Casi perfecta -
Capítulo 36
Capítulo 36:
Conduje hacia su lugar de trabajo, pero no estaba.
Fui a casa, tampoco.
La llamé.
“Anna, ¿Estás en el hotel?”, pregunté.
“No, no estoy…”, respondió, agitada.
“Necesito… no importa, nos vemos después”, dije cortando la llamada.
Llamé a mi madre y cuando estaba por salir, la vi entrar a un local con una caja en la mano. Reconocí el logo de un hotel, el lugar donde Ihlar, el desgraciado, solía quedarse.
Todo era confuso.
¿Acaso esa niña no era mi hija?
¿Por qué sentía esa conexión?
Bajé del auto, desorientado. No sabía qué hacer ni a dónde ir.
Fui a la recepción del hotel.
“¿Sabes dónde fue la chica de la librería? Debo cambiarle una entrega”, pregunté.
“Sí, Luz estaba yendo a la sala de conferencias en el último piso. Puedo llamarla si quieres…”, ofreció la recepcionista.
“No, gracias. Subiré yo mismo”, respondí, decidido a aclarar mis dudas.
Tomé el elevador y llegué a la sala de conferencias. La vi entre otras mujeres y traté de mantener la compostura.
“Luz”, la llamé.
Ella se giró sorprendida.
“¿Karim, qué haces aquí?”, preguntó.
“Lola, debo irme”, se despidió de las demás y salimos de la sala.
“¿Pasa algo con mamá? Tu semblante…”, la interrumpí tomando su brazo y llevándola al pasillo.
Vi un carro de limpieza frente a una habitación y la arrastré hasta allí.
“¿Está ocupada esta habitación?”, pregunté a la persona de limpieza.
“Karim, yo…”. Luz intentó hablar, pero no la dejé.
“No, señor”, respondió la persona de limpieza.
“Bueno, retírate. Ya está ocupada”, dijo la mujer estampada mientras se marchaba.
“¿Qué estás haciendo? ¿Estás loco? ¿Qué crees que…?”
“¿Qué creo? Creo que eres la mujer más mala y cruel del mundo. Si no es así, sácame de este enorme error ahora o me volveré loco”.
Ella caminó lejos de mí, sin comprender.
“Mira, no sé qué pasa, pero si no sabías que yo no era tu hermana, lo siento por ti. Ahora sí te casarás con…”.
“¿Quién es el padre de tu hija?”, pregunté.
Su cara se puso pálida, sus manos temblaron, su cuerpo se colocó en alerta y las mentiras salieron de su boca.
“No es tu hija”.
“No es mi hija… Genial. ¿Quién es el padre?”
“No te importa y ya me voy, esto es ridículo”, intentó salir.
“¡¿Quién es el padre?!” le grité cuando se giró antes de llegar a la puerta.
“Fue una noche, no sé quién es”.
“¡No sabes quién es!” Saqué un cigarro y cerré con seguro la puerta.
“Genial, solo haz memoria. Como sabes, soy muy paciente cuando quiero algo”, dije mientras encendía el cigarro y me sentaba frente a la puerta.
Ella caminaba de un lado para el otro.
Sé que me está mintiendo.
Sé que ella no puede ocultarme algo así.
“¡Qué más te da! Ya te lo dije. No es tu hija. Te casarás con mi hermana, tendrán hijos y serás feliz. ¡Listo! Ya está. Llegas y quieres que te explique, ya no siento ni te debo nada a ti”, dijo ella.
Quité el cigarro de mi boca, levanté una de las mangas de mi camisa y quemé con la punta del cigarro mi piel.
La mirada de terror en su rostro era increíble, pero esto no era dolor para mí.
“¡No hagas eso!”, exclamó.
“Solo dime la verdad”.
“No sé de qué hablas…”, respondió él.
“No es mi hija, eso es lo que dices”.
Él asintió. “Sí, es lo que digo”. Luego, limpió sus lágrimas.
“¿Lloras porque me temes o porque sabes que no te creo?” preguntó con firmeza.
Dejando el cigarro, ella se dirigió hacia la puerta y llegó antes que él, impidiendo que se abriera.
“Sabes, antes me odié por no pelear por ti, por todo lo que hice mal. Pero ahora que sospecho que me ocultaste algo…”.
Sus palabras ocultaban un deseo que no podía negar.
Principio del formulario
…
Subo a mi habitación.
Mi madre no está y Emma tampoco.
Los pensamientos me envuelven, los miedos de mis mentiras me golpean en la cara.
“Él ya la vio, él vio a Emma. No puedo decirle que es su hija. No puedo llegar a la vida de todos y dejar que se rompa. Maldita sea, él se casará con mi hermana. ¿Qué clase de familia seremos si soy la causante de todo?”
Lavo mi cara en el baño, su cercanía me está volviendo loca.
¿Cómo pudo tolerarlo?
¿Cómo no puedo decirle a mi hermana que se lo lleve lejos?
Me delata, me delataría.
Sabía que mi piel se quema solo de tenerlo cerca en esa habitación. Su aroma no me dejó pensar y solo salí de allí.
Debía salir de allí.
La locura de quemarse me dejó en claro que es capaz de lo que sea si es cuestión de lograr su propósito.
¿Y si mata a su padre?
¿Qué clase de hombre es si es capaz de matar su propia sangre?
“¡Hijas, están en la casa!”
Secó mi cara, me arregló un poco y bajó.
“Si, madre. Voy y tomo a mi hija del coche. Hola, hermosa”
La beso y aspiro su aroma y casi como si fuera una visión puedo sentir el perfume de Karim en ella.
“Madre, Karim…”.
“Si, hija, no sabe que vio a la niña. Ella se fue así sin más a sus brazos. La imagen es muy tierna. Seguro cuando él tenga hijos con Anna serán los niños más amados”
La miro y no puedo contener más las lágrimas.
“Hija, ¿Qué pasa?”
Ella toma a Emma y la deja en su corral de juegos.
“Hija, habla conmigo. Estás tensionada desde la cena. Estás extraña. Dime qué pasa, ¿es porque…?”
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