Buscando recuperarla
Capítulo 43

Capítulo 43:

“Claro que sí. Es uno de mis mejores amigos. Haría cualquier cosa por él. Me estoy comportando como un idiota celoso porque parece que congeniasteis muy bien”

Bebió un sorbo de té y masculló un juramento.

Estaba hirviendo.

Dejó la taza rápidamente y fue al frigorífico a por una botella de agua.

Celia dejó su taza sobre la mesa con cuidado.

“Tus donaciones han aparecido en todos los medios. Cada vez que te veía en un orfanato o en un hospital de niños, sentía una profunda admiración por el éxito que has tenido, Malcolm. Y, sí. Yo también te he seguido la pista”.

Malcolm se bebió la botella de agua antes de volverse hacia ella.

“Rowan es un tipo estable, da el perfil que dices buscar. Pero, maldita sea, yo todavía te quiero para mí, así que si tú le quieres a él o a alguien como él, será mejor que lo digas ahora, porque estoy a punto de besarte hasta quitarte el sentido”.

“Eres tonto. Muy tonto”.

Se puso en pie y fue hacia él.

“No tienes por qué ponerte celoso. Solo quería su ayuda como médico”.

“¿Qué le dijiste? ¿Estás enferma? Dios, te he arrastrado de un país a otro”.

“Malcolm, para. Escúchame. Tengo algo que contarte”

Celia respiró hondo y trató de calmarse antes de hablar.

“Tuve un ataque de pánico, de los de siempre”.

Malcolm parpadeó.

Estaba sorprendido, y entonces la agarró de los hombros.

“Maldita sea, Celia, ¿Por qué no me lo dijiste?”

Celia se apoyó contra el piano.

“Porque hubieras reaccionado así. Te hubieras asustado y hubieras hecho una montaña de un grano de arena. Y créeme, eso es lo último que necesitaba ayer”.

“Rowan te ayudó. Como médico”

Se mesó el cabello con los dedos.

“Soy un idiota”.

“No eres un idiota. Solo eres un hombre”

Celia suspiró.

“Me dejé mis medicinas en casa. Él me ayudó a ponerme en contacto con mi médico para que me hicieran una receta”.

“¿Los has tenido antes?”

“No tanto como antes, pero, sí. De vez en cuando los tengo”.

Malcolm se frotó la frente.

“La gira no ha sido una buena idea. ¿En qué estaba pensando?”

“No lo sabías, porque yo no te dije nada”

Celia le acarició la frente.

Solo fue un simple roce, pero un extraño cosquilleo se le propagó por el brazo.

“Tampoco era buena idea quedarme en casa con un criminal que me deja rosas negras en el coche. Creo que me hubiera puesto más ansiosa en casa. Has hecho todo lo que has podido para ayudarme”.

“¿Te encuentras bien ahora?”

“Por favor, no te pongas sobreprotector”

Celia volvió a sentarse en el banco del piano.

“Me sentí mucho mejor después de descansar un poco. La medicina no tengo que tomarla todos los días. La receta es para las emergencias. Y aunque ayer necesité ayuda, hoy ha sido un buen día”.

Malcolm se sentó a su lado.

“¿Cuándo empezaron los ataques? ¿Puedo preguntártelo?”

“Tuve una depresión postparto. El médico me dijo que era algo hormonal, y si bien el estrés no me ayudó mucho, tampoco fue la única causa…”

Le señaló con el dedo.

“No empieces a culparte”.

Malcolm le agarró el dedo y después toda la mano.

“Es fácil decirlo”.

“Te perdono”

Celia se la apretó con cuidado.

El corazón se le ablandaba sin remedio.

“Y lo digo de verdad”.

“Después de lo que pasó ayer, no sé si creérmelo”

Le dijo él.

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