Corazón esteril -
Capítulo 33
Capítulo 33:
[He vivido una infancia y adolescencia no para mí, siempre vi por otros, hambrienta de amor y atención me case con un promiscuo, he vivido para complacer a alguien más y ya no puedo, fui abusada por eso que no creo que sea humano ayudado por quién me trajo al mundo y eso termino de romperme]
[Me voy con el corazón lleno de tu amor, del amor de tus hijos, y será un bonito recuerdo mientras termino de matar a esta Isabella para reconstruirme de nuevo]
[Hasta siempre. Isabella]
Tengo los pies clavados en el piso, mis manos tiemblan moviendo la hoja que no puedo dejar de mirar.
¡La perdí!
Siento las lágrimas bajar una a una. Ella me necesitaba y la deje sola ahí. Yo también estaba herido, a mí también me dolió pero debí hablarlo, pero los celos me cegaron.
Lily me mira sin expresión alguna.
“Dime dónde está por favor”, le digo sin dejar de mirar la hoja donde veo su letra y algunas manchas de mi propio llanto.
“No lo sé, justo no me lo dijo para que no tuviera oportunidad nadie de buscarla… no quiere saber de nadie, incluso me dejó su celular.
Me duele inmensamente, yo contribuí a que ella sintiera la soledad que emana en esta carta, La pego a mi pecho y la abrazo sintiendo el dolor ahogarme.
Me necesitaba y yo como un neandertal salí de ahí, herido, ofendido y le dije que se fuera cuando ella estaba rompiéndose en mil pedazos, traicionada por su propia sangre… Lily me mira y agacha la cabeza, no debe ser agradable mirar a alguien ser carcomido por el remordimiento.
“No sabía, yo no sabía, perdóname”, repito entre sollozos dolorosos.
No me duelo yo, ni que me haya abandonado porque lo merezco, Me duele pensar el infierno que está viviendo y sola.
No lo merece. ¡Cielos!
Por fin regreso la mirada a Lily y me mira con lágrimas contenidas en sus ojos.
“Ella está sufriendo mucho Izar, de todo corazón te lo digo, que si es honesto tu dolor y arrepentimiento, espero que cielos les dé una nueva oportunidad sin todas las sombras que los han perseguido”, sus lágrimas caen por sus mejillas.
“Ella es una maravillosa mujer que ha tenido que luchar mucho y… nunca la vi tan feliz como cuando estaba contigo… ella brillaba”.
Sus palabras me rompen un poco más. Toma mi hombro y le da un pequeño apretón en signo de apoyo.
Y simplemente me rompo, yo también la necesitaba desesperadamente después de pensar que para mí ya no había nada, apareció y lleno todo. Y me la quitaron, nos robaron esa felicidad que empezábamos a construir, Lily me hace pasar y me ofrece un café.
Estamos en silencio, cada quien lidiando con sus pensamientos. Solo me mira y creo que siente un poco de lastima por mí.
“¿Que te paso en las manos? ¿Tuviste una sesión de desquite con la pared?”, pregunta.
Miro mis nudillos dónde se confunde la sangre de el con la hinchazón de mi piel.
“Digamos que le cobre solo un uno por ciento de lo que debe Aarón Marshall”, le digo sin dejar de mirar mis puños.
“Me hubiera gustado verlo, ojalá lo hayas desfigurado al hijo de p$rra.
“Nada de lo que le hicieron se va quedar impune…”, le digo con voz neutra.
“¿Porque dudaste de ella?”, lanza la pregunta sin anestesia y me hace ponerme rígido”, veo que la quieres ¿Que sucedió?
“Ver esas marcas en su piel, me cegó, le pedía que me dijera la verdad, pero no entendía que ella sabía menos que yo de lo que sucedía”, agachó el rostro al recordarla llorando cuando salí de la habitación.
“Me vencieron los celos y caí en la trampa que nos tendieron”.
“Le dije que fuéramos a la policía para que paguen por lo que le hicieron”, regreso la mirada a ella.
“Pero no quiso porque su madre está envuelta en esto y no quiere que sus hermanos sufran”, continuó.
“¡¿Aún después de todo esto la defiende?!”.
Lily solo sube los hombros en señal de no entender la situación.
“Yo no soy tan bueno como ella”, me pongo de pie y doblo la carta metiéndola a mi chamarra.
“Gracias por todo y por favor si se comunica contigo si no quieres decirme dónde está lo entiendo, pero solo dime qué sabes que está bien”.
“Ok ¿A dónde vas?”, pregunta.
“A enfrentar a una víbora”, respondo.
Este día ha sido una verdadera locura, ayer estaba feliz, tan feliz que creo que esto que estoy viviendo es solo una pesadilla y que en cualquier momento despertaré para encontrar a Isabella con el cabello alborotado por toda la almohada con esos pequeños camisones que se levantan justo en los lugares correctos y que me hacen sonreír al verla perfumar mi cama de ella.
Toco el portón de madera. Me siento anestesiado, no siento dolor, ni cansancio, ni hambre a pesar de no probar comida desde ayer. Toco una vez más.
“Buenas tardes”, dice la mujer que abrió la puerta.
“Buenas tardes busco a la madre de Isabella Lennox”.
Me mira con extrañeza.
“Permítame por favor”, dice cerrando la puerta prácticamente en mi cara.
Espero unos minutos y se abre de nuevo la puerta.
“Hola Izar ¿Qué haces aquí? ¿Pasa algo con mi hermana?”, dice uno de los gemelos.
“Hola, perdona no se distinguirlos…”, digo.
“No te preocupes, soy Leonel ¿Que sucede?”.
“¿Está tu mamá?”, pregunto.
“Si, pasa, pasa por favor”, dice dándome paso a la casa con preocupación en el rostro.
Me dirige hasta una sala donde se encuentra el otro gemelo y la madre de ellos.
La mujer al mirarme se levanta como resorte.
“¡¿Que hace este salvaje aquí?!”, pregunta casi en un grito pero yo mantengo la calma.
“¡Quiero que se largué de mi casa!”, grita.
Quien ahora sé es Leonardo se levanta del asiento y se acerca a ella, tratando de calmarla.
“Mamá tranquila, no tienes por qué ofuscarte”.
“Mamá, tiene algo que decirnos de Isabella por favor”, esta vez es Leonel quien interviene.
“No me importa, este hombre golpeó sin ninguna compasión a Aarón frente de mí hace unas horas, no lo quiero en mi casa”.
“¿Y porque habría de tenerle compasión a ese malnacido?”, replicó y los gemelos me miran confundidos.
“Entonces es verdad…”, dice asombrado Leonel.
“Le deje muy en claro que no voy a permitir más daño hacia Isabella…”, la miro sin mover un milímetro
“Y lo mismo haré aquí”.
“¿A qué te refieres?”, pregunta Leonardo dando un par de pasos hacia mí.
La mujer cambia su gesto y un visible terror la invade.
“No voy a quedarme aquí a escuchar las mentiras y locuras de este tipo”, da un par de pasos para salir de ahí.
“No es ninguna locura señora, se lo dije hoy, voy a defender a su hija hasta de usted”.
Eso la detiene y dirige su paso hacia mí.
“¿Defenderla de mí? ¿De qué hablas estúpido? ¡Soy su madre!”, me dice mirándome con odio.
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