Corazón esteril
Capítulo 19

Capítulo 19:

Sé que me ama como yo la amo, lo he sentido en cada beso, en cada caricia, en cada silencio, en su risa, en su forma de mirarme, en la forma que se ha encariñado con mis hijos, en su pulso cuando al sentirme cerca se acelera, en el brillo de sus ojos cuando me descubre mirándola,

No dudo de su amor silencioso, porque sé que sólo tiene miedo, miedo de salir lastimada como la lastimó el imbécil de su ex. Se lo dije y volví a ver con más fuerza su amor en la emoción al escucharme y su entrega al hacer el amor, fue maravillosa.

En este momento está frente a mí con esos ojos que parecen un verde bosque iluminado por el sol y tan emocionada por el simple hecho de decirle Logan quiere que se disfrace con nosotros.

¿Acaso no se dará cuenta de lo enamorados que tiene a mis hijos con esa personalidad tan amorosa, tan protectora y fresca?

Nunca le he preguntado si ella quiere tener un hijo, supongo que si porque se ve que le encantan los niños, espero que lleguemos a eso, donde podamos hacer más grande está familia que sé que ya somos.

“¿Por qué eres tan maravilloso?”, me pregunta con los ojos chispeantes y me provoca sonreír ampliamente.

“¿Por qué eres tan hermosa?”, le pregunto en respuesta y acuno su rostro para besar sus labios.

“¡Izar…!”, escucho una voz de mujer conocida.

Giro el rostro y me encuentro con la cara furiosa de Carol, que me ve como si quisiera saltar sobre mí.

“¡¿Qué demonios hace esta mujer aquí Izar?!”, grita Carol fuera de control.

Mira a Isabella con odio en los ojos y eso enciende la ira en mí. ¿Quién diablos cree que es para venir a mi casa a ver así a mi mujer?

“¿Qué haces aquí Carol?”, pregunto con verdadera sorpresa y bastante enojo dentro de mí.

“La pregunta correcta es ¿Que hace esta mujer aquí?”, dice mirando a Isabella con desprecio.

Isabella se suelta de mí y apenas en un susurro escucho que dice”, me voy de aquí.

Sale de la cocina y por un segundo no sé qué está sucediendo. Camino hacia la puerta y Carol me detiene.

“¿Qué clase de p%ta broma es está Izar? ¿Cómo te atreviste a meter a una de tus rameras a la casa donde viven mis sobrinos?”, la miro pero realmente me vale m!erda lo que diga, necesito saber que sucede con Isabella.

Me toma del brazo y siento sus largas uñas encajarse en mi piel. Tomo su mano y la quitó de mi brazo, aun sosteniendo su mano me acerco a ella y le digo con toda la ira que siento en mi cuerpo.

“Que sea la última vez que me tocas y que te refieres a Isabella de manera despectiva o grosera si no quieres que te prohíba la entrada a mi casa y olvide tu condición de tía de mis hijos”, suelto su mano y me dirijo a buscar a Isabella.

Grita detrás de mí pero yo ya no la escucho, salgo corriendo a la entrada y no la veo por ningún lado. ¡Por cielos! ¿Qué paso por su cabeza para salir así? Ni siquiera el celular se llevó, se quedó en la encimera de la cocina.

Tengo una sensación extraña en el pecho, una especie de miedo que no puedo explicar. Sé que si pensó que tengo algo que ver con Carol por la estúpida forma en la que se comportó podremos arreglarlo, confío en ello.

Regreso a la casa y lo que veo me deja sin palabras. Carol llora desconsolada en la sala mientras mis hijos la miran y tratan de consolarla.

“Tía Carol ya no llores por favor ¿Quieres que Hanna te haga waffles para que te sientas mejor?”, dice Amelie con un gesto de preocupación y dolor que me hace doler el estómago.

“No mi amor, no es necesario”, dice Carol completamente bañada en lágrimas.

“Lamento mucho que ya no podré verlos más… los amo tanto mis chiquitos.

No puede ser que esté haciendo esto. Mis hijos la miran asustados ¿Y cómo no? Si llora a mares.

“Tía Carol siempre puedes vernos”, dice Logan acariciando su mano.

“No mi bebé, la nueva novia de papá no quiere que esté cerca de ustedes”.

“¿Qué?”.

La miro intensamente y veo a mis hijos mirarme confundidos.

“¿Es cierto papá? ¿Isabella no quiere a la Tía Carol?”, me dice Logan con un ceño completamente abatido.

“No campeón, la Tía Carol se confundió pero ahora mismo vamos a platicar para aclararlo”.

Carol me mira retándome.

“Suban a su habitación recuerden que nos vamos pronto”.

Ambos obedecen y se van tomados de la mano a su habitación.

“¿Qué demonios te sucede Carol? ¿Por qué les dijiste eso a los niños?”, digo cuando estamos solos.

“Ya no quieres que los vea y me advertiste que no me metiera con tu z%rra”, me dice con gran altanería dejando de lado las lágrimas que tenía frente a mis hijos. Chantaje puro.

“Empiezo a pensar que realmente estás loca, no tienes ningún derecho de opinar sobre mi vida privada”, miro como endurece el rostro al escucharme

“El hecho de ser familiar de mis hijos no te da, ni voz, ni voto en mi vida”.

“El que no entiende eres tú”, dice levantándose del sofá y caminando hacia mí”, los niños necesitan una figura materna pero no de una desconocida si no de su sangre.

Se detiene frente a mí y toca mi cabello, tengo ganas de sacarla a rastras de la casa pero quiero ver qué tan lejos llega.

“No es difícil entender que busques quien te haga compañía, han sido muchos años de soledad”, acaricia mi brazo y puedo sentir su descarado coqueteo que me parece algo vulgar viniendo de ella.

“Pero necesitas una mujer completa, que pueda amar a tus hijos, cuidarte y cuidarlos, además de satisfacer tus necesidades como hombre”, pega con descaro su cuerpo al mío, mientras la ira crece de manera descomunal dentro de mí.

“¿Y tú supones saber dónde encontraré a esa mujer?”, pregunto en un tono neutro.

“Claro que sí…”.

Trata de tomarme por el cuello y acerca su rostro a mí intentando besarme. Tomo firmemente sus muñecas y alejo el rostro de ella sin dejar de mirarla.

“Basta de este estúpido juego Carol, deja de poner de pretexto a mis hijos para meterte en mi cama y en mi vida”, me mira con los ojos desorbitados, llenos de odio.

“He tratado de ser un caballero contigo pero cada vez lo haces más difícil, así que te lo pondré más claro ¡No siento ninguna atracción por ti! No me interesas como mujer ¡Jamás serás más que solamente la tía de mis hijos! Y quiero que dejes de tratar de usarlos para lo que sea que tienes en mente. ¿Te quedó claro?”.

No me responde sus fosas nasales se expanden y contraen con rapidez, su rostro está rojo y con los ojos encendidos.

“No tienes p%ta idea de quién soy, Izar Messina y más te hubiera valido jamás decir lo que acabas de decir, no sabes de lo que soy capaz”.

“¿Me estás amenazando?”, le pregunto fingiendo una calma que no siento porque realmente me tiene exasperado esta mujer.

“Te estoy avisando…”.

Se suelta de mi agarre y sale de la casa, no sin antes darme una mirada de muerte. Exhaló el aire y me siento en el sofá llevando las manos a mi cabeza.

¿En qué momento confundió tanto las cosas Carol? Desde el día del funeral de Renata trato de meterse aquí y no quisiera pensar que desde ese día tenía estás ideas.

¿Me estás amenazando? Me subo a mi habitación para alistarme para ir al zoológico como les prometí.

Hemos regresado, tuve que llevar a Amelie y Logan no solo al zoológico sino también al cine, no paraban de preguntar por Isabella y tenía que distraerlos de alguna manera.

“Señor, voy a bañar a los niños y alistarlos para que cenen”, me dice Lisa.

“¿Tiene alguna indicación en especial?”.

“Ninguna Lisa, Muchas gracias. Tengo un poco de jaqueca, cuando terminen de cenar los preparas para dormir”.

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