Corazón esteril -
Capítulo 68
Capítulo 68:
“Es muy arriesgado Bella, puede lastimarte”.
“Si me quedo quieta aun así me lastimará, nos lastimará a los cuatro”.
Asiente, no de buena gana pero sabe que no tenemos muchas opciones.
“Podemos intentar esto…”, le digo y explico lo que tengo en mente,
Llega de nuevo la noche y Aarón aparece. Nunca lo vi tan fuera de sí, es otra persona. Habla por teléfono con alguien y no entiendo nada de lo que dice, pero se escucha exasperado.
“Necesito ese material lo antes posible ¿Oíste? El dinero no es problema…”, dice.
No entiendo nada pero busco la mirada de mi hermano, ha llegado el momento.
Cuando escucho que se acerca empiezo a fingir arcadas. Y hago el sonido cada vez más fuerte, a medida que lo hago mi boca saliva y siento verdaderas náuseas.
“Bella, Bella ¿Estas bien?”, dice Leonardo a volumen alto para que Aarón nos escuche.
Las arcadas se vuelven reales a medida que el asqueroso sabor del vómito se hace presente.
“¿Que sucede aquí?”, dice Aarón entrando a la habitación.
“¡Ayúdala! Se va a ahogar con su vómito”, dice Leonardo.
En ese momento el vómito se hace real en mí y mi cuerpo se sacude en espasmos.
Siento atragantarme cuando Aarón con manos rápidas corta las amarras de mis manos y me incorpora.
Y saco lo poco que tenía en el estómago sobre la sábana entre mis piernas. Mi cuerpo se sacude cada vez menos pero las arcadas no me dan tregua.
“Iré por agua”, dice Aarón.
Camina unos pasos y yo no pierdo tiempo para desatar mis piernas.
Mis manos tiemblan bajo la mirada preocupada de mi hermano que mira de mí la puerta de ida y vuelta.
Me levanto y un mareo me tambalea, Entre trompicones me muevo y tomo una pequeña viga que permanecía en el suelo. Me recargo en la pared para evitar caer.
En cuanto Aarón da un paso dentro de la habitación golpeó lo más fuerte que puedo su espalda y cabeza y gime cayendo al piso.
“¡Bella desátame! ¡Rápido!”, en grandes zancadas llegó hasta el desatando sus manos.
Observo a Aarón que sigue en el piso mientras mi hermano se desata los pies.
“¡Corre Bella!”, grita Leonardo mientras corremos en la oscuridad.
Solo la luz de la luna alumbra un poco pero buscamos desesperadamente una salida que no encontramos más que puertas de habitaciones.
Esto parece la construcción de un hospital. Buscamos la salida pero parece ser que solo damos vueltas,
“¡Debe haber una escalera!”, le digo alterada a mi hermano.
“¡Sigue adelante Bella, no te detengas!”, dice.
De pronto un estallido llega a mis oídos al igual que un gemido de mi hermano y lo siento caer.
“¡¡Leonardo!!”, grito al verlo en el piso con un disparo en la pierna.
“¡¡Corre!! ¡¡Vete!!”, me grita empujándome.
“¡¡No!! ¡No me iré sin ti!”, le gritó entre lágrimas.
“¡Que te largues Isabella!”.
“Nadie va a ir a ningún lado”, dice Aarón apareciendo con el arma apuntándonos.
“Aarón…”.
“¡Cállate! ¡Hija de p%ta!”, me escupe con odio en la voz “quise que tuvieras aquí a nuestros hijos pero eres una p$rra malagradecida.
Se acerca y apuntando a la cabeza de mi hermano y toma dolorosamente mi cabello y pone su boca en mi oreja.
“Te vas a arrepentir, en este momento te voy a sacar a ese par que debieron ser míos y solo míos, no los mereces y no los tendrás…
“¡Noooo! ¡Aarón, no lo hagas!”, grito mientras me arrastra del cabello,
“¡Suéltala infeliz!”, grita mi hermano arrastrándose hacia nosotros.
“En un momento regresaré por ti”, dice carente de emociones en la voz.
Araño su brazo pero no se inmuta.
Entramos a la habitación que tiene la camilla y de pronto siento un golpe en la cabeza que me hace perder la fuerza por un momento.
Me carga y me pone en la cama y está vez ata mis pies juntos y me pone esposas en las manos.
“Hubiera querido que las cosas fueran diferentes… pero mira lo que me haces hacer… yo solo quería que todo fuera perfecto ¿Por qué no lo entendiste?”, dice.
En medio de mi aturdimiento sigo escuchando los gritos de mi hermano. Siento un pinchazo en el brazo.
“Acabaste con mi vida Isabella, me quitaste lo que más quería y ahora me vas a pagar con lo que más amas tú”.
“Eres un monstruo, no tienes nada bueno dentro de ti, me culpaste de ser estéril pero aquí, tú eres el que no puede concebir nada bueno, tienes el corazón estéril, Aarón”, le digo.
“Yo soy un hombre y tenía todo lo que un hombre debe tener”, responde Aarón.
Siento el cuerpo pesado. Y mis ojos luchan por cerrarse.
Veo la silueta de Aarón que se acerca a mí y con el bisturí que trae en la mano rompe mi ropa descubriendo mi v!entre.
Quiero moverme, juro por cielos que eso quiero pero no puedo.
“Quédate quieta, esto será muy rápido”.
Siento una presión debajo del v!entre y veo la mano de Aarón levantarse llena de sangre.
Lucho por no dejarme vencer.
“¡Deja a mi hermana psicópata hijo de p%ta!”.
Remuevo la cabeza y entre la neblina que me empieza a cubrir miro a mi hermano entrar a la habitación.
Aarón gira para enfrentarlo y de pronto Leonardo lanza un líquido a la cara de Aarón.
“¡¡Un poco del ácido que tenías reservado para nosotros hijo de p%ta!!”, grita Aarón.
Lleva las manos al rostro que se empieza a desfigurar por el ácido
“¡¡Estoy ciego!! ¡¡Estoy ciego!!”, grita Aarón.
“¡¡Isabella!! Háblame ¿Que te hizo? Estas sangrando”, dice Leonardo llegando hasta mí.
“¡¡Por los cielos!! Te abrió el v!entre, cielos necesitas ayuda ¡Aguanta por favor!”.
“Leo, te amo.”, digo apenas en un hilo de voz.
“No, no te despidas… no te despidas. Debo ir a pedir ayuda”, las gruesas lágrimas recorren sus mejillas.
“No nos dejes solos, no quiero estar sola al final”, alcanzo a decir sintiendo como la vida se me escapa entre las manos y de pronto la oscuridad me alcanza.
Pov Izar
La muerte es el inicio de otra vida según las religiones, un pequeño paso para una vida mejor, una vida eterna sin sufrimiento.
Y ruego porque así sea, porque realmente valga la pena el dolor que queda aquí con tal de que allá sea paz eterna.
Llevo diez minutos sin poder decir una sola palabra.
Solo puedo seguir mirando su lápida y aunque leo una y otra vez su nombre aún parece un sueño como el primer día.
El dolor que te deja perder a alguien que amaste tan profundamente nunca se va, solo muta para convertirse en algo parte de ti y de quién serás por el resto de tus días.
Y aunque el remordimiento de su muerte me ataca, sé que ella sabe cuánto la amé y lo que hubiera dado por poder acabar mi vida a su lado.
“¡Papá!”, escucho el grito de Amelie detrás de mí y giro para mirarla correr hacia mi perseguida por Logan.
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