Corazón esteril -
Capítulo 62
Capítulo 62:
“¿Y tú mi princesa?”, digo tomando su mejilla.
“Muy feliz papi, soy muy feliz y quiero que tú seas muy feliz. Soy muy feliz mi vida, muy feliz”.
Los tomo en mis brazos besando sus mejillas y al alzar la vista veo a mis padres llegar hasta nosotros.
Mi madre tiene ese brillo en los ojos que me deja ver lo feliz que está.
“¿Listo?”, pregunta ella y yo asiento.
“Tu novia viene en camino así que entremos”.
Siento que el estómago me da un brinco al oírla.
Toma mi brazo, mi padre camina delante de nosotros y toma su lugar. Camino del brazo de mi madre sonriendo a todos los invitados que nos miran con las mismas sonrisas y les agradezco asintiendo hacia ellos.
Mis torbellinos aguardan a Isabella. Llego al altar y beso las mejillas de mamá diciéndole cuánto la amo.
Tomo mi sitio y siento la mano de Albert posarse en mi hombro dándome un ligero apretón y sonrió sintiendo el apoyo de todos aquellos a quienes amo.
Veo entrar a Lily enfundada en un vestido tipo sirena color lavanda y escucho a mi amigo resoplar detrás de mí al verla. ¡Está perdido!
Lisa camina detrás de Lily y ambas toman su lugar.
Y entonces la veo, parece una visión preciosa. Isabella del brazo de su padre con la sonrisa más grande que le conozco en un vestido blanco y una tiara que estoy seguro es la que uso mi madre en su boda, que le hace ver como una verdadera reina.
Un nudo de emociones se asienta en mi garganta y aunque quiero evitarlo las lágrimas llegan a mis ojos.
La mujer que camina hacia mí, sin mirar a ningún otro lado, que irradia felicidad ha cambiado mi vida y la felicidad que siento en el pecho se vuelve lágrimas de emoción, de alegría, de agradecimiento.
Pov Isabella.
Llego al altar donde Izar me espera, se ve imposiblemente más guapo, impecable y lo que casi me pone de rodillas es su mirada, esa mirada que pareciera la de un niño descubriendo el cielo.
Toma todo de mí no dejar que el nudo en mi garganta me venza y retengo las lágrimas, cuando veo las suyas caer de sus hermosos ojos.
Cuando llegó a él extiende su mano y lo miro con lágrimas en las mejillas y una gran sonrisa en su rostro haciendo contraste. Tomo su mano y mi padre toma nuestras manos enlazadas.
“Izar ella es mi más grande tesoro, cuídala y amala mucho.”, dice mi padre con emoción en la voz.
“Nunca lo dudes Andrew”, contesta Izar con seguridad.
Mi papá besa mi mejilla y me da su bendición. Tomados de las manos nos situamos frente al Juez.
“Estamos aquí reunidos en este maravilloso e inolvidable día para ser partícipes y testigos de la unión de Isabella e Izar…”.
Nuestras miradas se cruzan y puedo ver en él todo mi futuro.
Si pulgar acaricia distraídamente el dorso de mi mano. Escuchamos atentamente al juez quien nos hace un pequeño exhorto de la importancia y lo sagrado del matrimonio.
“Isabella, Izar ¿tienen listos sus votos?”, pregunta el Juez.
Dejamos de verlo y nos posicionamos uno frente al otro tomados de las manos.
“Mi amada Isabella, el día que llegaste a mi vida con ese ceño fruncido, tu tosca manera de hablarme y esas rodillas raspadas, algo se encendió en mi corazón, algo que creí estaba muerto tomo vida propia con tu sola presencia y lo supe al cerrarse ese elevador, desde ese momento ya me hacías falta, mi alma te clamaba. Mi alma te reconoció y no hubo más que hacer”, dice Izar.
“Te amo con lo bueno y con lo malo, con tus luces y tus sombras. Te amo irrevocablemente, te amo instintivamente y hoy te quiero jurar que seré tuyo en esta vida, que todos los días lucharé por mantener esa sonrisa que tienes en este momento y cuando no lo logre, cuando tengas días grises y no quieras a nadie a tu lado, yo estaré paciente esperando por ti”.
“Seré tuyo en la enfermedad, seré tuyo en la prosperidad, seré tuyo en la adversidad y seré tuyo en la felicidad. Si cielos lo permite que tu mano sea la que sostenga la mía cuando dé mi último suspiro. Gracias por devolverme el aliento”.
“No sé en qué momento sucedió pero mis mejillas están mojadas, mi corazón martilla frenético dentro de mí, sus palabras tocaron mi alma y justo en este momento somos solo él y yo, solo él y yo envueltos en este ambiente de infinito amor”, terminó Izar.
“No es justo, acabas de opacar mis votos…”, le digo cuando logro que el de mi garganta me deje hablar.
Él sonríe al igual que el juez.
“Izar, antes de conocerte no sabía lo que era un amor puro, desinteresado, un amor que te cobijara el alma y te protegiera de tus fantasmas… tú eres ese amor, tú eres mi hogar, contigo conocí lo que es sentir la plenitud, la felicidad en su máxima expresión y aunque han pasado tantas difíciles pruebas, tú has sido mi brújula, mi pilar”.
“Con tu llegada no solo conocí al hombre más bueno, valiente, protector y amoroso, también conocí lo que es formar una familia y por si fuera poco cielos conociendo nuestro amor hizo el milagro de la vida a partir de él”.
“Seré de ti lo que tú quieras que sea, tu amiga, tu compañera, tu cómplice, tu amante, seré y soy tuya pero no sé una forma dependiente porque tú para mí eres libertad, soy tuya por convicción, soy tuya porque a tu lado soy mi mejor versión, soy tuya porque hoy eres el aire para mí”.
“Te amo hoy, te amare mañana y te amare por el resto de mis días, solo le pido a cielos que nos de mucha vida para disfrutarnos junto con nuestros cuatro hijos”.
Me mira y me mira enmudecido de emoción y de amor, solo aprieta mis dedos con su temblorosa mano.
“Los anillos por favor”, pide el juez.
Albert extiende su mano y le entrega los anillos a Izar.
“Con este anillo me entrego a ti Isabella para amarte y protegerte por todos los días de mi vida”, coloca la argolla de oro justo en el dedo donde descansa el anillo de compromiso que me dio.
“Con este anillo me entrego a ti Izar para amarte y protegerte por todos los días de mi vida”, coloco con cuidado la argolla en su dedo anular izquierdo sintiendo mariposas en mi interior
“Por el poder que me confiere la ley yo los declaro marido y mujer, Señor Messina puede besar a su esposa…”.
Izar me toma entre sus brazos y saquea mis labios en un beso demoledor lleno de emoción, de amor y deseo mientras la concurrencia estalla en aplausos y gritos de emoción.
Me separó un momento de él y con las frentes pegadas lo miro a los ojos.
“Es oficial, no podrás escapar de mí”, le digo.
“No pensaba ir a ninguna parte…”, contesta y me envuelve en otro arrollador beso mientras mis brazos rodean su cuello y lo atraigo necesitando más de él.
Miro desde mi mesa a todos los presentes y se ven animados conversando en sus mesas.
La cena estuvo deliciosa y lo agradezco porque estos bebés me han dejado más de una vez el estómago vacío por las náuseas.
Veo a mi maravilloso esposo hablando acaloradamente con Amelie y me sonrió, ella será la mujer más decidida que el mundo podrá conocer, cuando quiere algo lucha por ello y eso me hace sentirme orgullosa de ella.
“Isabella hija…”, me llama mi suegra llegando a la mesa.
“Llegó el momento del baile padre hija, alístate en lo que voy por él”.
Asiento feliz y acomodo un poco más mangas de mi vestido son de encaje y seda hasta las muñecas y mi espalda está totalmente descubierta.
Me siento una princesa de Disney recibiendo sus felices para siempre.
Veo a mi padre al otro lado de la pista y caminamos el uno al otro hasta encontrarnos y sonreímos a la par.
Le hago una seña a mi suegra y ella a su vez avisa al animador.
“Demos un aplauso a la novia y su padre que bailarán el tradicional baile padre-hija”.
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