Corazón esteril -
Capítulo 61
Capítulo 61:
Me sonríe achicando esos hermosos ojos y me da un pico en los labios.
“Espero que ésta pequeña amazona aparezca hoy por la noche haciendo de las suyas”.
Me roba una carcajada y me siento más tranquila.
Miro a Lily con una copa en la mano pero con un ceño de tristeza en el otro extremo de la habitación así que disculpándome con Izar me acerco a ella.
“¿Que sucede?”, le digo y se sobresalta.
“Nada”, dice pero no le creo por supuesto.
“Lily, te conozco ¿Que sucede?”, digo tranquilamente.
Me mira por un par de segundos, desvía la mirada y vuelve a mirarme.
“Albert, eso es lo que me sucede, es un idiota”, dice con el ceño fruncido.
“¿Que te hizo?”, le pregunto preocupada
Y justo en ese momento Albert con cara de miseria se acerca.
“Lily ¿Podemos hablar?”, le pregunta.
“Habla con tu madre”, dice Lily dejándonos a los dos parados ahí viéndola contonearse hasta la puerta y salir.
“¡Estoy jodido!”, dice Albert arrastrando la palma de su mano por la cara.
“Albert, no sé qué pasa…”, le digo mirando su desesperación
“Lily es una mujer fuerte pero muy noble así que si jodiste las cosas, busca hablar con ella desde el corazón, es la mejor mujer que podrás toparte en la vida”.
“Lo sé, pero me detesta y yo… ¡Carajo! … adiós Isabella”, dice saliendo apresurado hacia dónde salió hace un momento Lily.
Y miro a los futuros padrinos de mis hijos salir detestándose. Espero que eso cambie antes de que nazcan.
Tres semanas después…
Estamos esperando a pasar con el médico para mí control natal. Hoy me harán una ecografía para ver a mis pequeños revoltosos.
He estado tan sumergida en los preparativos de la boda exprés que se le ocurrió a Izar que casi olvidamos la cita.
“Señora Messina”, dice la enfermera y yo siento mi pecho ensancharse.
Miro a Izar para adentrarnos al consultorio.
En una semana será la boda y estos pequeños se hacen cada vez más evidentes en mi cuerpo, a excepción de las horribles náuseas mañaneras que espero vayan en descenso todo el proceso ha sido mágico, más de lo que llegue a soñar,
Después de colocarme en la camilla y recibir el frio gel en mi v!entre comienzo a mirarlos…
Mi corazón late fuerte en mi pecho y aprieto la mano de Izar que mira el monitor tanto o más emocionado que yo. Ya se miran sus caritas, sus pequeñitas manos y yo no puedo más que sentir emoción y un amor inmenso recorrerme,
“Isabella, tienes un sano embarazo de doce semanas. Los felicito. Les confirmo que sus hijos comparten el mismo saco y esto quiere decir que serán gemelos o gemelas idénticas. Están en tamaño y condición óptima y sólo hay que seguir llevando tu control mensual “, el Doctor Lawrence regresa su vista a mí.
“Muchas felicidades mami estás haciendo un maravilloso trabajo, tendrán hermosos y sanos bebés”.
“Gracias mi amor”, dice Izar dándome un pequeño beso
Lo miro a emocionada y totalmente feliz, feliz de vivir, estoy feliz de vivir lo que viene a su lado. Estoy a una semana de ser su esposa, solo una semana que quiero que pase volando.
Pov Izar.
Acomodo los pequeños gemelos que eran de mi bisabuelo en los puños de mi camisa.
Esos pequeños de oro han recorrido generaciones en mi familia y hoy me acompañaran en este gran día.
Han sido días llenos de emociones, unas buenas, otras no tanto pero el día de hoy todo es perfecto. Me miro al espejo y mi semblante no podría ser más feliz.
Cuando se fue Renata pensé que la felicidad jamás tocaría a mi puerta de nuevo, pero lo hizo por medio de una ojiverde con rodillas raspadas que me enloqueció.
Acomodo mi saco y el azar en mi solapa, mi cabello peinado como siempre, resaltando el mechón que tanto ama Isabella.
Miro por el espejo entrar a mi padre con un chaqué que aumenta su elegancia y porte, le sonrió a través del reflejo del espejo y él me devuelve la sonrisa con gran entusiasmo.
Giro para encontrarlo de frente y me mira detallándome. Se acerca a mí y acomoda mi pajarita sin dejar de esa mirada de orgullo que ha tenido todo el día.
“Luces muy bien papá”, digo y el posa sus manos en mis hombros.
“Es la magia de tu madre, si ella no estuviera yo luciría cómo vagabundo”, dice con una sonrisa que achica sus ojos. Me rio de su comentario
“Gracias papá, sin ustedes yo no hubiera sobrevivido al golpe que fue lo de Renata, me han apoyado en todo momento y hoy incluso hoy ustedes son parte fundamental de mi felicidad, no se ¿Cómo podría pagarles tanto?”, digo sinceramente.
Me mira conmovido.
“Hijo, nos has dado tantas alegrías, eres buen hijo, buen padre y sé que fuiste y serás un buen esposo. Somos inmensamente felices de estar compartiendo contigo este momento tan especial”.
“Hijo, el máximo logro de un padre es ver a su hijo feliz y realizado… me has dado dos nietos hermosos Izar y me darás dos más… hijo nos has devuelto juventud y ver ese brillo en tus ojos hoy es el mejor pago y regalo para tu madre y para mí”.
“Te amo papá”, me dice y lo abrazo sintiendo tanto orgullo y agradecimiento por ser su hijo.
“¡Vamos! Todo está listo en el jardín y tu madre está enloquecida preguntando por ti.
“¿Isabella?”, pregunto impaciente por verla.
“Alistándose entre un ejército de mujeres, Lily, Hanna, Lisa, tu madre, la peinadora, la maquillista y tus hijos están con ella. Iré a buscarla mientras tú te adelantas, todos los invitados ya esperan”, me responde.
Sonrió emocionado por verla caminar hacia mí esperándola en el altar.
No podremos casarnos de manera religiosa porque ella sigue casada con el imbécil de Aarón, pero ante los ojos de cielos y los hombres será mi esposa.
Camino por la casa y todo está impecable con tantas flores que parece jardín aquí dentro, se ve el toque de mi mamá.
Ella quería un evento para quinientas personas y cuando lo reduje a máximo doscientas sé que quiso golpearme.
También le pedí que se realizará aquí y honestamente todo se ve muy bien hay muchas velas y flores blancas, justo como Isabella lo pidió, mi madre la complació en todo.
Atravieso la zona donde será el banquete y hay una pista de baile que instalaron por la mañana y sonrió imaginando que en pocas horas estaremos bailando ahí con Isabella.
Llego a dónde espera el juez por nosotros y siento una emoción que me invade por completo poniendo mi piel de gallina.
Miro a mi padrino de honor y mejor amigo esperarme en el altar, familiares, amistades socios, empleados de confianza aguardando por nuestra entrada.
Se acercan mis hijos y mi corazón se ensancha, Amelie luciendo como un ángel con un vestido blanco esponjado con una fajilla de color lavanda y con una tiara de flores, sus manitas con unos delicados guantes y sosteniendo una canasta con pétalos de flores.
Mi pequeño caballero lleva un chaqué igual al de su abuelo y luce tan adorable con su cabello para atrás dejando ver su carita y sus ojos iguales a los de su madre.
Sé que ella donde quiera que se encuentre está feliz por saber que iniciaremos una etapa donde formaremos una familia llena de amor.
Me pongo en cuclillas a la altura de mis hijos.
“¿Están felices?”, les pregunto.
“Si papito mucho aunque el traje me aprieta un poco pero dijo la abuela que soy el niño de honor y debo llevarlo sin quejarme”.
Sonrió ante su comentario, miro a Amelie y ella me mira con tanta ternura en sus ojos.
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