Buscando recuperarla
Capítulo 47

Capítulo 47:

Sus cuerpos estaban mojados, cubiertos de sudor.

Cada vez que aspiraba su aroma dulce y floral, estaba más seguro.

Aunque esas amenazas se esfumaran por la mañana, no podía dejarla ir.

Celia se sentó sobre las sábanas de seda. Sentía la piel al rojo vivo y las extremidades le pesaban.

Lo habían hecho sobre el piano, contra la pared, en la cama, en la ducha.

Y estaban de nuevo en la cama.

Malcolm había ido al salón a buscar la bandeja de queso y frutas.

Se habían quedado despiertos casi toda la noche, y no solo habían hecho el amor.

Él había ido a buscar su guitarra en mitad de la noche y le había cantado canciones inventadas y tontas.

Ella se había reído y entonces le había quitado la guitarra para componer las suyas propias.

Se marchaban a Londres por la mañana.

Ya dormiría en el avión.

Por el momento quería pasar el resto de la noche con Malcolm, porque el futuro era demasiado incierto, y no quería volver a tener otro ataque de pánico.

Echándose a un lado, agarró el mástil de la guitarra y la tomó de la silla que estaba junto a la cama.

La colocó sobre sus piernas, tomó una púa de la mesita de noche y comenzó a tocar un riff inventado.

No era tan complicado como el de él, pero era música, lo que más amaba en el mundo. Y era precisamente eso lo que compartían.

Malcolm entró en ese momento, gloriosamente desnudo y masculino.

Los músculos le llenaban los brazos y una fina capa de vello cubría su piel bronceada.

Dejó una enorme bandeja plateada en el medio de la cama, junto con tres botellas de agua con gas.

“No pares. Estoy disfrutando de la música y de la vista”.

“Podemos tocar más luego”

Dejó la guitarra y agarró un pequeño racimo de uvas.

“Ahora mismo, me muero de hambre”.

Malcolm se sentó a su lado.

“Cuando lleguemos a Londres mañana, tendremos toda una tarde para nosotros, un descanso de un día antes de dos noches de concierto, y después nos vamos a Madrid”

Abrió una de las botellas de agua y sirvió dos vasos.

“Siento que no hayas podido ver nada ni descansar. Hemos estado en algunas de las ciudades más bonitas del mundo. Mañana hacemos lo que tú quieras”

“Quiero que hagamos más de lo que hemos estado haciendo ahora mismo”

Le puso una uva en los labios.

“Me parece perfecto”

Malcolm mordió la fruta y le mordisqueó los dedos accidentalmente.

Celia se inclinó hacia delante y le besó rápidamente. El sabor dulce de la fruta aún permanecía en sus labios.

“Nos encerraremos en el hotel…”

“En realidad, tengo casa en Londres”

Jugueteó con un mechón de su cabello.

Todavía estaba húmedo de la ducha.

“Oh, claro. Tu madre tiene un piso allí”

Celia se echó hacia atrás y tomó el vaso de agua, evitando su mirada.

¿La aceptaría Terri Ann en la vida de su hijo esa vez?

“Tengo una casa en Londres también. La compré para pasar tiempo con ella cuando estuviera en la ciudad. No te preocupes. No te voy a llevar a la casa de mi madre para tener que colarme en tu habitación en mitad de la noche. ¿Recuerdas que en cuarto de primaria teníamos clase de música juntos? A ti se te daba genial el piano. Eras tan feliz cuando tocabas. Hacías que la música cobrara vida”

Le acarició el brazo y entrelazó la mano con la de ella.

Celia se rio.

Luego le apretó la mano.

“Tocabas conmigo, más rápido, tratando de ganarme. Ese día lo recuerdo muy bien”.

“No. Quería que te fijaras en mí, así que pensé en llamar un poco la atención. Ya tenía controlada la parte técnica, pero me quedaba corto en lo que se refiere a entender la música como tú la entendías”

Malcolm se inclinó contra el cabecero y apoyó el vaso sobre la rodilla.

“Jamás me lo hubiera imaginado”

Celia parpadeó, sorprendida.

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