Corazón esteril -
Capítulo 7
Capítulo 7:
“Uno más, dame uno más”, gruñe con la voz enronquecida del deseo y sus dedos me trabajan, mientras su duro p%ne me destroza de la mejor manera.
Siento mis piernas temblar y el orgasmo llega avasallador, grito abriendo la boca buscando oxígeno, la vista se me ha nublado y me siento temblar en espasmos incontrolables, mientras el constructor de este erótico episodio me da una estocada dura y precisa y se corre entre deliciosos gemidos, su respiración es errática igual que la mía.
Se inclina hasta mi espalda y deja besos cálidos y húmedos que me estremecen, mientras yo trato de recuperar el aliento. Siento su corazón desbocado golpeteando su pecho en mi espalda.
“Recupera el aliento sueño mío, porque la noche recién empezó”.
No mentía, esto solo ha sido el inicio. Porque pasamos follando toda la jodida noche.
Despierto desorientada, me duele la jodida cabeza. No abro los ojos, intento moverme y me duele absolutamente todo, ni siquiera 3 horas de gimnasio me han provocado esto.
Y es ahí donde los recuerdos de la noche anterior llegan como un torrente indetenible a mi cabeza.
Él bailando, él besándome, él haciéndome el amor.
Intento moverme y algo me detiene por la cintura y es ahí donde lo veo. Su fuerte brazo descansando sobre mi cintura y él amoldado a mi espalda. Siento su respiración en mi nuca y su hombría en mi trasero desnudo.
¡Ay cielos! ¿Qué me pasó anoche? Quiero pensar que fueron las copas, pero realmente aunque si había tomado no estaba ebria.
Bajo mi vista y me encuentro con un anillo de matrimonio descansando en su mano. Mis ojos se abren desmesuradamente cuando lo comprendo. Me convertí en lo mismo que tanto detesto… me acosté con un casado.
Cierro los ojos con fuerza y con cuidado me deslizo para salir de aquí. ¡Tengo que salir de aquí! Él se remueve un poco al quitarme por completo pero su sueño es pesado y sigue durmiendo.
Busco mi ropa en el piso y en una pequeña mesa a lado de un reclinable lo veo… una foto de él con su familia, una pelinegra con una hermosa sonrisa está abrazada se su cuello mientras el cargaba un pequeño bebé.
Siento que empiezo a hiperventilar, mi corazón martilla con fuerza en mi pecho y salgo de ahí como puedo.
¿Qué demonios me sucede? ¿Cómo me atreví? Son las preguntas que rondan por mi cabeza todo el camino de vuelta.
Pov Izar.
Siento los rayos del sol sobre mi cara y arrugo el rostro negándome a despertar aún. Me remuevo un poco buscando a mi costado al no sentir su cuerpo junto al mío.
Mi mano tienta el frío colchón y desconcertado abro los ojos. No está. Me apoyo en mis codos y busco con la mirada en la habitación, solo se ve mi ropa tirada, pero no hay rastro de Isabella,
Es casi como si lo vivido anoche hubiese sido un sueño. Por un momento pongo en tela de juicio si realmente sucedió.
Me levanto al baño y miro en el cesto los condones usados… me acerco al espejo y un par de rasguños que vienen de mi espalda y atraviesan el hombro me saludan… definitivamente no fue un sueño. Entonces, ¿Dónde rayos está?
No tengo su número telefónico, no sé dónde vive, posiblemente en el edificio donde entro cuando nos conocimos sea su trabajo pero no sé en qué piso, es como querer buscar una aguja en un pajar.
¡Carajo! La primer mujer que me gusta, que realmente me atrajo en años y después de una noche fenomenal desaparece.
Me meto a la ducha sin poder quitármela de la mente. Nunca me había liado con una mujer que recién conociera, incluso mi esposa fue mi amiga por casi un año antes de que algo surgiera entre nosotros.
¡No sé qué rayos me sucedió! Me embeleso con sus hermosos ojos verdes, su cabello castaño, esa piel tersa y blanquecina, su cuerpo perfectamente curvilíneo y esos labios que me enloquecieron desde que los probé.
Me siento endurecer solamente de pensarla, pongo las palmas sobre la pared del baño mientras el agua sigue cayendo en mí. Cierro los ojos con fuerza para tratar de disipar el recuerdo de sus gemidos, su sabor en mi boca, su orgasmo explotando en mí.
“¡Carajo!”, maldigo dando un golpe a la pared.
Estoy imposiblemente más duro solo de pensarla, como si a mí p%ne no le hubiese bastado haberla follado toda la noche. ¿Y que si se fue?
Paso las manos por mi rostro arrastrando el agua tratando de otorgarme un poco de calma. Salgo de la ducha y aún no acabo de vestirme cuando suena mi celular. Es un mensaje.
Albert: Cuando saques el p%ne de dónde gracias a los cielos la metiste anoche llámame. Siento mucho afecto por la afortunada que te desvirgo por segunda vez
“¡Imbécil!”, digo aun mirando el móvil y marco el número de Albert preguntándome ¿Cómo rayos es mi mejor amigo si es tan imbécil la mayor parte del tiempo?
“¡Corazón! Pensé que marcarías más tarde, te suponía aún enredado en las sábanas de la hermosa ojiverde”, dice con notable picardía y juro que estoy viéndolo en mi mente con una sonrisa de oreja a oreja.
“¿Qué quieres Albert?”, digo con bastante desgano.
“¡Vaya estamos de buen humor! ¿Se te escapó la ojiverde?”.
“Albert no me saques de quicio, no estoy de humor ¿Qué quieres?”, le pregunto.
“¿Qué pasó?”, ahora sí se escucha preocupado realmente.
Lanzo un suspiro un poco derrotado.
“Si estuve con Isabella… pero desperté está mañana y no hay rastro de ella”.
Se queda en silencio supongo midiendo si esto es realmente importante para mí o fue se%o casual.
Me siento en la cama, mientras pienso ¿Estaré exagerando? Al final tal vez para ella si fue algo de una noche y debería ser lo mismo para mí.
“De verdad te gustó ¿Cierto?”, pregunta Albert con seriedad en su voz.
“Me gusta mucho, tengo que reconocerlo. No sé qué me pasó, desde que la vi desaparecer en ese ascensor, no pude sacarla de mi mente todo el día, no sus ojos, la seriedad en sus palabras, pero algo se encendió y después encontrarla en ese lugar, fue…”.
Hago un silencio porque de pronto, no me siento cómodo con lo que iba a decir. Me siento demasiado intenso, no tiene ni 24 horas de que la conozco y ya siento que se metió debajo de mi piel.
La necesidad de sentirme dentro de ella, fue algo no ordinario en mí. Incontrolable. Desde mi esposa no había siquiera mirado a otra mujer. Había tenido propuestas directas, coqueteos pero nadie despertó nada, ni el deseo carnal ¡Nada! Y está mujer con una sola mirada me tenía de rodillas.
Vino a moverme el piso con solo una mirada ¡Debo escucharme como un imbécil!
“Izar, sé que desde Renata no habías estado con nadie y mmm”, dice rompiendo el silencio que se formó”.
“Creo que esa chica de verdad debe tener algo que hizo que esa barrera se traspasará. ¿Qué es lo que realmente te molesta de la situación? ¿Que después de tanto tiempo hayas cedido a la tentación? ¿O que la chica haya desaparecido?”.
“No lo sé, sé que sueno cómo un imbécil pero, no lo sé”.
“Creo que esté encuentro removió más en mi de lo que realmente puedo entender, ya no quiero tocar el tema, por favor”.
“Está bien. ¿Quieres que desayunemos juntos? O ¿Ya tienes que ir por Amelie y Logan?”.
“Tengo que trabajar, sus abuelos los traerán por la tarde”.
“Izar, es sábado… Además eres el jefe ¿De qué sirve ser el dueño de una empresa multimillonaria si tienes que estar ahí tan temprano todos los malditos días?”, dice con frustración.
“Justamente por ir todos los días es que logré hacer de la empresa lo que es”, lo escucho bufar al otro lado de la línea.
“¡Demonios! ¿Cuándo será el día que te dejes sonsacar?”.
“¡Ayer! Eres tan imbécil que no me dejaste otra salida que ir a ese lugar”.
Lo escucho reír a carcajada abierta.
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