Corazón esteril -
Capítulo 14
Capítulo 14:
“No tiene nada que ver contigo”, le digo interrumpiéndolo y tomando su mano entre la mía.
“Antes de conocerte me enteré de que durante los 6 años que teníamos de relación me engañó y decidí dejarlo”.
Me mira y de momento a otro sonríe bajando la mirada.
“Vaya historias de vida ¿No crees?
“Totalmente “esbozo una pequeña sonrisa.
“¿Quieres ir por un trago para platicar tranquilamente?”, me dice acariciando el dorso de mi mano con el pulgar.
“Me parece que tenías una reunión allá dentro”.
“No te preocupes por eso, nada que con una llamada no se solucione”, me sonríe y yo siento algo revoloteando dentro de mí al mirar su sonrisa.
“Está bien. Vamos”, le digo mientras él toma mi mano para sacarme de ahí.
Pov Izar
Me propuse no buscarla y el destino la puso justo frente a mis ojos, no pienso desaprovechar esta oportunidad.
La miro caminar de mi mano hacía la camioneta y aun así no puedo creer que esté aquí a mi lado.
Sus labios me regalan pequeñas y tímidas sonrisas cuando la miro y me siento tan afortunado.
Tuve en mis manos la fiereza de su deseo y agradecí el privilegio de que me confiara su intimidad, pero en este momento que la miro tan encantadora, con las mejillas sonrojadas, sonriente y tomada de mi mano, me siento el ser humano más poderoso del mundo.
No sé qué hizo en mí, no sé cómo, ni en qué momento logro tirar esa muralla que había levantado alrededor de mi corazón y mis sentimientos, pero aquí estoy cuál adolescente con el corazón martillando fuerte contra mi pecho.
No la conozco y yo mismo me encuentro sorprendido de todo lo que ha sucedido, pero algo en mi interior me llama hacia esta hermosa mujer y no puedo callar a mi corazón.
“¿Quieres ir a cenar o a tomar algo?”, le digo una vez que estamos al pie de la camioneta.
“Acabo de cenar y…”, agacha la cabeza y sonríe mientras yo me quedo enganchado de su hermosura.
“No bebo tan frecuentemente pero si puedo aceptar un buen café”.
“Mi ama de llaves hace el mejor café del mundo”.
“¿Quieres que vayamos a tu casa?”, pregunta entre incrédula y preocupada.
“Es una opción, pero si no te agrada la idea podemos ir a cualquier otro lugar”, le digo dándole una sonrisa para tranquilizarla.
“Es que no quiero incomodar”, dice y puedo verla apenada.
Tomo su barbilla, su mirada se fija en mí.
“Jamás me incomodaría estar a tu lado y será un honor poder invitarte a mi hogar”.
Sonríe y yo me quedo hipnotizado, atrapado en sus verdes ojos.
“Está bien, vamos a probar ese maravilloso café”.
Se ensancha mi pecho y le ofrezco mi mano para que suba a la camioneta. El viaje se hace tan corto y siento como un déjà vu de tenerla de nuevo aquí.
“Estabas en una cena de negocios ¿Cierto?”.
“Así es, algunas empresas europeas desean llevar nuestra tecnología a sus países y estamos en negociaciones”.
“Entonces era algo importante, lo dejaste a la mitad por mi culpa”, dice con un ceño de preocupación.
“No te preocupes, de verdad no hay problema”, le digo tomando su mano.
Me sonríe levemente y siento una emoción que se instala en mi pecho.
Por fin llegamos a mi casa, bajo yo primero.
Rodeo la camioneta para ayudarla a bajar, abro la puerta y le extiendo mi mano. Mira de mi mano a mi rostro y de regreso, aprieta con nerviosismo sus dedos.
“Si no quieres entrar de verdad podemos ir a cualquier otro lado”, le digo tratando de sonreír para tranquilizarla.
“Es que…ver tu casa me trae recuerdos que me ponen nerviosa”.
“Solo venimos por un café y poder platicar en privado”, digo tranquilamente
“Además es diferente, hoy están mis hijos, no te preocupes”.
Toma un respiro profundo, sonríe y asiente.
Toma mi mano para salir de la camioneta y camina a mi lado rumbo a la casa.
Entramos y se puede escuchar las risas de Amelie inundar la casa.
De pronto mi pequeña llega corriendo sin parar de reír descalza y perseguida por Hanna quien carga a Logan.
“¡Amelie! ¡Detente! ¡Es hora de ir a la cama!”.
“¡Papá!”, grita mi pequeño torbellino lanzándose a mí y rodeando mi cuello con sus pequeños brazos y llenando mi cara de repartidos y sonoros besos.
“Asi que el pequeño torbellino aún no quiere dormir”, digo tomándola del mentón admirando su hermosa sonrisa igual a la de su madre.
“No te enojes papito”, dice con esa voz que ha perfeccionado para hacerme ceder ante sus deseos.
“Es solo que quería esperarte para darte muchos besitos de buenas noches… ¿Quién es ella papi?”, dice posando sus grises ojos en mi acompañante.
Regreso la mirada a Isabella quien me mira entre apenada y sonriente,
“Ella es una muy buena amiga y se llama Isabella Lennox”, la miro y su rubor sube unos cuantos tonos
“Isabella ella es Amelie mi hija”.
“Hola Amelie, es un placer conocerte”, dice mi hermosa acompañante sonriendo en dirección a mi hija.
Ella la analiza con la mirada.
“Eres muy bonita Isabella ¿Verdad papá?”, responde después de unos tensos segundos y le da una sonrisa y yo siento como un alivio se posa en mi pecho y le sonrió en respuesta a su afirmación.
“Mira él es mi hermanito Logan”, dice señalando a su hermano.
“Y ella es Hanna”.
“Un gusto señorita Lennox”, contesta cortésmente Hanna.
“Un placer Hanna, llámeme solo Isabella por favor”.
Hanna asiente con una sonrisa y me mira con esos ojos cálidos llenos de comprensión y de cariño, le devuelvo la sonrisa.
“Hola Logan…”, dice Isabella tomando la pequeña mano de mi hijo.
“Eres un caballerito muy apuesto”.
“Es que se parece a mi papá que es el hombre más guapo ¿Verdad papá?”, dice mi pequeño torbellino haciendo que está vez sea yo quien me sonroje mientras Logan sonríe sabiendo que le llamaron apuesto.
“¡Vamos a dormir torbellino!”, digo besando su pequeña mejilla.
“¿Podemos dormir esta noche contigo?”, dice mi pequeña manipuladora.
“Queremos dormir con papá ¿Cierto Logan?”.
“Si papi ¿Si podemos verdad?”, dice Logan con ojos suplicantes.
“Claro mi amor”, le doy un pico en su respingada nariz a mi torbellino y despeino los negros cabellos de Logan.
“Hoy dormirán conmigo”, le comento a Hanna y regreso la mirada a mi pequeña.
“Estaré un rato más con Isabella y después iré con ustedes”.
Beso a mi pequeño Logan que no para de juguetear con el cabello de Hanna
“Papi ¿Isabella se puede quedar en mi cuarto y mañana podemos desayunar panqueques?”.
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