Buscando recuperarla -
Capítulo 45
Capítulo 45:
Empezó a besarla a lo largo de la línea del sujetador y agarró el cierre frontal con los dientes un instante.
De momento no quería abrirlo.
Siguió bajándole el vestido.
La tela se le amontonaba en las caderas.
Apretó el rostro contra su v!entre y aspiró su aroma floral.
“Celia Marie…”
Susurró su nombre una y otra vez.
Celia enredó los dedos en su cabello.
Una ola de deseo la sacudía, corría por su piel, animándole a seguir.
Malcolm le bajó el vestido hasta los pies.
Llevaba medias negras hasta los muslos; toda una invitación…
Malcolm tomó el fino tejido del vestido entre las manos y lo echó a un lado.
Retrocedió y la observó un segundo.
Estaba hermosa con esos pantis negros y el sujetador.
Cuántas veces había soñado con ella…
“¿Malcolm? ¿Te vas a quedar ahí toda la noche? Tengo planes urgentes para ti, en el sofá, en la ducha y, finalmente, en la cama. Pero cuanto más hable, más tiempo desperdicio. Ven aquí de una vez y te lo demostraré”.
Tiró de él y le atrajo hacia sí para besarle.
Su lengua se encontró con la de él.
Era ese viejo baile que tan familiar les resultaba.
Le tiró de la camiseta y se la quitó por la cabeza.
Malcolm sintió el frío de la noche en la piel, pero ella comenzó a tocarle enseguida.
Sentía sus manos sobre el v!entre, sobre la cremallera del pantalón.
Nunca se le había dado bien controlarse cuando estaba con ella.
Ese pensamiento fue como un jarro de agua fría en la conciencia.
Tenía que ser listo.
Tenía que protegerla como no lo había hecho antes.
“Un momento. Espera”
Dio un paso atrás.
Su respiración era cada vez más accidentada.
“¿Estás de broma?”
Celia se recostó contra el piano.
Al verla en esa pose, Malcolm tuvo muchas ideas.
“Protección”
Le dijo, yendo hacia su habitación un momento.
“Quédate dónde estás, como estás. No te muevas”
Sonrió.
“Por favor”.
Echó a correr y regresó con un preservativo en la mano.
De repente se paró en seco.
Celia era preciosa y se%y de adolescente, pero se había convertido en la mujer más sensual que había visto jamás.
Estaba inclinada contra el piano, tal y como le había pedido.
La ropa interior de satén hacía un gran contraste con su piel de marfil.
El cabello le caía en cascada por un hombro, acariciándole la piel tal y como él quería hacerlo.
Se quitó los vaqueros y los calzoncillos.
Celia esbozó una sonrisa sensual.
La mirada se le iba hacia la er$cción que se apretaba contra su v!entre.
Estiró el brazo e impidió que se apretara contra ella directamente.
Sosteniéndole la mirada, abrió el cierre frontal de su sujetador y lo dejó caer al suelo.
Se quitó las braguitas y las echó a un lado con el pie.
“Celia”
Dijo Malcolm.
“Me estás matando”.
“Te aseguro que el sentimiento es mutuo. Siempre lo ha sido”.
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