Corazón esteril -
Capítulo 21
Capítulo 21:
“Si mi amor uno más”, me dice y deja una mano en mi hombro y la otra baja a mi cl!toris y hace lo suyo.
Entre convulsiones que hacen que casi caiga al piso tengo un orgasmo arrasador, todo mi cuerpo tiembla, mis pezones están dolorosamente erectos y mis ojos ruedan para atrás ante la oleada intensa de placer.
Izar me toma por la cintura y prácticamente me sienta en su regazo y sube la velocidad dándome con todo, siento su hombría palpitar dentro de mí y sé que está a punto de llegar.
“¡Oh por cielos!”, lo escucho y siento como se vacía dentro de mí en medio de estocadas más pausadas pero igual de fuertes y gemidos de ambos
“Te amo Isabella, te amo mi amor”.
Repite una y otra vez en mi oído mientras yo acaricio su cabello y beso de sus labios a su mejilla.
Sintiendo las palabras retumbar en mi pecho.
Pov Aarón
Estoy vistiéndome tranquilamente admirando el trasero de la mujer que acabo de follarme mientras se viste dándome la espalda.
Sandy o Mandy, realmente no recuerdo su nombre, pero no es necesario que lo sepa, no fue tan buen polvo como pensaba así que será la primera y última vez que la tenga que llamar.
Cuando estoy ajustando mi corbata suena mi móvil. Casi no puedo creer que es la bocazas de Carol, es una estúpida que arruinó las cosas. Dejo pasar su llamada pero enseguida está marcando de nuevo.
¡Maldición! Esta mujer es más molesta que un grano en el trasero.
“¿Quien llama tan insistente cariño?”, pregunta la mujer a mi lado.
“No es de tu incumbencia”, cariño” así que no hagas preguntas y date prisa”, le digo y se queda en silencio.
Detesto a las mujeres que se meten dónde no las llaman, peor aun las que con una cogida se sienten a un paso del altar, en ambos casos son personas que no conocen su lugar.
El estúpido teléfono no deja de sonar, ahora es un mensaje por supuesto de Carol. Lo abro mientras meto a Sandy en el carro para salir de este motel.
Carol, si sabes lo que te conviene vas a contestarme Aarón, recuerda que tengo muchos trapitos sucios que te conozco y le pueden interesar a la policía. ¡Esta maldita mujer!
“¿Dónde te voy a dejar Mandy?”, le pregunto a la rubia.
“Mi nombre es Andy y déjame aquí ¡Eres un imbécil!”, contesta molesta pero realmente me importa un carajo.
Me detengo para que se baje y lo hace dando un fuerte portazo a mi Lexus. ¡Mujeres!
Me detengo unas calles adelante y le marco a la loca.
Uno, dos, tres timbrados y justo cuando voy a colgarle…
“A pesar de todo no eres tan estúpido…”, dice la condenada mujer.
“No vuelvas a amenazarme jamás Carol, sabes que no te conviene”, le digo con voz letal.
“Sabes que cuando lo hago no son amenazas Aarón, yo no gasto saliva a lo tonto”.
“¿Que rayos quieres? Escúpelo que tengo prisa”, le digo cansado de ella, es un arpía igual que todas.
“¿Cómo es que permitiste que la imbécil de tu mujercita santa se fuera a meter con Izar? ¡Con mi Izar! Cuando la vi en su casa casi me caigo de trasero, jamás pensé que la mosca muerta de tu mujer conociera a Izar y menos que se le metiera a la cama”.
No ocupa decirme más, no gozo de buen carácter y lo sabe y en este momento le está queriendo patear el trasero al diablo.
“Mira Carol, aquí la imbécil que puso todo de cabeza fuiste tú. Tú abriste la boca con Isabella por tu estúpido ego herido de encontrarme con la cría de tu asistente y acabaste con mi matrimonio y eso hizo que esos dos se conocieran…”
Le escupo con rencor a esta loca de m!erda.
“Ahora si después de todo lo que has hecho para quedarte con tu cuñado Isabella te tumbó al hijo de p%ta, es tu problema no el mío”.
“¡Déjate de estupideces!”, dice alzando la voz
“Lo de Isabella te lo merecías por desgraciado. Sabes que conmigo no se juega, pero de Izar recuerda que tienes el cincuenta por ciento de participación y estás tan embarrado en esto como yo, así que vas a ayudarme a quitarle a esa arribista de encima”.
Me río a todo pulmón.
¡Vaya que está mujer es hilarante!
“No te voy a ayudar a nada Carol, estás demente si crees que después de tu jugada sucia voy a ayudarte.
“Te conviene ayudarme Aarón o ¿Prefieres que todo el mundo se entere de quién es el intachable Doctor Marshall, sus excéntricos gustos y toda la m!erda que esconde bajo la fachada de un hospital de renombre?”.
Además podrías recuperar a la mojigata de Isabella. Aprieto fuerte la mandíbula, está p$rra se está atreviendo a amenazarme…
“Escúchame bien, si hago esto no es por ti ni tu absurda amenaza, es porque ese hijo de p%ta y yo tenemos una cuenta pendiente”, digo tocando mi mentón y recordando el día que me dio el puñetazo.
“Eres tan inteligente como desgraciado por eso me encantas”.
Ruedo los ojos ante su estúpido comentario.
“Te veo en una hora en tu apartamento”, digo y le cuelgo.
Carol es una loca y ya declaro la guerra a Isabella y al hijo de p$rra ese, esto se va a poner bastante interesante.
Pov Izar
La miro dormida a mi lado, su cabello alborotado por toda la almohada, un mechón rebelde sobre su mejilla me incita a ponerlo en su lugar, pero no lo hago.
Estoy tan hipnotizado viendo su rostro apacible, escuchando su respiración pesada y detallando cada borde de su cara iluminada por la luz que se filtra por la ventana, que me niego a mover un solo músculo que podría despertarla.
No creí volver a sentir esto y con esta intensidad. Cuando la vi salir de la casa, lo afectada que se veía y después no saber de ella me hizo sentir miedo, un miedo incomprensible y latente en mis entrañas de perderla, de no volver a tenerla como justo en este momento se encuentra, en mi cama, en mis brazos.
Y pude entender que estoy profundamente enamorado de ella.
Ya sabía que la quería conmigo, ya sabía que deseaba forjar una vida a su lado, pero ayer entendí que se ha vuelto una parte esencial de mi vida, que hoy forma parte de lo que más amo en el mundo, mis hijos y ella.
Acaricio su mejilla no resistiendo la tentación de poner ese mechón en su lugar y ella se remueve haciendo un gracioso movimiento con su nariz.
Sonrió al ver qué se acurruca en mí. Beso su cabeza y me acomodo para seguir durmiendo a lado de esta mujer que vino a cambiar mi mundo con su inesperada llegada.
Estamos desayunando ya casi listos para salir de casa. Hanna está preparando los almuerzos de Amelie y Logan en sus respectivas loncheras, mientras Isabella está poniendo unos listones de colores en las coletas de Amelie.
“¿Listos para ir al colegio?”, pregunto al ver mi reloj marcar las 7:05 am, mis hijos asienten llevando un gran bocado de su plato y jugo a la boca.
“Bueno a lavarse los dientes que salimos en diez minutos”.
Veo a mis pequeños amores dirigirse al baño para lavar sus dientes mientras mi hermosa Isabella se acerca a mí para abrazarme por el cuello y yo afianzado a su pequeña cintura.
“Al medio día pasaré por ti…”, le digo sin dejar de mirar sus hermosos labios con ese tono rosa que me encanta
“Me gustaría que almorzamos juntos para platicar de ese tema que tenemos pendiente ¿Te parece bien?”.
“Si, está bien”, me dice en un tono neutro pero presiento que este tema no será fácil de abordar.
Salimos los cuatro de la casa, primero nos dirigimos al colegio para dejar a los pequeños que al llegar a la puerta del colegio se despiden de manera efusiva y muy cariñosa de Isabella y después de mí. Seguimos el camino hacia el trabajo de Isabella y la noto más pensativa de lo normal.
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