Corazón esteril
Capítulo 13

Capítulo 13:

“¡Eres un mujeriego!”, digo entre risas.

“Ni siquiera las señoras de mantenimiento se van a escapar”.

“¡Hey! Eso no es verdad, tengo mis límites, no casadas, no menores de edad, no mayores de 50”.

Su respuesta hace que Lily y yo riamos hasta las lágrimas y él mismo se ríe sin cesar. Miro mi mano ya sin los anillos, me siento un poco liberada al no tenerlos como eterno recuerdo de lo vivido con Aarón.

“¡No lo puedo creer!”, dice Lily dejando la boca casi abierta, lo que me hace mirarla.

“¿Que sucede?”, pregunto un poco angustiada por su reacción, parece haber visto un fantasma.

“Míralo tú misma”, dice levantando la barbilla para señalar hacia un punto del restaurante.

Dirijo mi mirada hacia dónde ella me señala y la piel se me pone de gallina con el simple hecho de verlo.

Nada más y nada menos que Izar en todo su esplendor entrando al restaurante como un cielos entrando al Olimpo, va acompañado de algunos hombres de traje que le siguen hacía dónde los dirige la mesera.

Se ve tan guapo, varonil, tan atractivo e interesante que no puedo quitar la mirada de él. Mis ojos están anclados en su rostro, en su mechón que me encanta, su fuerte pecho, sus gruesos y poderosos brazos.

¡Madre mía! Estoy excitada solo de verlo. ¡Tengo que salir de aquí! Me remuevo incómoda en mi lugar regresando la mirada a mis acompañantes.

“Creo que la velada terminó y lo mejor es que nos vayamos”, digo con brutal nerviosismo.

“Tranquila Isa, no nos vio y supongo que viene por negocios, estará muy entretenido para prestarnos atención”, dice Aiken tranquilizándome.

“Terminemos de cenar y nos vamos”.

Entiendo que no puedo salir corriendo si me lo encuentro pero… es tan raro sobrellevar estás emociones que él me causa.

Si la situación fuese otra estaría emocionada de volver a verlo, buscaría saludarlo, conversar con él, pero… está casado, medio mundo conoce lo que sucedió entre nosotros y yo no quiero estar en medio de un matrimonio.

Además cuando lo conocí me pareció un hombre honesto, hasta podría decir que decente, pero me equivoqué totalmente porque quién engaña de la manera que lo hizo él a su esposa conmigo, no es honesto y mucho menos decente.

Tengo el estómago cerrado, ya no puedo comer nada más, en cuanto lo vi mi apetito desapareció.

Miro a lo lejos en un reservado al hermoso hombre que me enloqueció y me regaló una noche  inolvidable, se ve tan serio, tan profesional. No disimulo y eso me gana miradas cómplices de Aiken y Lily.

“Creo que lo vas a desgastar de tanto que lo miras”, dice Aiken, regresando mi atención a él.

“¿Por qué no hablas con él?”, dice Lily.

“No tenemos nada de qué hablar, las cosas están más claras que el agua entre él y yo, lo que sucedió no debió de haber pasado, él está casado y yo aún lo estoy, fue una aventura de una noche y se acabó. Es mejor que nos demos prisa y salgamos de aquí”.

Lo miro, no se ve feliz. Ni una de las hermosas sonrisas que me dedicó esa noche, ha salido a relucir.

Se ve tan serio, me pregunto si él realmente es así, o es solo por trabajo. O tal vez solo esa personalidad encantadora es para sus conquistas. Entonces sucede. Su mirada se cruza con la mía y la sorpresa en sus ojos cambia totalmente su semblante.

Me invade una emoción que hace que se me comprima el estómago. No lo pienso, solo actúo. Me levanto tratando de huir, no debería lo sé, pero esta sensación que me causa me asusta.

“¡Tengo que salir de aquí!”, les digo mientras tomo mi bolso y camino lo más rápido que puedo sin levantar la mirada.

Necesito salir de aquí. Alcanzo a cruzar la puerta y dar tal vez 10 pasos cuando siento una mano detenerme del brazo derecho.

Jalo mi brazo sin mirar quien me detuvo porque claro que lo sé, me detiene con más firmeza y yo vuelvo a jalar mi brazo.

“¡Por favor detente! Tenemos que hablar”, dice tomando mi mano y puedo sentir una suavidad indescriptible en su voz.

Y eso me hace detenerme.

“Creo que no hay nada de qué hablar”, digo sin mirarlo, no quiero darme cuenta que es un mentiroso.

“Hay mucho de qué hablar, por favor Isabella”.

Lo miro e irremediablemente sus ojos me provocan tanto.

“Mira Izar yo no sabía que esto se podría hacer público, lamento mucho los problemas que pudo haberte traído, podemos decir que es un fotomontaje, ¡No sé! Tal vez funcione, yo de ver…”.

“¡Isabella! Calla un momento”, dice interrumpiendo mi monólogo.

“Aquí lo que me importa eres tú ¿Cómo estás?”.

Me pierdo por un momento en sus ojos

“Estoy bien, no te preocupes. En cuanto a tu esposa yo lo lamento muchísimo si quieres puedo decirle…”.

Me mira con tanta confusión en el rostro

“¿De qué hablas?”, dice casi susurrando.

“No debiste llevarme a tu casa, no debiste Izar”.

“¿Por qué desapareciste en la mañana?”.

“¿Te estás escuchando?”, pregunto con incredulidad, empiezo a creer que si es un cínico desvergonzado.

“Me llevaste a tu casa Izar, estuvimos bajo el mismo techo de tu familia no podía quedarme ahí a decirle buenos días a tu esposa”.

“No tienes idea de quién soy…

“¡No!”, interrumpo lo que sea que me haya querido decir.

“No sé quién eres ni por qué carajo me atreví a estar contigo, pero se me hace  abominable que ya que ibas a engañar a tu esposa, lo hayas hecho en su propia cama”.

Noto cómo su mandíbula endurece y su mirada se dilata.

“Para principio de cuentas, no sabes absolutamente nada de mi”, su ceño se encuentra totalmente fruncido.

“Si estoy preocupado es por todo lo que tú pudieras estar pasando por el vídeo que está circulando, al final yo tengo cuatro años siendo viudo y tú si estás casada”.

Mis ojos amenazan con desorbitarse, siento un hueco en el estómago y mis manos comienzan a sudar. Me siento como una estúpida, es viudo.

“No soy la clase de basura que crees que soy ¿Cómo puedes creer que pudiera meter una mujer a mi casa estando casado? Mientras vivió mi esposa la respeté y le fui fiel. Si te lleve a mi casa fue justamente porque me pareció que eras una mujer demasiado especial para que te llevará a un hotel como cualquier follada casual”.

Lo miro sin saber que decir, creo que lo ofendí.

“Yo no sabía nada de esto, yo solo vi el anillo en tu dedo…”

“Comprendo, no te preocupes, Espero que las cosas en tu matrimonio mejoren”.

Trata de dar la vuelta para regresar al restaurante, pero está vez soy yo quien lo detiene.

“No te vayas, discúlpame”, digo casi en un susurro.

“No quise ofenderte, yo no sabía que eras viudo y cuando todo lo del vídeo se hizo viral, tenía mucho miedo de que tu esposa lo hubiese visto y saber que pude causarle un dolor a alguien que no lo merece…”.

Siento sus ojos detallar mi rostro mientras hablo.

“¿Tuviste muchos problemas con tu esposo?”, pregunta sin dejar de mirarme.

“Me voy a divorciar”, contesto tranquilamente mientras el abre más sus hermosos ojos.

“Isabella de verdad lo lamento, yo jamás quise causarte algún mal momento…”, me dice con verdadero pesar.

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