Corazón esteril -
Capítulo 63
Capítulo 63:
Suenan aplausos mi papá se acerca a mí me toma la mano y la cintura. Y comienza a sonar, ‘l Loved her first’ de Heartland y mentalmente me digo que no llorare más.
Pero moviéndome al ritmo de la música en brazos de mi padre escucho su voz entrecortada cantando las estrofas en mi oído…
Y la emoción me invade de nuevo pegando mi frente a su pecho lo abrazo mientras el acaricia mi espalda y cabello, escucho su canto y no puedo evitar que las lágrimas resbalen al oír qué el también llora.
‘Y recé para que ella te encontrara algún día. Pero todavía es difícil dejarla ir. Yo la ame primero’
“Oré para que llegara este día mi corazón y hoy sé que tu madre está con nosotros porque ella también está feliz de que vivas la felicidad que ya te corresponde, verte es como verla a ella y sé que desde donde está también ora por tu felicidad porque fuiste su mayor amor en la vida. Te amo mi corazón”.
Me aferró más a él cuando siento un cuerpo a mi espalda y al levantar la vista… son mis hermanitos que me rodean en sus brazos junto a mi papá.
“Siempre te protegeremos Bella, así como tú nos protegiste a nosotros”, dice Leonel lloroso.
Y mi Leonardo solo retiene las lágrimas.
‘Mis grandotes’
Me dejó envolver por los tres sintiendo su calor, su amor y su protección.
Nos separamos y está mi esposo mirándome con una ternura en el rostro que me embelesa.
“Llego el momento del baile de los novios…”, dice y le sonrió aún con todo el tumulto de sentimientos.
‘Estas hormonas me tienen loca’
“Hijo…”, dice mi papá y lo abraza fraternalmente, cosa que me emociona de sobremanera.
Se separan y se estrechan las manos. Izar me toma en sus brazos y suena, Perfect de Ed Sheran.
No hay necesidad de palabras, nos movemos sin dejar de mirarnos, es como si nuestras almas estuvieran hablando a través de nuestros ojos.
El mundo desaparece por unos minutos mientras somos él y yo amándonos sin necesidad de decirlo, me sonríe y es como si el sol entrara por una ventana, mi interior se ilumina con su sonrisa y sonrió como reflejo, sin soltarnos, sin hablar pero siendo más feliz de lo que había sido en toda mi vida.
Pov Isabella
Miro, vuelvo a mirar y una vez más y ¡No! No termina de agradarme.
Miro sus rostros de desesperación pero no puedo aceptarlo.
“¿Mi amor estás segura? Se ve hermoso”, pregunta Izar por tercera vez.
“¡Izar no! Tanto color me aturde”, digo mirando la pared que parece una lona de carpa de circo.
“No me gusta así la recámara para los bebés, parece vomito de colores”.
Y ahí explota en carcajadas ganándose una mala mirada mía.
“Mi amor, será como tú quieras”, dice acercándose a mí y acaricia mi barriga de casi cinco meses de embarazo.
“Sabes que me tienes comiendo de tu mano”.
Me dice al oído y por supuesto que acelera mi corazón como siempre y en automático estos pequeños futbolistas comienzan en partido de soccer dentro de mí cada vez que su padre habla, ellos reaccionan, como si estuvieran conectados a mi corazón y mi emoción fuera la suya.
Me sonrojo y Logan me regresa al planeta tierra.
“Papá, tiene razón mamá, es un vómito de colores, como si los unicornios hubieran vomitado un arcoíris”, dice.
“¡Logan! ¡Qué asco!”, exclama Amelie con mueca de desagrado.
“¡Ok! Ustedes ganan, vamos a pintar de nuevo”, dice Izar con un gesto de rendición.
“¿De qué color?”, pregunta.
“Rosa”, dice Amelie.
“¡Morado papá!”, replica Logan.
“Logan, el morado no va en un cuarto de bebés”, dice Amelie exasperada.
“¡Claro que sí! O mejor azul con puntos morados”.
Nosotros solo somos espectadores de la batalla que se desata por el color de la habitación.
“Ok, ok, ok, chicos mamá y yo decidiremos el color después de saber si son hermanos o hermanas, así que dejen de discutir y vayan con Lisa para que inicien sus labores”, dice Izar en un pobre intento de detener la discusión.
Pero ambos lo miran, me miran, se miran y salen de la habitación con la discusión aún más acalorada.
Izar los mira sorprendido y yo riendo ya que siempre es igual.
“Esos dos un día se van a estrangular…”, dice.
“Se aman pero son intensos como su papá”, digo sonriente.
“Vamos amor, hay que alistarse para la cita con el ginecólogo”, dice evadiendo el tema y por supuesto que me sonrió y al girar da una palmada en mi trasero como ya casi es una costumbre.
“¿Te he dicho que el embarazo te ha hecho un trasero hermoso?”.
“¡Eres imposible Izar Messina!”, digo saliendo de la habitación porque es capaz de querer follarme aquí mismo.
Vamos rumbo al hospital para nuestra cita mensual, hoy por fin sabremos si tendremos niñas o niños.
“Hoy me dieron una noticia que me hizo feliz ¿Sabes?”, dice tomando mi mano sobre mi pierna.
“¿Ah sí? ¿Qué noticia? ¿Algo de la empresa?”, pregunto.
“No, es referente a Aarón Marshall”, dice y me tensiona el simple hecho de escuchar su nombre.
“¿Que sucede?”, digo y sé que mi semblante de felicidad ha cambiado.
“Hace una hora, se hizo oficial… ya giraron la orden de aprehensión en su contra por el asesinato de Renata, la complicidad en el secuestro de los niños, el intento de asesinato en contra de Carol y lo que sucedió contigo”, dijo y escucharlo me deja boquiabierta pero a la vez siento una especie de paz en mi pecho.
Mentiría si no dijera que aún estoy luchando contra ese fantasma. He tenido que iniciar terapia psicológica para poder salir adelante de las horribles pesadillas que cada día son menos frecuentes.
“¿De verdad?”, pregunto aún incrédula.
“Si me lo avisó Albert, Carol pudo atestiguar y lo acusó…”.
“Gracias a cielos”, suspiro y cierro los ojos recargando la cabeza en el asiento.
Cuando él esté tras las rejas yo por fin podré respirar tranquila cien por ciento.
Visualizo el edificio del hospital y sonrió para mi esposo, es momento de ver a nuestros pequeños de nuevo, Joel aparca en fuera del hospital y se queda con Bernard en la camioneta a esperarnos por orden de Izar.
Nos adentramos al recinto y de su mano camino sonriendo porque Izar no deja de hablar ocurrencias. Lo veo de perfil y no retengo el suspiro, es tan guapo, que es difícil no querer besarlo todo el tiempo.
Llegamos a dónde el doctor Lawrence y la enfermera nos recibe.
“Señores Messina buenas tardes, el doctor Lawrence los espera, acompáñenme por favor.
Seguimos a la mujer que nos dirige a la sala de ecografías.
“Izar, Isabella, que gusto saludarlos”, dice el hombre estrechando nuestras manos.
“Pasen por favor. ¿Cómo te has sentido Isabella?”, pregunta el doctor.
“Bien doctor solo más pesada cada día”, digo en respuesta.
“Es normal, traes a dos pequeñas vidas en tu v!entre, vamos a verificar como se encuentran, por favor acomódate en la camilla”, dijo.
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