Derribando las barreras de mi CEO -
Capítulo 47
Capítulo 47:
“Desde que nació Max y mi ángel entró en nuestras vidas, no he vuelto a ser el mismo de antes, ya no me acuesto con la primera que se me insinué. Cambiando de tema cuéntame ¿Quién es tu obsesión?”
Kyle se recostó en su sillón y respondió:
“Mi esposa ha regresado, soy socio de su empresa y cada mañana paso por allá, aunque poco la veo porque se esconde de mí, solo con mirarla cuando llega me conformo, tengo que buscar la manera de acércame”
“Suerte con ella primo, ¿Y los niños? ¿Cómo están?”
“Están bien, dando guerra, pero son buenos chicos”
“¡Me alegro! Pronto inauguraré un local nocturno y te quiero allí”
Se levantó de su oficina y se marchó.
Courney estaba en su habitación desesperada, no sabe qué hacer, su madre la echo de la casa y se negó a devolverle su dinero, su padre la trataba con indiferencia, sus amistades al enterarse de no tenía dinero le dieron la espalda.
Está arrepentida de haberse dejado manipular psicológicamente desde niña por Kathen, y ser parte de su ambición por la fortuna de su hermana.
Había considerado buscar a su hermana y humillarse para que le preste ese dinero, pero solo pensar en la idea de explicarle para qué es, va a lograr conseguir más su desprecio, porque tuvo más responsabilidad en todo lo ocurrido.
Después de su lamentable suceso en la pasarela y ser despedida por las Empresas Pratt Courney no obtuvo muchos contratos, ni se preocupó en limpiar su nombre, como tenía dinero que su papá la depositaba mensualmente, no se daba mala vida, se la pasaba de fiesta y de compras.
Ahora su imagen de modelo quedó en el olvido, no tiene una profesión.
En un mercado popular vendió todas sus cosas y joyas, pero no logró recaudar el dinero completo, se la jugó y se fue a las afueras de la ciudad a escondidas con la esperanza de no ser encontrada por ese delincuente.
Era sábado y los niños querían ver a sus abuelitos, Lindsey llamó a Sussan para preguntarle si podían ir, ella gustosa le dijo que los esperaba para almorzar juntos.
Los niños estaban contentos, Lindsey los vistió y preparó sus cosas, luego se montó en su carro con ellos directo a la mansión del Abuelo Hugo.
Mientras que Kyle dejaba a sus dos niños en una fiesta infantil cerca de la casa de su abuelo.
Al llegar a la entrada de la mansión del Abuelo Hugo, Lindsey les informó a sus guardaespaldas que allí se encontraban a salvo, que los llamaría cuando estuvieran listos para regresar a su mansión.
Sussan los recibió con delicadeza, los niños al ver a la abuela no dudaron en salir corriendo a su encuentro.
Fuera de la misión a los lejos había una persona que los observaba.
“Así que la mojigata tuvo tres hijos, ¡Interesante!”
Dentro de la mansión las personas estaban regocijadas con los niños, el Abuelo Hugo estaba embelesado con sus bisnietos, mirada a Lucas y a Leno con devoción era la viva imagen de su papá, escuchaba a Lucas hablar y era como tener de nuevo a su Kyle pequeño.
Luna estaba pegada a su abuela Sussan quien la consentía en todo, y Lindsey solo miraba la escena con alegría.
El ambiente fue interrumpido cuando entró Kyle.
Él no podía creer lo que sus ojos miraban, ver a Lindsey con ellos le confirmaba su descubrimiento. Se quedó estático mientras su corazón trataba de salir de su pecho por la impresión, detallo a cada niño, los varones eran idénticos a él cuando tenía esa edad.
La niña fue quien le robó el corazón, tenía las facciones de la cara de su madre, pero el color de ojos y cabello eran él, no sabía por qué, pero se sentía feliz de estar allí, sus ojos se cristalizaron de la emoción.
Dio unos cuantos pasos hacia ellos y con la mirada suave pronunció:
“¡Abuelo eres un traidor!”
Todos voltearon a verlo, estaban tan entretenidos que no se fijaron del hombre que está frente a ellos.
Kyle se acercó a los niños y se inclinó, fue Luna quien lo miró a los ojos y le sonrió dulcemente, ese gesto terminó de derribar las barreras de su corazón, unas lágrimas rodaron por sus mejillas.
“¿Por qué llorar chico guapo?”, pronunció Luna con una tierna vocecita.
“Porque tengo una hermosa damita frente a mí”
Se pasó unos dedos por su rostro para quitarse la humedad.
Lindsey estaba impresionada, no sabía qué hacer, en algún momento ella tenía que contarle a Kyle de la existencia de sus hijos, pero no era de esta forma y menos delante de los niños.
Ella suspiró profundamente para agarrar fuerza, se levantó del asiento.
“Mi adorado nieto, eso no me correspondía decirtelo yo. Dime ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no avisaste que vendrías?”, lanzó el abuelo.
Él fue a responder, pero es interrumpido por Lindsey.
“¡Kyle!, ¿Podemos hablar en privado?
Él le sonrió dulcemente, se levantó y caminó hacia ella, la abrazó con delicadeza, susurrándole al oído:
“Gracias mi amor por este hermoso regalo, sé que te engañé y tuve que pagar las consecuencias”
Suspiró varias y continuó.
“¿Tú les dices a nuestros hijos quién soy yo?, o ¿Les digo yo?”
Lindsey se sobresaltó, no esperaba esa reacción y menos lo que le expresó, esperaba reclamos y gritos.
Kyle se separó de ella y le pasó dos dedos por una mejilla mirándola fijamente esperando una respuesta.
“¡Yo les digo! Pensé que me ibas a matar”, le indicó bajito.
Él llevó su boca cerca de su oído y le susurró:
“¡Claro te voy a matar! pero de otra forma”
El abuelo carraspeó, no escucho nada, pero observo las caras de sus biznietos que estaban fijas a la pareja.
Kyle con una sonrisa se colocó al lado de Lindsey.
“¡Hijos! ¿Se acuerdan de lo que hablamos de su papá?”
Ella no perdió de vista la reacción de sus hijos. Los tres asistieron con la cabeza.
“Este hombre que está aquí a mi lado, es Kyle Pratt ¡Su papá!”
Lindsey sintió que se liberó de un secreto que la atormentaba, fue más sé lo que se imaginó.
Kyle se sentó en el sofá sin apartar la mirada de sus hijos.
Luna fue la primera en dar unos pasitos y se paró frente a él, ella se emocionó al escuchar que él era su papá, susurró mostrando una tierna sonrisa.
“¡Yo soy Luna Pratt!, tenemos el mismo apellido”
Estaba tan feliz que gritó.
“Por fin tengo un papá como mis amiguitos”
“Sí mi princesa, soy tu papá”
Él estiró sus fuertes brazos y atrajo a la niña hacia él, la acurrucó en su pecho mientras miraba a su abuelo.
“Gracias abuelo”
Le agradeció al anciano porque se imaginó que fue obra de él que los niños lleven su apellido.
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