Corazón esteril -
Capítulo 29
Capítulo 29:
Deja el móvil en la cama y sigue mis movimientos en silencio. Me visto poco a poco, necesitando salir de aquí, porque siento que me asfixió.
“Izar mírame ¡Mírame por favor!”.
Vuelvo la mirada a ella y su gesto es de desesperación.
“Yo… yo no sé qué sucedió… por favor tienes que creerme”.
“Explícame exactamente ¿Qué es lo que quieres que te crea? Me acabas de decir que no eras tú la de la imagen y si eres tú. Te pedí la verdad, solo eso y no sé qué rayos creer en este momento”, digo al enfrentarla.
Se acerca a mí y toma mi mejilla poniéndose en puntas junta su frente a la mía. Y siento mi pecho arder de nuevo, las lágrimas bajan una a una mientras me muero por dentro.
Suena mi móvil y la mirada de ambos se encuentra cuando abrimos los ojos. Me suelto de su agarre y tomo el móvil con manos temblorosas. Es un mensaje de nuevo.
No lo abro, es de nuevo ese mismo remitente, le extiendo el celular a Isabella quien con manos dudosas lo toma y cuando abre el mensaje sus ojos se abren como platos.
“¡No, no!”, exclama su boca y suelta el teléfono.
Lo recojo y miro una nueva foto donde se ve semidesnuda dormida abrazada del pecho de quién toma la foto como selfie, se ven en una cama. Tomo mi cabeza y me paseo cómo león enjaulado.
Mis oídos empiezan a pitar y una risa sale de mi boca. Y otra risa rota y llorosa salen de mí. Siento que voy a enloquecer
¡Que estúpido soy! La miro ahí y quisiera consolarla ¿Pero consolarla de qué? Su mirada está clavada en el piso y no me mira, solo se queda ahí inerte.
“Por favor quiero que te vayas…”, respiro profundo sintiendo que todo mi ser está colapsado
“Hubiera metido las manos al fuego por ti, hubiera defendido esto de cualquiera… pero irónicamente tú lo destruiste y de ti… de ti jamás pude defenderme”.
Ella llora con las manos en el rostro y sé que no soy capaz de lidiar con esto, salgo sin mirar atrás porqué si la miro de nuevo quizás me arrepienta.
Pov Isabella
Todo me da vueltas y siento un dolor clavarse de mi frente a mí nuca. Esas asquerosas imágenes se reproducen una y otra vez en mi cerebro.
¿Que hice para merecer esto? ¿Qué mal tan grande estoy pagando? ¿Cómo paso? No comprendo que sucedió.
Y de pronto levanto la vista, busco a Izar y sus palabras me azotan cómo el peor golpe de todos.
‘… Por favor quiero que te vayas…’
Él no puede creer… claro que lo cree. ¿Cómo podría creer que fue justamente quien me trajo al mundo quien me puso en manos del demonio mismo?
Camino al baño lentamente y frente al espejo quitó mi camisón después las bragas y me giro. Ahí están y mis lágrimas salen en un gemido doloroso, espantoso. Me abrazo a mí misma, y abro la llave de la regadera.
El agua helada corre y yo me siento en el piso recibiendo la lluvia artificial, abrazando mis piernas y lloro, lloro sin poder detenerlo. Lloro porque se lo que hizo, me abusó, él no solo destruyó nuestro matrimonio, también acaba de destruir todo lo que construí después de lo que me hizo.
Me ultrajó en todos los sentidos. Ver qué esa cama, mi cama, dónde dormí segura en mi adolescencia fue el escenario de esta infamia, rompió mi corazón y me dejó en shock.
Porqué de él podría esperar cualquier cosa, tiene el corazón estéril, no puede concebir un amor limpio y honesto.
Pero ella… ella le ayudó, no hay otra explicación. Me siento sucia, muy sucia, el agua no se alcanza a llevar está sensación que me desgarra.
“Solo quiero decirte que aunque no comprendas porqué de mi forma de actuar, te amo y me preocupas y sobretodo quiero lo mejor para ti ¿Me comprendes?… porque vuelvas a ser la mujer más feliz del mundo”.
Recordar sus palabras que ahora tienen sentido me rompe desde adentro.
¿Esto lo hace una madre? Entonces agradezco al cielo que nunca seré mamá para no lastimar a nadie como me ha lastimado a mí.
Salgo de la ducha y me visto lo más rápido que puedo y salgo de esta casa.
Me voy sintiendo que dejo la mitad de mi corazón aquí. Dónde el hombre que más me ha amado y al que amo con todo mí ser piensa que soy la villana de nuestra historia.
Pov Izar
Camino sin rumbo sumido en mi mismo, es como una película que se repite una y otra y otra vez dentro de mi cabeza. ‘¿En qué momento te apagas cerebro?’
Recuerdo cada momento de estos meses a su lado y duele, duele porque me dio los momentos más felices de los últimos cuatro años, duele porque me regreso la ilusión, duele porque la amo.
Pero esos mismos recuerdos me vuelven a arrastrar a la rabia, la ira, tengo el cuerpo y la mente hechos un caos.
Pienso en volver pero en este momento no es opción, no con la ira rugiendo en mi interior, no con el dolor a flor de piel, no quiero hacer algo de lo que me pueda arrepentir. Tomo mi celular y marco el número sin importar la hora que es.
“Por favor necesito verte, voy para tu apartamento…”, digo pasando una mano por mi cabello sin saber a dónde más ir.
Estoy sentado en el sofá con los codos en las rodillas y mis manos alborotando aún más mi cabello mientras Albert camina de ida y vuelta por la sala.
“Albert ¿Que le puedo decir a mis hijos? ¿Cómo voy a justificar su ausencia mañana y todos los días siguientes?”, pregunta.
Mi amigo me mira y por un momento siento que hay compasión en su mirada.
“En este momento quisiera ser de esos hombres que ahogan sus penas en alcohol, poder perderme, embrutecerme hasta olvidar hasta mi nombre”, le digo mirando a la nada.
“Eso es cobardía Izar y tú no eres un cobarde, hoy más que nunca necesitas estar lúcido y sin tomar las cosas de manera visceral”.
“¿Cómo me pides eso Albert?”, pregunto tratando de no ofuscarme.
“Si tomo todo de mí no destrozar la casa entera antes de salir de ahí”.
“Lo sé, sé que detrás de esa cara de buena gente que te cargas eres un desgraciado bien hecho”.
Niego ante lo que dijo.
“Por eso estoy tratando de ver las cosas fríamente porque sé que tú en este momento no puedes, no cuando se trata de la ojiverde”.
“Me siento como el mayor imbécil del universo y tengo ganas de ir a matar al remedo de doctor con mis propias manos, apretarle el cuello hasta oírlo romperse”.
Siento fuego dentro de mí, yo no soy violento, no me gusta tener que recurrir a algo así para arreglar un problema, pero cuando se meten con lo que amo no puedo calmar a la bestia que ruge dentro de mí clamando que acabe con sus días.
“Ok, esa será una opción, porque gente así solo roba oxígeno pero por ahora tenemos que saber que sucedió, si te soy honesto Izar no creo que Isabella haya hecho eso…”, dice pensativo Albert.
“Pero después está el hecho de que las marcas que tenía Isabella en el cuerpo y las fotos”.
Gruñó y me remuevo incómodo en mi lugar al oír lo que Albert menciona, se me revuelven las entrañas.
“Mira Aarón es un imbécil, lo sabemos y por eso no creo que Isa haya siquiera mirado de nuevo en su dirección, el día que le partiste la cara fuera del departamento donde vivía Isabella bien pudo arreglar las cosas pero no lo hizo…”, camina pensativo.
¿¿Cuándo fue la última vez que viste desnuda a Isabella? Bueno específicamente ¿Cuándo fue la última vez que le viste el trasero antes de esta noche?”, pregunta.
Levanta las cejas mirando en mi dirección.
“Te estás excediendo imbécil…”, le digo con una mirada amenazadora.
“No idiota esta vez me vale m!erda tu vida s%xual”, dice sacudiendo las manos y negando con la cabeza
“Pero quiero encajar las piezas del rompecabezas”.
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