Corazón esteril
Capítulo 35

Capítulo 35:

Por eso viví frustrada y triste por no poder ser madre, porque sentía que era mi obligación tenerlo para hacer feliz a mí esposo.

¡Grave error!

Lanzo un suspiro cansado, se reventó la liga de tanto que la jalaron y hoy no sé quién soy, no sé quién es Isabella sin su madre, sin sus hermanos. Tengo que encontrarme, tengo que rescatarme y empezar a vivir para mí.

Vocean para abordar el avión y sin nada de ganas pero decidida abordo. La carita de Amelie y Logan ronda por mi mente, sus sonrisas, sus travesuras, y ese maldito nudo de nuevo en mi garganta.

Ojala un día pueda volverlos a ver a pesar del odio que debe sentir Izar por mí.

Estoy parada frente a su puerta y es que más que venir a pedir asilo tengo que empezar por sanar desde la raíz y él es la raíz de todo.

Mi miedo a las relaciones, mi sensación de nunca hacer lo suficiente para ser apreciada, mi excesiva necesidad de aprobación, y la necesidad desmedida de tener una familia a como diera lugar… porque la mía se destruyó ante mis propios ojos.

Nunca envidie nada en mi vida, nunca desee las zapatillas de otra mujer, ni un mejor cuerpo o un auto, ningún hombre… pero siempre miraba a las familias que parecían felices en los parques y cines, siempre me pregunte que se sentía ser parte de una familia normal.

Mi familia siempre fue un campo minado, mi madre eternamente enferma de celos, mi padre viviendo una vida sin medidas y nosotros en medio de una guerra que no era nuestra.

El primer y único golpe físico que me dio mi madre fue a los cuatro años cuando se dio cuenta que mi papá me llevo con una de sus amantes, me dijo que la traicione y que era participante de lo que mi papá la lastimaba en medio de un ataque de ira.

Hoy su segundo golpe pero este fue mortal me trajo hasta aquí. Me armó de valor y tocó la puerta.

Mis manos sudan un poco, hace años que me mandó su dirección y jamás quise venir, jamás quise sacar del profundo hoyo donde enterré cualquier sentimiento que me recordara lo que me costaron a mí las decisiones de él.

De pronto abre la puerta y sus verdes ojos se posan en mí y se abren desmesuradamente a medida que la comprensión llega a su cerebro.

“¡¿Isabella?!”

“Hola papá”.

Pov Izar

La mujer en el sofá cubre su cara llorosa y llena de angustia con ambas manos. Sus hombros suben y bajan con movimientos violentos y sonidos chirriantes de sus sollozos.

Leonardo con un brazo en la pared mirando al piso, mientras su mano temblorosa sostiene la carta de su hermana, llora en silencio sin mirarnos. Leonel en el otro sofá solo tiene la vista perdida y los ojos como platos, me dirige una mirada y al conectar sus ojos con los míos una lágrima retenida baja por su mejilla.

Sé que Isabella quería evitarles esto, se cuánto ama a sus hermanos pero yo no podía permitir que está mujer saliera ilesa cuando Isabella fue mancillada por su causa. Esas lágrimas que derrama ahora me saben a m!erda, no tiene idea de lo que hizo en su hija, su imagen me golpea incesantemente y su sufrimiento me tiene aquí parado.

No esperaba que ellos estuvieran aquí pero el destino así lo quiso, pensaba confrontarla y decirle que su jugada está descubierta y que no cesare hasta que ella y el bastardo de Marshall paguen por lo que le hicieron.

“Toda mi vida admire a Isabella”, rompe el silencio Leonardo.

“Tanta m!erda en nuestra vida, tanta podredumbre en su vida y ella solo nos dio amor, en todos mis recuerdos buenos está ella”.

Se acerca a la mujer que no se atreve a levantar el rostro y niega constantemente al escuchar a su hijo que le escupe las palabras con odio y asco.

“Tú estuviste ausente toda la vida y ella siendo lo que tú no eras, me enseñó a leer, ella supo de mi primera novia y de sus ahorros me compro una caja de chocolates para que yo se la regalará”, levanta a la mujer de una mano y la enfrenta cara a cara con tanto odio en el rostro a pesar de tener las lágrimas retenidas.

”Y tú… tu ¿Cómo le pagaste? ¡Ayudando a que ese hijo de p$rra la vi%lara! Eres una hiena”.

La mujer niega mientras su hijo la encara

“Yo no sabía”, dice casi en un susurro.

“Yo solo quería que dejara a este sujeto, que fuera la mujer de bien que era antes… Aarón me dijo que solo le tomaría fotos para que se decepcionara de ella pero no sabía”.

Casi quiero escupirle, el coraje me recorre pero me contengo porque necesito escuchar.

“Cállate mamá, jamás supiste lo que a tu hija la hacía ser una buena mujer”, su voz se entrecorta.

“Tú no la viste con los hijos de Izar, jamás la había visto sonreír así, tan feliz, tan plena y tú y ese bastardo le robaron eso”.

De pronto el recordar esa escena me hace un nudo en la garganta que me hace difícil tragar.

“Ella era feliz con nosotros y nosotros con ella y nos robaron eso… yo permití que nos lo robaran”.

“Vas a decir ante la justicia lo que Aarón Marshall le hizo a Isabella”, sentencia Leonardo.

La mujer abre los ojos desmesuradamente y busca la mirada de Leonel pidiendo ayuda ante tal declaración.

Leonel solo baja el rostro que tiene bañado en lágrimas, dejándole claro que en esto… ella está sola.

“No puedes pedirme eso Leonardo, soy tu madre”.

“Justamente por ser mi madre es que no solo tenlo pido… te lo exijo”.

“Él es su marido, solo quería recuperarla, la ama y actuó de manera desesperada”.

“¡Ese bastardo no ama a nadie!”, digo cansado de esta m!erda.

“La engaño con la hermana de la madre de mis hijos y con muchas más, ella misma le mando pruebas… e independientemente de eso lo que le hicieron fue ruin”.

“Yo no voy a acusar a Aarón”, dice la mujer cabizbaja.

“¿Qué demonios te pasa mama?”, dice Leonardo alterado.

“Abuso de tu hija ¡Maldita sea! ¿Qué demonios tienes en la sangre?”.

“No sé preocupe que usted no lo acusara pero yo los llevaré a la corte a los dos y van a pagar esto a como dé lugar”.

“Mi mamá va a cooperar Izar, te lo aseguro”, dice Leonardo.

Doy un asentimiento a ambos y salgo de ahí. Necesito encontrarla, tengo que encontrarla.

Han pasado una semana desde que todo esté drama se desató.

Poco he dormido porque las pesadillas no me dejan en paz, esas malditas imágenes no dejan de reproducirse en mi cabeza.

Albert tiene la encomienda de rascar en la basura que es Aarón Marshall, sé que debajo de esa máscara de buen doctor hay mucha podredumbre y yo voy a sacarla toda. Y a pagar con creces lo que le hizo a Isabella.

Salgo de la oficina y me dirijo a la camioneta dispuesto a ir a mi casa.

En estos momentos es tan malditamente difícil llegar a mi hogar, ellos invariablemente preguntan por ella y la decepción en su cara al no obtener respuesta me duele en lo más profundo.

Sus abuelos han venido por unos días y lo agradezco mucho porque así ellos se olvidarán un poco del tema mientras averiguo donde está mi hermosa ojiverde.

Justo cuando subo a la camioneta suena mi móvil.

“Hola Albert ¿Que sucede?”, pregunto.

“Izar necesito verte urgentemente”, un hueco se instala en mis entrañas.

“Te veo en 30 minutos en mi casa”.

“No, ahí están los padres de Renata ¿Cierto?”.

“Así es “afirmo confundido.

“Te veo en mi apartamento Izar, es importante que hablemos esto en privado”.

Mi corazón palpita salvajemente dentro de mí y mi piel se eriza anticipando lo que viene.

Le pido a Joel que cambie el rumbo y me dijo al apartamento de Albert.

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