Buscando recuperarla -
Capítulo 42
Capítulo 42:
Una extraña expectación la había invadido cuando los amigos de Malcolm se habían marchado.
Por fin estaba sola con él…
Al principio se había sentido incómoda rodeada de tanta gente, pero en ese momento los echaba de menos.
Los amigos de Malcolm habían sido un escudo que la protegía… de él.
El mánager se había quedado con ella tras el escenario la noche anterior, en el concierto de Ámsterdam, pero finalmente la había dejado sola.
Malcolm apenas se había comunicado con ella desde su llegada al elegante hotel.
De hecho, parecía haber reculado desde el ataque de pánico que había sufrido en el Sena.
Compartían una suite de dos habitaciones con un salón en común, y en ese momento se estaba duchando.
Esa noche había sudado mucho durante la actuación.
Las luces eran muy fuertes.
Mientras oía el sonido de la ducha en la habitación contigua, preparó una bandejita con comida para mantener las manos y la mente ocupadas.
No quería pensar en él, desnudo bajo el chorro de agua.
Se alisó el minivestido negro que llevaba puesto.
Era de encaje y terminaba justo por encima de la rodilla.
¿Debía cambiarse y ponerse otra cosa?
La vanidad la abandonó en cuanto se quitó los tacones y se aflojó el moño.
Agarró la bandejita y se dirigió hacia el salón.
La habitación tenía más luz que los otros lugares en los que se habían quedado.
La decoración, algo más discreta, era más acorde a su estado de ánimo y gusto personal.
Puso la bandeja sobre una mesita y se acurrucó en el sofá con la taza de té que se había preparado.
Había preparado una tetera con limón y miel para Malcolm.
La puerta de la habitación de él se abrió.
Estaba descalzo.
Llevaba unos vaqueros y una camiseta que se le pegaba a la piel húmeda.
Tenía el cabello mojado.
“He preparado algo de comer, y también he hecho té con limón y miel para tu garganta”.
“Gracias, pero no tienes por qué servirme”
Le dijo él.
Su voz sonaba más circunspecta que nunca.
Entró en el salón.
“Son órdenes directas de tu representante”
Le dijo Celia.
“Tienes que comer y beber algo. Debes cuidarte”.
Explicó ella.
“¿Y qué me dices de ti? ¿Has tenido algún otro mareo hoy?”
Malcolm cortó un pedazo de queso.
“Toma… come queso”.
Celia le rozó la muñeca con los dedos.
Solo era una prueba para saber cómo reaccionaba.
“Estoy bien. Te lo prometo. Tu amigo, el doctor, me ha dado el alta”.
Malcolm arrugó el entrecejo un instante antes de llevarse el queso a la boca.
Echó a caminar por la estancia.
Pasó por delante del piano.
Había una guitarra apoyada contra él.
“Parece que se han hecho muy buenas migas”.
Preguntándose qué quería decir, Celia le sirvió una taza de té humeante.
“¿Qué fue lo que inventó exactamente?”
Malcolm se sentó al otro lado del sofá y tomó el té con reticencia.
“Creó un modelo de diagnóstico por ordenador con la ayuda de Troy. Lo patentaron y han ganado mucho dinero. Rowan podría retirarse ahora si quisiera”.
“Pero él prefiere trabajar en esa clínica en África. Es muy altruista”.
“Puedes unirte al club de fans de Rowan Boothe. Es muy grande ya”.
Celia arqueó una ceja, sorprendida.
“¿No te cae bien?”
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