que despertaste, querida ¿Cómo te llamas?”, expresó Jimena llegando a su lado.

Ella siguió la voz y allí estaba la persona que pensó que era un ángel que la venía a buscar, ahora que se ve en el hospital se da cuenta de que no murió.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar