Corazón esteril
Capítulo 11

Capítulo 11:

Entonces recuerdo su mirada, los hoyuelos que generan su sonrisa, su mechón de canas y me doy cuenta que no, realmente él me gusta, creo que sí lo hubiese conocido antes de toda esta revolución de igual manera me hubiera gustado.

Da igual, él está casado y estoy bien con eso. Debo mantenerme al margen de esa relación y todo estará bien. Con que no lo vuelva a ver será suficiente, que quede como una hermosa locura irrepetible. Ahora tengo que concentrarme en este desastre y en divorciarme lo antes posible…

“Posiblemente hasta al semental le cueste el matrimonio por la gracia del infeliz de Aarón, imagínate cuando le lleguen esas imágenes a la esposa”, regreso inmediatamente mi atención a Lily.

¡Mierda! Había olvidado ese detalle. De pronto se me hace un hueco en el estómago.

No nada más se trata de mi nombre que es la novedad en gente estúpida que no me Conoce y cree que puede juzgarme. ¿Pero esto? Para esto definitivamente no estaba preparada y mucho menos me hace feliz.

Hay un hijo por lo menos de por medio y por mi calentura “bueno la de ambos”. Puede acabar con esa familia y ser yo participe del dolor de una mujer que no me ha hecho absolutamente nada.

Me renuevo incómoda en mi asiento, inconforme conmigo misma porque ciertamente a estas alturas. ¿Que podría hacer yo? ¿Negarlo? Bueno podría alegar demencia momentánea.

El día estuvo muy extraño, me sentí observada en todo momento y hasta podría jurar que la gente hablaba de mí y cambiaba el tema cuando me acercaba.

Gracias a cielos terminó el día.

Me encuentro en el pequeño reclinable que tiene Lily en la habitación que da justo a la ventana. Sostengo un libro que no estoy leyendo, me quedo mirando hacia el cielo, mi mente viajando a mil por hora sin moverme un centímetro.

Pov Izar.

Ha sido una semana de m!erda, mi humor ha estado del carajo; trato de concentrarme pero es casi imposible. Estoy enfadado conmigo mismo por sentirme así

“Fue se%o casual”, me repito cuando me descubro de nuevo cavilando lo mismo.

La realidad es que me patea las bolas el hecho de que para mí no haya sido algo casual, mi historial amoroso no es el más largo del mundo, siempre he estado sumergido en el trabajo.

En sus momentos en los estudios y pocas, muy pocas veces me di la oportunidad de conocer a alguien y después del dolor tan grande de perder a Renata mucho menos quería saber algo de amor y ahora me siento como la p%ta usada de la noche, me siento tan imbécil por solo pensar esto.

Suena el comunicador.

“Señor Messina, el Señor Albert Bender aviso que venía en camino, que no se ocupe por favor, que es sumamente urgente que pueda hablar con usted”, dice mi asistente.

“¡Que extraño! Nunca hace eso, me llama a mí, no a la oficina. Justo me preguntó que si estaba en junta, porque dice haberlo llamado varias veces”.

En ese momento levanto el celular y me encuentro con varias llamadas perdidas de Albert.

“Está bien, gracias. Por favor tráeme los contratos que hay que firmar”.

“Si, Señor Messina”.

Cuelgo el interfón. 5 minutos después entra sin siquiera tocar Albert con cara de haber visto un fantasma.

“Ya sé porque la ojiverde desapareció de tu cama esa noche”, suelta sin preámbulo ni anestesia y un nudo se instala en mis entrañas.

No espera mi respuesta por supuesto.

“La inocente palomita ¡Es casada!”.

La última palabra queda retumbando en mi cabeza.

“¿Cómo lo sabes?”, solo eso atino a preguntar porque su afirmación me dejó completamente desarmado y descolocado.

“Porque la están destrozando en las redes”, dice poniendo su celular a la altura de mis ojos.

Tomo el móvil y miro con atención, la veo ahí en medio de la pista conmigo, con los ojos cerrados con sus labios danzando con los míos, estoy de espaldas pero la cámara la enfoca totalmente a ella. Después nos grabaron entrando a mi casa y a ella saliendo ya amaneciendo.

Corro el cursor y leo toda la m!erda que la gente habla.

[Así son estas p%rras, no le basta tener esposo guapo, médico y dedicado a ella, tiene que buscar otra p%ne…]

Siento la bilis subir por mi garganta. Sigo corriendo el cursor y encuentro más sandeces, estoy totalmente cabreado ¿Cómo pueden referirse así de una mujer? Tal vez se equivocó pero eso no le da derecho a nadie a señalarle o a juzgarla.

“No tardan en dar con tu identidad”, dice Albert mirándome fijamente.

“Eso no me importa, yo no tengo nada que ocultar ni de que avergonzarme. Lo que realmente me cabrea son las estupideces que hablan de ella, como si esta p%ta sociedad de m!erda estuvieran tan limpios para poder ser jueces y verdugos”.

“Parece ser que es dama de sociedad o por lo menos el marido lo es porque está causando mucho revuelo y mencionan que es un médico de prestigio”.

“Averigua quien está detrás de esto, no es un simple video que alguien se topó por casualidad, alguien la estaba siguiendo con la clara intención de exhibirla”, le digo sin quitar la vista de su rostro en el video mientras sale de mi casa.

Se ve hermosa, con esa coleta descuidada en su cabello, las mejillas sonrojadas supongo por el frio del amanecer.

“Tal vez el marido ya sospechaba que lo engañaba y la mando seguir”.

Regreso mi mirada a él por un segundo y la devuelvo al instante al móvil.

“Esto va más allá, me suena más a una venganza. Si como dices el marido hubiera mandado a qué la siguieran ¿Para qué exhibir que le vieron la cara de estúpido?”, le digo.

Quiero que averigües lo que sea y todo el trasfondo de este tema. Quiero saber todo sobre ella.

“Izar, la mujer es casada ¿Que buscas averiguando más de ella?”, pregunta.

“Sé que es casada, eso ya lo tengo claro, pero soy en cierta medida también culpable de que esté viviendo esta situación, solo quiero asegurarme que estará bien. Es todo”.

Albert me mira.

“No sé por qué presiento que esto te va a encamar de nuevo con la ojiverde”.

“¿Podrías dejar de ser estúpido solo por 5 minutos y dejar de pensar solo con el p%ne?”, le digo levantando una ceja a lo que él responde levantando las manos en señal de rendición.

Pov Izar

Ella se está llevando la peor parte de esta locura que cometimos. No puedo permitir que sigan atacándola.

“Investiga quién fue el que subió el video, no quiero aproximados, quiero saber exactamente quién fue y después desaparece el video de la red, no quiero que su cara siga rondando ante los ojos de  millones de bestias que se creen con el derecho de opinar.

“¿Sabes lo que me estás pidiendo Izar?”, me mira incrédulo y yo solo le devuelvo una mirada seria que le hace entender que no es opcional.

“¡Que pregunta la mía! Por supuesto que sabes lo que estás pidiendo y harás que voltee la red de cabeza con tal de ayudar a la damisela en apuros. No va a ser barato ¿Entendiste? Y quiero una buena cena con la mejor botella”.

“El presupuesto no es problema y lo sabes”.

“No sé por qué te quiero tanto si eres tan… eres tan… tan tú”, dice y se levanta de su asiento fingiendo indignación, me extiende la mano para pedirme su móvil, lo entrego y sale de mi oficina, dejándome una pequeña sonrisa.

Pov Isabella

Entro a la oficina de mi jefe, dejo un mensaje con mi asistente que en cuanto llegará viniera a verlo.

Lo miro sentado tras su gran escritorio, cuando me ve entrar se recarga en el respaldo y cruza los brazos mirándome fijamente.

“Adelante Isabella, toma asiento”, dice señalando la silla frente a él.

“Buenos días señor Wilkins. Me dijeron que quería verme urgentemente”, digo sin rodeos.

“Así es Isabella, quiero hablar sobre esto”, dice y  gira el monitor de su computadora.

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