Corazón esteril -
Capítulo 48
Capítulo 48:
“Eres una p%ta de m!erda, acusando a Aarón de que te violó cuando seguro te volviste a revolcar con él por gusto, ¡Hija de p%ta!”.
Tomo un respiro porque está mujer no me va a arrastrar a su maldito juego.
“Mira Carol me importa un carajo lo que pienses, palabras como esas viniendo de una callejera como tú que se mete con casados me sabe a nada. Estas dolida porque Izar me eligió sobre de ti que te le quisiste meter a la cama, eso no es mi problema…”.
“¿No te contó las veces que gozamos juntos?”, suelta y no logra más que sacarme una sonrisa por lo estúpido que es esto.
Es una infantil. Que ganas de gritarle que sabemos lo que hizo.
“Mira Carol, estás haciendo el ridículo. ¡Lárgate y vete! Ya viste a tus sobrinos, ya sabes que a Izar no le gusta encontrarte aquí. Si no quieres que te prohíba la entrada mejor vete”, digo con toda la calma que puedo sacar de mí porque estoy a punto de sacarla a rastras de aquí,
“¡Pero que tierna!”, dice con una estúpida voz burlona
“¿Te quieres adueñar también de mis sobrino? Aawww es cierto, que eres una estéril de m!erda que ni para parir sirves… ¿Por eso te buscaste uno con hijos? para que no te deje porque estás defectuosa, inservible, pero antes de que te adueñes de ellos prefiero verlos de internos en otro país…”
No lo pienso, lo mido o lo calculó, simplemente se me acerco a ella y le pegó un puñetazo en su operada nariz.
“¡Hija de p%ta! ¡Me rompiste la nariz!”, dice jadeando con esa horrible voz chillona que tiene mientras se agarra el rostro que pronto se llena a borbotones de sangre.
“¡Lárgate de esta casa ahora mismo!”.
“¡Tu no me vas a correr de aquí! Esta es la casa de mi hermana… la que se va a largar más pronto de lo que te imaginas eres tú, infeliz”, dice con el traje beige vuelto un desastre con los manchones rojos por doquier.
“¡Vete en este momento de aquí Carol!”, me sobresalto al escuchar la voz de Izar detrás mío mientras siento su mano posarse en mi cintura.
“¡Carajo Izar! No te das cuenta que está salvaje me rompió la nariz, esta hija de p%ta no debe estar con mis sobrinos…”.
“Si Isabella hizo eso es porque algo hiciste para ganarlo y si quieres que te pague por ello pasas mañana con mi secretaria para que te dé un cheque que cubra una cirugía plástica más para ti. Pero en este justo momento te largas de mi casa y no quiero verte de nuevo aquí si no quieres que mi seguridad te saque por las malas”.
La mujer está hiperventilando. Tiene una mirada de psicópata que se acompaña de una risa bañada en sangre.
“Tú no me vas a hacer esto Izar Messina, tú no me vas a desechar como un trapo viejo ¿¡Entendiste!?”.
No lo harás y menos por ésta. No tienes idea de quién soy.
“Lo sé y por eso no te quiero aquí. Lárgate ahora Carol”, dice Izar encarándola.
“¡Vete a la m!erda hijo de p%ta! ¡Váyanse a la m!erda los dos! Tú vas a terminar siendo mío quieras o no Izar ¿Oíste? Quieras o no, mucho hice por ti y esta insignificante no va a venir a cambiarlo”.
“¡Que te largues carajo! ¡No me hagas sacarte como quiero hacerlo! ¡Lárgate!”, grita Izar y Carol se estremece al igual que yo ante su estruendosa voz. Sale de la casa aun dejando un rastro de sangre.
“Izar yo…”, quiero explicarle.
“No digas nada… no ahora amor”, me interrumpe, tratando de sonar tranquilo pero sé que no lo está.
Me quedo callada por qué sé que está iracundo y necesita espacio para calmarse.
Voy a la cocina y pido que vayan a limpiar antes de que los niños bajen y vean el desastre que hay en la sala.
Encuentro a Izar sentado en el sofá con los brazos sobre sus piernas y los dedos entrelazados. Siente mi presencia y sin mirarme dice.
“Me estoy hartando de esperar para hacer pagar a esta maldita lo que hizo…”, posa su vista en mí.
“Cada vez me cuesta más contenerme y siento que un día la voy a matar con mis propias manos”.
“Tú no eres un asesino”, le digo sentándome a su lado y poniendo mi brazo en su espalda.
“Izar, llegara el momento que la veas tras las rejas, pero no quieras hacer justicia con tu propia mano porque te convertirás en lo mismo que son ellos”, agacha la cabeza y asiente.
Sé que Izar es bueno, con un carácter fuerte y hasta explosivo pero no es malo y no quiero que se corrompa y menos por ellos.
“No sé por qué demonios la golpeaste… pero es lo más gratificante que he visto en las últimas semanas”, y eso me hace soltar una carcajada y veo si sonrisa aparecer.
Me toma de la mano y me sienta en su regazo.
“Mi futura esposa es una fiera cuando se lo propone… ¿Quién lo diría? Detrás de esa cara angelical hay una amazona a punto de atacar”, dice.
“Cuando se trata de los míos siempre”, lo beso delicadamente.
“Vamos con los niños, están en el jacuzzi con Hanna”.
Me sonríe y asiente. Me bajo de él y caminamos hacia la escalera.
Subo dos escalones y de pronto siento que todo se pone negro y como si cayera en un hoyo profundo, me alcanzó a detener un poco del traje de Izar pero eso no ayuda en nada porque el mareo hace estragos y no se más de mí, me desmayo.
Pov Izar
Tengo a Isabella desmayada en mis brazos y simplemente puedo decir que siento el corazón latir en mi garganta. Sus ojos cerrados y su semblante pálido cuál papel me paraliza por un segundo pero al siguiente mi pánico crece sin medida al sentir su cuerpo flácido en mis manos.
“¡Isabella! ¡Isabella!”, la sacudo pero no reacciona y siento como algo frio me recorre la espalda.
Pongo mi brazo bajo sus rodillas y el otro bajo sus hombros y salgo corriendo en dirección del garaje, dispuesto a llevarla a un hospital.
No corrí mucha distancia y aun así siento mi corazón latir en mi garganta.
Justo al llegar al garaje me encuentro con Joel y el personal de seguridad. Debo lucir como la m!erda, porque Joel se adelanta a mi encuentro con cara de susto
“¡Señor Izar!”, es lo único que alcanza a decir.
“¡Llévame al hospital… rápido!”, me abre la puerta y me ayuda a entrar con Isabella aún en mis brazos.
El auto se mueve y yo acomodo a mi mujer en mi regazo y repito incesantemente.
“Todo va a estar bien mi amor, todo va a estar bien ya verás…”, aunque lo digo más para mí que para ella.
“¡Vayan más rápido carajo!”, ordeno.
Ella no se mueve un centímetro. No sé cuántos minutos llevamos en el auto, pero para mí se siente como una eternidad.
Por fin visualizo la fachada del hospital, mi ansiedad está a tope y puedo sentir la adrenalina correr por mi cuerpo. Bajo lo más rápido que puedo y un camillero me intercepta al ver a Isabella desvanecida en mis brazos.
“¡No reacciona!”.
Es lo único que digo y la acomodo en la camilla para ver al camillero entrar a toda velocidad con ella. Espero recargado en una pared de la sala de espera, después de haberla registrado en recepción.
Ya marque a casa para avisarle a Hanna lo que sucedió.
Le pedí que no le dijera nada a los niños de lo ocurrido.
Le pido a cielos que no sea nada grave y podamos regresar juntos a casa.
Tal vez la excitación de lo que sucedió con Carol le afecto, fue una emoción fuerte, eso debió ser.
‘cielos que esté bien, por favor’
Camino un poco porque me siento muy ansioso, hasta asustado.
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