Buscando recuperarla
Capítulo 29

Capítulo 29:

“Cariño, esto no tiene nada que ver con el amor adolescente, pero sí tiene mucho que ver con la pasión adulta. Con las cámaras delante las veinticuatro horas, sería imposible mantener una mentira. Esos fotógrafos se quedarán con el hecho de que te deseo tanto que me duelen los dientes”.

Celia sintió que se atragantaba.

“No sé qué decir”.

Malcolm se detuvo junto a la limusina.

Saludó a la gente de nuevo y entonces volvió a mirarla con ojos de adoración.

Todo era una farsa.

La ayudó a entrar en el vehículo y subió tras ella.

“Celia…”

Se apresuró a decir antes de que subieran Troy y Hillary.

“Antes que mentir al respecto y levantar las sospechas de la prensa, es mejor ser sinceros sobre la atracción que sentimos. Tengo que decirte que… te besaré y te tocaré en público muy a menudo a partir de ahora”.

Celia sintió un hormigueo en el v!entre.

“Pero ya te lo he dicho. No podemos hacer esto. No podemos volver atrás. No voy a meterme en tu cama de nuevo”.

“No importa”

Malcolm le dio un beso en la punta de la nariz.

“Tus ojos hablan por sí solos”

Le dijo en un susurro.

“Las cámaras captarán la verdad”.

Celia apenas podía tomar.

La piel le ardía allí donde él la había tocado, donde la había besado.

“Dímelo, Malcolm. ¿Qué verdad es esa?”

“Cariño, me deseas tanto como te deseo yo a ti”

Extendió un brazo por encima del respaldo del asiento y guardó silencio.

Troy y Hillary acababan de subir al coche.

Hillary sonrió de oreja a oreja.

“Bienvenidos a París, la ciudad del amor”.

Malcolm estaba solo en el balcón del hotel.

La Torre Eiffel estaba justo delante.

Celia y los Donovan ya se habían ido a dormir a sus respectivas habitaciones.

Pero Malcolm no era capaz de encontrar el sueño.

Solía soñar con llevar a Celia a París.

Imaginaba que la llevaba a un concierto y le proponía matrimonio en un sitio con unas vistas como esas.

De repente sintió el peso de unos ojos en la espalda.

Se dio la vuelta bruscamente.

El Coronel John Salvatore estaba en la puerta.

Estaba con su traje gris de siempre y su corbata roja.

El coronel trabajaba en la sede de la Interpol, en Lyon.

“Buenas noches, señor. Podría haber llamado. ¿Alguna novedad?”

Dijo él.

“Nada”

El antiguo director del colegio se paró a su lado.

“He venido a tu concierto. Quería saludarte, Mozart”.

Solían llamarle así en el colegio por todas las horas que pasaba tocando música clásica.

“Le agradezco el refuerzo en la seguridad, Salvatore. Lo digo de verdad. Descansaré mucho más sabiendo que Celia está segura hasta que las autoridades arreglen el problema en casa”

El coronel se aflojó la corbata, se la quitó y se la guardó en el bolsillo.

“¿Seguro que sabes lo que haces?”

Malcolm sacudió la cabeza.

Sus ojos seguían fijos en la Torre Eiffel.

“No. Pero no puedo echarme atrás ahora”.

Comentó.

“¿Tienes algún tipo de venganza personal en contra de ella?”

Preguntó con curiosidad.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar