Buscando recuperarla
Capítulo 33

Capítulo 33:

Troy Donovan estaba a su izquierda, y Conrad Hughes a la derecha.

El magnate de los casinos estaba de mejor humor desde que se había reconciliado con su mujer. Troy le dio un golpecito entre los hombros.

“¿Mujeres?”

“Siempre”.

“¿Un consejo? Dale espacio”.

“Pero no mucho”

Dijo Conrad.

“Dale tiempo suficiente para que se calmen los ánimos, sea lo que sea lo que hayas hecho”.

“No puedo permitirme el lujo de darle tiempo, no con…”

“Un acosador”

Troy terminó la frase.

“Muy bien. Tiene guardaespaldas. Estaremos en la habitación de al lado, jugando a las cartas. Mientras tanto, tú les sonríes a los periodistas un rato y volvemos al ático cuanto antes”.

La propuesta era difícil de rechazar.

El paseo en limusina por las calles de París fue una extraña experiencia a esas horas de la noche.

El Arco del Triunfo brillaba en la distancia.

Celia hacía todo lo posible por rehuirle la mirada y los demás trataban de conversar para llenar el incómodo silencio.

Cuando por fin llegaron, las mujeres pasaron a toda prisa por delante de los reporteros y entraron en el hotel.

Malcolm apenas tuvo tiempo de reaccionar. En cuestión de minutos terminó frente a la puerta cerrada de Celia, en la suite del ático.

Se volteó hacia el espacioso salón que conectaba todas las habitaciones.

“Señores”

Dijo, frotándose la barbilla.

Había una fina barba de medio día le arañaba las yemas de los dedos.

“No tienen que quedaros aquí conmigo. Vayan a jugar a las cartas y pedid lo que queráis. Yo invito. Me voy a dormir”.

“Ni hablar”

Dijo Troy.

“No te vamos a dejar solo. Tú tampoco lo harías. El resto del grupo llega en…”

La campanita del ascensor privado de la suite sonó en ese momento.

“¿El resto?”

Las puertas se abrieron.

Dentro había tres hombres.

Todos eran antiguos alumnos de aquel estricto colegio del norte de Carolina, compañeros de la Hermandad Alfa y reclutas de Salvatore en la Interpol.

El primero en salir del ascensor fue Elliot Starc, conductor de Fórmula Uno al que su novia acababa de dejar por ser tan temerario al volante.

Detrás estaba el Doctor Rowan Boothe, reconocido médico que intentaba salvar la vida de miles de huérfanos en África.

El último era el representante de Malcolm, Adam Logan, también conocido como El Tiburón. Hacía cualquier cosa por mantener a sus clientes en las noticias.

Apartándose de la ventana, Malcolm se quitó la chaqueta.

“Vamos a necesitar una mesa más grande”.

El mánager sonrió.

“La comida y la bebida están de camino”

Se sentó en la silla más alejada.

“Va a haber un montón de fans con el corazón roto ahí fuera en cuanto se den cuenta de que lo de Celia no es una simple aventurilla”.

No había forma de engañar a sus compañeros.

Era mejor enfrentarse a sus preguntas directamente… y mentir.

“Logan, no sé de qué me estás hablando”.

Conrad empezó a barajar las cartas.

“En serio, hermano, ¿Vas a ir por ahí?”

Rowan se sentó en una silla.

“Pensaba que ya lo habías superado”

Dijo.

“Es evidente que no”

Dijo Malcolm en un tono tenso.

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