Buscando recuperarla -
Capítulo 36
Capítulo 36:
“¿Estás enfadada porque te besé en el avión?”
“¿Debería enfadarme porque me has besado sin pedirme permiso? ¿O debería enfadarme por todas esas fotos que han salido en los tabloides y en las revistas? Oh, y no olvidemos los programas de cotilleos de la tele. Estamos… Y cito textualmente: De moda en París”.
Dijo ella de forma muy detallada.
“Entonces es por eso que no quieres hablar conmigo”
Se tocó la sien, justo por debajo de la gorra de béisbol.
“En realidad, eso ya lo tengo superado. Pero la forma en que te burlaste de mí… tocando una canción que escribiste para nosotros cuando estábamos en el instituto”
Celia sintió que la rabia bullía en su interior.
“¿No dijiste que no era más que una canción de amor adolescente? Bueno, lo cierto es que no me sentó nada bien”.
“Maldita sea, Celia”
Le metió un dedo por uno de los ojales del cinturón y tiró de ella.
“No era mi intención”.
“Bueno, ¿Cuál era tu intención entonces?”
Le preguntó Celia.
No era capaz de leer su rostro con esas gafas de sol que llevaba.
Apoyó las palmas de las manos en su pecho para no aterrizar contra él, cuerpo contra cuerpo.
“Maldita sea, solo quería rendirle homenaje a aquello que compartimos cuando éramos adolescentes. No era mi intención glorificarlo, pero tampoco pretendía burlarme”
Le dijo con sinceridad.
“Sí que compartimos algo especial. Y creo que podemos volver a compartirlo de nuevo”.
Celia sintió que el aire se le escapaba de los pulmones.
Le resultaba casi imposible hablar.
El sonido del agua alrededor del barco competía con el de la sangre que le corría por las venas.
Los dedos se le calentaban en su chaqueta.
“Me parece que no transmitiste muy bien el mensaje sobre el escenario, Malcolm”.
“Bueno, déjame recompensarte por ello”
Malcolm apoyó la frente contra la de ella.
El poder de su mirada, azul e intensa, le abrumaba.
“No tienes que hacer nada. Me estás protegiendo de un acosador. En todo caso, soy yo quien te debe algo”
Celia le cerró más la chaqueta.
“Pero eso es todo lo que te debo”.
Malcolm la rodeó con el brazo.
“No quiero que te sientas en deuda conmigo”.
Estaban tan cerca.
Podía besarla en cualquier momento.
Estaban tan cerca de la felicidad.
Celia sentía un extraño cosquilleo en los labios, y cada vez le costaba más recordar por qué era mala idea lo que estaba ocurriendo.
El rugido del agua se hacía cada vez más estridente.
Ya no sabía si lo que oía era agua, o sangre que corría por sus venas.
“Maldita sea la prensa”
Le dijo Malcolm.
“Se echó a un lado y se puso las gafas de sol”.
Los paparazzi corrían por la orilla, cámara en mano.
“…Douglas…”
“Bésala…”
Celia corrió junto a él, rumbo a la cabina del capitán.
“Pensaba que querías que nos besáramos delante de la cámara”.
“He cambiado de idea”
Dijo él, abriendo la puerta.
“Hacerte feliz se ha convertido en una prioridad de repente”.
La hizo entrar en la cabina.
El capitán les miró un instante, sorprendido.
Malcolm le hizo señas para que siguiera adelante.
Elliot Starc tampoco le había instruido en el arte de hacer navegar un barco…
Celia sintió ganas de reír.
Los nervios le estaban jugando una mala pasada.
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