Corazón esteril
Capítulo 69

Capítulo 69:

“Despacio Amelie, no quiero que se vayan a lastimar con una lápida”, le digo mientras llega frente a mí.

“Papá, ¿Ya le dijiste?”, pregunta Logan

“No, los estaba esperando”, le contesto subiéndolo a mis hombros.

“Venimos a contarte algo…”, dice Amelie tomando la delantera como siempre

“Mami, tenemos que contarte algo…”.

Inicia a hablar cuando veo a Isabella acompañada de Joel con los pequeños Evan y Elián de ya un mes de nacidos.

“Mami, tenemos dos hermanitos, se llaman Evan y Elián y son geniales…”, empieza a parlotear Logan mientras Isabella llega a mi lado.

“Pero a veces lloran y sus pañales son apestosos, pero estamos muy felices de ser una familia más grande mami…”, continúa.

Llegamos a un hospital en construcción a las afueras de la ciudad.

Albert consiguió gente preparada para ir por ellos.

“Hay un helicóptero listo para cualquier incidencia y llevas paramédicos… no sabemos que puedes encontrar”, dice Albert en la llamada.

“Los otros equipos ya irrumpieron en las otras propiedades y no hallaron nada”.

“Ruego a cielos que la encontremos pronto”.

Cuelgo la llamada.

Entramos al lugar que está en completa entramos y subimos por las escaleras mientras se revisa piso por piso. De pronto unos desgarradores gritos atraviesan el silencio de la noche. Nos apresuramos hacia el penúltimo piso donde se oye todo el alboroto.

“¡Aquí hay alguien!”, grita uno de mis hombres.

Miro y no puedo creer encontrar a Aarón con la cara y las manos desfiguradas, quemadas entre desgarradores gritos de dolor.

Me adentro y el horror me golpea cuando encuentro a Isabella en una camilla con el v!entre sangrando y a Leonardo con una pierna cubierta de sangre llorando sobre su hermana.

“¡¡Paramédico!! ¡¡Paramédico!! ¡Rápido aquí!”, digo y corro a ver a Isabella.

“¡Mi amor todo va a estar bien! Ya estamos aquí, ya están a salvo”.

“¡Sálvenla por favor!”, dice Leonardo entre lágrimas cuando los paramédicos empiezan a atender a Isabella.

“¡Ese maldito quería sacarle a los bebés! Y le eche ácido en la cara”.

“Todo estará bien mi amor, todo estará bien, ya vamos a casa con nuestros hijos, solo resiste, resiste mi vida, ya estás a salvo, vamos a sacarlos de aquí”, digo acariciando su cabello y besando sus mejillas.

“Había cortado dos capas de piel, no se comprometió el útero, estamos deteniendo la hemorragia y vamos a trasladarlos”, dice el paramédico.

Siento que respiro de escucharlo.

Miro a Isabella y sonríe para mí y siento que el alma se me ilumina.

“Gracias por aceptar venir”, le digo mientras rodeo su cintura con mi brazo.

Miro a mis pequeños hijos en su carriola, sus ojos verdes iguales a los de su madre abiertos explorando los colores de la naturaleza que nos rodea.

“Ella siempre será parte fundamental de nuestra familia y los niños querían que viniéramos a presentarle a sus hermanos”.

La miro y sé que la fortuna de tenerla a mi lado es inmedible.

Así que solo asiento levantando mi mirada al cielo y agradeciendo por este regalo que me fue otorgado. Después de que los niños dejarán flores a Renata, caminamos de vuelta a la camioneta

Miro a Isabella caminando de la mano de Amelie y Logan mientras yo llevo a los gemelos, es justo ahí donde miro a mi esposa rodeada de nuestra familia y la veo floreciendo, como un campo en primavera que destila vida, su amor es un campo fecundo que llena de amor todo lo que ella toca y sé que nuestra historia apenas empieza pero en la prosperidad de nuestra familia.

“¡Mamaaaaáa!”, de nuevo escucho a Amelie

“¡Elián no quiere ir a bañarseeeeee!”, grita.

Sonrió al escucharla. ¡Tan controladora!

Camino a la habitación de Amelie, me encanta ver cómo pronto hizo suyo este espacio.

Cuando compramos esta casa, ella fue la primera en elegir habitación, no fue una sorpresa que eligiera la que tiene vista a la piscina y una pequeña terraza que es su lugar favorito para estar con su mejor amiga “aunque siempre me deja claro que yo soy su mejor amiga en el mundo”, disfruta de este espacio infinidad de veces.

El collage que adorna su pared donde hay fotos de los momentos más felices que hemos tenido en estos años que llevamos juntos es una de mis partes favoritas de su habitación.

La miro ahí peinando su castaño cabello que ahora llega hasta su cintura.

Su blanca piel que resalta adornada por su discreto brillo labial y el rubor color melón, destacando sus largas y rizadas pestañas que enmarcan sus grises ojos.

No cabe duda que es hermosa, tanto por dentro como por fuera.

Es inteligente, tenaz, amorosa, decidida y tiene tan claro lo que quiere que me sorprende que a sus catorce años sea tan madura y centrada.

Encuentro a Elián brincando en la cama de Amelie, tratando de llamar su atención y sacándola de quicio en el camino.

Se parece tanto a Logan pero su cabello castaño con el mechón que le heredaron a su padre y los ojos verdes idénticos a los míos hacen una pequeña diferencia entre ellos, pero tienen esos rasgos varoniles igual que su hermano aún a su corta edad.

Es un pequeño terremoto que tiene afición por los automóviles y en todo momento dice que será corredor de carros y aunque eso me haga doler el estómago, sé que si se inclina realmente por eso, contará con nosotros sin dudarlo.

Evan es el tranquilo de la ecuación, apuesto que él ya está listo en su habitación y en espera de que lo llame, tal vez leyendo o tal vez dibujando.

Los cielos le dieron un don en el arte que él ama profundamente y que me hace sentirme tan feliz de saber que es un niño que al igual que sus hermanos puede expresarse libremente y saben que son apoyados desde el amor.

Logan es mi pequeño caballero, me cuida tanto, o más que su propio padre “y eso ya es mucho decir”, siempre pendiente de mí y de sus hermanos, él es protector como su padre.

Cuando lo miro hay tanta calidez en él que deja ver su gran corazón, pero no te confundas se desata el infierno cuando se encuentra en posición de defender a los suyos o de presenciar una injusticia.

Estoy tan enamorada de mis hijos.

“Elián…”, digo en tono suave haciendo que los ojos de Amelie y los de él me enfoquen y detenga su brincoteo.

“¿Que habíamos hablado de respetar la habitación de tu hermana?”.

Le digo sin cambiar el tono pero firme.

“Que debo respetar su habitación…”, dice bajando la mirada.

No le quitó la mirada de encima esperando el ‘Pero’

“Pero mami…”, gimotea arrastrando las palabras

“Amelie me dijo que ella me dejaría bañarme en su tina y no cumplió. Tú has dicho que tenemos que cumplir nuestra palabra”, dice orgulloso de recordar mis palabras.

“¿Amelie?”, la miro a través del espejo.

“Es cierto mamá, pero no hoy, se tardará horas y no estará listo a tiempo”, explica.

“Elián ya escuchaste mi amor, otro día será y si quieres que haya fiesta tienes que estar listo en…”.

Miro mi reloj como lo hace su padre para darle dramatismo a la situación

“Treinta minutos…”.

“¡Aaahhhh! Treinta minutos…”, sale corriendo despavorido a su habitación.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar