Casi perfecta -
Capítulo 8
Capítulo 8:
El padre de Karim se ve firme en su decisión. Los guardias lo sueltan ante la señal de Ihlar.
“No te dejaré en paz infeliz… y si me llego a enterar de que le tocaste un solo pelo yo…”.
La madre de Luz la abraza presionando contra ella para que no vea nada y se la lleva al auto.
“¡Luz!”, grita Karim.
Luz se frena de golpe y cuando él va a decir algo más, un golpe seco de Ihlar hace que caiga dejándolo sin aire. El pierde el sentido.
Minutos después se marchan, es allí donde Karim y su padre se deben una conversación.
Es más que obvio que el que los guio allí fue el padre de Karim y él lo sabía.
No negará que de algún modo sintió un alivio, esta mentira le estaba costando noches de sueño y preocupación.
Entra a la cabaña consumida en furia.
“¡Ahora me explicas ¿Por qué debí llegar a esto?!”, su padre lo mira mientras él y toma un vaso para servirse un trago.
“¡¿Qué pretendías?! ¡Háblame Karim!”.
Solo se escucha detonar el vaso contra uno de los cristales de los grandes ventanales, todo sonó como un gran estruendo.
“¡Ahí tienes mi respuesta!”.
Su padre va hacia él antes que este se marche y lo toma del rostro con fuerza ante la furia que es más que obvia.
“Ella siempre fue un negocio y así se terminó, ella no debió nunca pasar más de un par de horas contigo”, dijo Ihlar.
El padre suelta su cara y se marcha.
“No comprendes que el problema no es ella, aquí el problema eres tú”.
“Hijo, mírame, solo nos tenemos a nosotros, eso jamás cambiará”.
Él suaviza su voz, pero es más que mentira.
“Me traicionaste Papá, no confiaste en mí”.
Karim lo mira a los ojos, él lo traiciono.
“Hijo no es así, esto no podía llegar a más, esa chica de un modo u otro recupera la memoria y…”, dijo Ihlar.
“Tú me traicionaste, los trajiste aquí”, respondió Karim,
“Lo sé y lo siento, pero debo ser así, ella debía estar sana y salva y…”.
Karim se detiene en su andar y se gira para enfrentar a su padre.
“Y que se supone que como estoy programado para matar. Ese sería mi fin con ella, no lo era, pero sí la haría sufrir mucho”.
“Hijo mira ahora la automotora es mitad nuestra y al fin…”.
“¿De verdad? Me traicionaste por la mitad, ni siquiera fui traicionado por el total, la verdad. Ya veo quién está perdiendo la habilidad aquí”, dio Karim.
“¡Vete de mi casa y llevate a los guardias, estaré aquí unos días, luego vuelvo al trabajo!”, le dice a su padre mientras se dirige a las escaleras.
“¡Pero Karim hablemos!”, dijo él.
“Adiós papá”.
Su padre se marcha mientras él se mete a la ducha.
Tanta irá solo la podía calmar el agua, solo que al sentirse mojado más la recordaba Karim.
Está evitando descubrir algo que su corazón comenzó a sentir poco a poco, día a día los cuales han pasado.
El tiempo quizás no es el indicado para esto, pero lo rápido y vertiginoso lo hizo auténtico.
Ahora ella ya no está con él, dormiría en los brazos de otro y eso hacía que él apretara los puños al punto de que no se dio cuenta cuando comenzó a golpear los azulejos del baño.
Ella ya no era parte de su día, ya no debía mentir, ella ahora sabía toda la verdad, pero eso no era lo que lo enojaba, sino que ella ya no era de él.
La noche llegó y ese día pasó como si nada más importara en una cabaña algo alejada.
Estaba Karim y hacía tres días no salía de allí entre tragos y botellas de vodka, trataba de que sus pensamientos lo dejaran en paz.
Pero el imaginarla no lo ayudaba.
El fuego de la chimenea lo dejaba perderse y solo se reprochaba una cosa, el no haber peleado por ella.
Pero a la vez su mente le decía que la debilidad no era parte de él y eso es lo que ella despertaba en él.
Recordó como sus ojos llenos de lágrimas le pedían solo una palabra:
Te amo.
Algo que para él era más difícil de lo que ella creyó. No había nada de él, pero cómo podía amarlo si no sabía nada.
¿Cómo podía mirar algo bueno en él?
Rasco su cabeza y se volvió a servirse otro trago, el teléfono no dejó de sonar, eran mensajes de su padre con la nueva lista. Eso era lo que él hacía, trabajos los cuales nadie más podía hacer.
Muchas noches en soledad y sobre todo tenía una cosa en mente, su madre, esa mujer, la cual lo dejo para poder vivir, pero que aun así siendo un hombre ese fue su único amor, la única, la cual se merecía un: ‘Te amo’ de su parte.
Se levantó para pararse frente a esa ventana rota, la cual la brisa del mar dejaba en claro que una gran tormenta estaba por llegar y no había forma de que no se mojara.
Mucho licor no era bueno en su sistema, era un hombre fuerte, pero hoy se sentía perdido y culpable porque no podía ser que en estos días sin ella la anhelara.
Sin saberlo ni decirlo Karim se enamoró de esa Luz, su Luz como él la llamó.
Salió para cubrir esa ventana, sabía que en el galpón del fondo de la cabaña encontraría algunas tablas, esa noche estaba solo los pocos empleados que aún estaban allí se marcharon antes que llegara la tormenta, aunque él desde hace días tenía su propia tormenta.
Se metió y buscó unas tablas.
La lluvia caía más fuerte y casi no veía nada, pero al llegar al frente de la casa la vio allí llegando por la colina, esa colina la cual era la única entrada hacia su casa, en un momento pensó que tanto vodka y lluviosa lo estaba haciendo alucinar, pero al verla más cerca ella comenzó a correr hacia él, Karim soltó las tablas y caminó a paso rápido hacia ella no sabía qué diría ni que haría solo la necesitaba y ella estaba allí.
Sus cuerpos mojados se abrazaron, él solo no quería dejarla ir, ella se separó de él y de nuevo lo miro para solo decirle.
“No puede, no pude estar lejos de ti”, sus labios se juntaron como en todos estos días él lo deseo.
Ahora ella era real y estaba allí. La tomó de la mano y se metieron a la casa mojados. Sacudió su cabeza y corrió para el baño a dejarle una toalla para que se seque.
Encendió las luces estos días atrás, él solo vivía a oscuras, ella se secó, pero al levantar la cabeza ese golpe en su labio no era del accidente, ese era nuevo.
“¿Quién te hizo esto?”.
Él se acercó y ella se alejó.
“Estoy bien, no importa, voy al baño me sacaré esto”
Ella se dirige al baño, sabe dónde es y desde allí se ve la puerta del baño de servicio.
El sube para traerle unas camisetas, algo, pero allí miro que aún estaba su bolso sin desarmar.
Le dejo ropa seca y no quiero preguntar más.
Al salir parecía que todo ese alcohol ya no estaba pero si lo estaba.
Solo que no podía descifrar si era que la locura se estaba lapidando de él o el sentido común.
Ella sale del baño, él mira la lluvia por la ventana tratando de pensar que decir y cómo reaccionar a lo que ella le dirá.
Él se quitó la ropa mojada está en jogging y con una camiseta lisa blanca cuando unos pequeños brazos lo toman de la cintura.
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