Corazón esteril
Capítulo 54

Capítulo 54:

“Están a tres horas de aquí. Por la autopista cincuenta y seis”, dice el oficial.

“Pediré el helicóptero”, le digo y beso a mi mujer.

“Yo voy con ustedes”, dice.

Pov Carol

Salgo de la ducha y me coloco un capri blanco con sandalias de tiras de tela, un top amarillo y el cabello perfectamente liso justo como me encanta.

Salgo a la sala y encuentro a los pequeños destructores de mi tranquilidad viendo una película en la plataforma de transmisión en directo. Me dirijo a la cocina y veo que hay para alimentarlos, no soy buena en la cocina así que serán emparedados de nuevo y leche.

Hoy tiene que venir Aarón a traerme efectivo, aunque creo que solo serán un par de días más para tener a los niños aquí, no tengo la paciencia para cuidarlos y confío en que la estúpida se haya ido con todo y sus desgraciados.

“Amelie, Logan, vengan a cenar”.

Se acercan y al mirar los emparedados hacen gestos los muy malagradecidos.

“Tía Carol, yo quiero panqueques”, dice Logan queriendo hacer un gesto.

“No hay panqueques, esto es lo que hay de cenar, si lo quieren coman y si no duerman con hambre”, sentencio sin más porque me revientan los berrinches y al parecer a Logan le encanta hacerlos.

El labio inferior le tiembla y juro que si hace una rabieta lo encierro en el baño.

“Vamos a comer esto Tía Carol, gracias”, al menos la niña es sensata.

Veo correr un par de lágrimas en las mejillas de Logan.

‘Por cielos que niño más consentido’

“Tomen la cena en su habitación, ahí ven su película y no salgan”, no quiero chillidos.

Amelie me mira y mira de reojo a su hermano. Lo toma de la mano y se dispone a llevárselo.

“Si, Tía Carol, buenas noches”.

Los miro desaparecer de mi campo de visión y puedo respirar tranquila.

Estoy tan aburrida… no sé quién dice que tener hijos es emocionante, es frustrante y tedioso.

Tomo el control remoto y quitó la película que estaban viendo los niños, cambio algunos canales y de pronto veo algo que me deja sin voz,

Mi fotografía como buscada por el secuestro de los niños Messina.

‘¿Pero qué m!erda?’

¡¡Ellos son mis sobrinos, tengo derecho a tenerlos!! ¡¡Maldita!!

Seguro fue ella, apagó el maldito aparato y camino en círculos con la cabeza hecha un lío. No los robe, ellos vinieron por su pie conmigo.

‘Pero los trajiste con mentiras’ dice una voz en mi cabeza. ¿Qué demonios voy a hacer? Tengo que ampararme, quizás un abogado pueda ayudarme. ¡No quiero ir a la cárcel! ¡¡Aarón!! No tarda en llegar.

Camino hacia la habitación donde están Amelie y Logan.

Los encuentro mirando la película con los platos de emparedados sobre las piernas.

“Voy a recibir una visita, no salgan hasta que yo venga por ustedes…”, ambos asienten.

Salgo de ahí pero no confío en ellos y no quiero que arruinen lo que tengo que hablar con Aarón así que tomo las llaves que permanecen en un llavero colgado en la pared y busco la llave, cerrando la puerta y las pongo en el bolsillo de mi pantalón.

Escucho como abren la puerta del chalet y giro el rostro para encontrarme con Aarón. Realmente luce como la m!erda, la barba crecida, está más delgado, su siempre pulcro cabello está despeinado ¡Nada que ver con el Aarón que conocí!

Me mira con bastante recelo pero me mantengo tranquila porque yo se manejar esa bestia.

“¿Por qué demonios te metiste aquí para esconderte de la estupidez que una vez más hiciste?”, me dice apretando la mandíbula y acercándose a mí pero me mantengo en mi lugar mirándolo.

“No tenía a dónde ir y este lugar es bastante cómodo”.

“¿Que no te das cuenta que me comprometes estando aquí hija de p%ta?”, dice bastante alterado.

“Ya suficiente m!erda has hecho…”.

“Relájate, nadie sabe de este lugar”, le digo restándole importancia.

“¡No tardan en saberlo! El maldito Izar tiene a la prensa sobre la noticia, toda la policía te busca, tu rostro está en internet… ¡No tarda en dar contigo!”.

¡Mierda!

“¿Me has traído el efectivo que te pedí?, pregunto.

“¡Ahí está!”, dice aventando un sobre amarillo al sofá.

Lo abro y no debe haber más de cinco mil dólares.

“Esto es una m!erda Aarón ¿Qué haré con esta cantidad?”, le digo sintiendo la bilis en mi garganta.

“No pienso mover más de mis cuentas y ponerme más en la mira de la policía… lo único por lo que he luchado era mi prestigio, mi nombre y tú acabaste con eso por ser una estúpida…”, me toma del mentón y se acerca hasta que puedo sentir su aliento “quiero que te largues en este momento.

Sus ojos están llenos de odio.

“No me voy a ir…”, digo sintiendo sus dedos encajarse cada vez más en mi piel.

“He sido muy paciente a pesar de todo Carol, no me obligues a mostrarte mis alcances”, dice con una calma que hace que mi piel se ponga de gallina.

Pero con Aarón las cosas no funcionan así, jamás puedes demostrarle miedo ¡Jamás!

“Vas a ayudarme Aarón Marshall, porque estás tan embarrado como yo en esto ¿Quién te creerá que no sabías que vendría para acá? Te conviene más sacarme de aquí y así borras la evidencia”, digo sin bajarle la mirada.

“¿Dónde están los videos?”, me dice sin expresión alguna.

“Te dije que los tenía aquí para ti bebé”, le digo mostrando el USB que llevo de llavero conmigo donde están las copias de los videos.

Me suelta de su agarre. ¡Bingo!

“Está bien, hagámoslo. Te voy a sacar del país”, sonrío ante su declaración.

“Muy bien, es la mejor manera de que los dos salgamos bien librados de esto”, le digo satisfecha.

Camino para servirme un trago después del estrés que me generó de este encuentro.

“¡Oh pero claro que sí mi amor! Yo voy a salir bien librado”, dice a mis espaldas y de pronto un sonido ensordecedor me aturde y es seguido de un dolor que quema en mi espalda y me empuja para enfrente.

Caigo sin siquiera meter las manos. El dolor que experimento es tortuoso pero no puedo moverme, ni siquiera me quejo solo siento el dolor punzante que invade todo mi cuerpo.

Lo escucho acercarse a paso lento y quisiera luchar pero no puedo, solo las gruesas lágrimas pueden denotar que sigo consiente.

“Qué pena que no entendieras que conmigo no se juega más que en una cama Carol…”, se inclina y toma el llavero de mi mano.

“vas a acabar en una zanja cómo el pedazo de porquería que eres”.

Siento algo frio posarse en mi sien.

De pronto a lo lejos se escuchan lo que estoy segura son sirenas de policía.

“¡Mierda!”, exclama y lo escucho salir corriendo.

Siento el aliento abandonarme y justo en este momento veo a Renata, la miro sonriente. ¿Me perdonarás algún día?

Escucho golpes en la puerta… el dolor cada vez se siente menos…

“¡¡Hay una mujer herida!!”, grita alguien.

Ya no me duele nada, el fuego que sentía en la espalda cesó.

“¡Carol!”, escucho gritar a Izar.

“¡Carol! ¿Quién te hizo esto? ¡¿Dónde están mis hijos?!

Y ya no escucho más.

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