Buscando recuperarla -
Capítulo 28
Capítulo 28:
Troy casi se atragantó de tos.
“¿Qué pasa ahora, Donovan?”
Le preguntó Malcolm.
“Nunca pensé que vería el día en que le llevarías el bolso a una mujer”.
Celia se lo arrebató de las manos.
“No es un bolso”.
Hizo una pausa.
“Es una bolsa para meter el ordenador y el monedero. Y es mi favorita, de hecho…”
Se detuvo.
“No te estoy ayudando mucho, ¿No, Malcolm?”
“No te preocupes”
Le aseguró él, poniéndole la mano en la espalda.
“Me siento lo bastante seguro de mi masculinidad como para atravesar esa multitud con el bolso de flores en la mano”.
“Una foto, por favor”
Dijo Troy.
“Te pagaré bien”.
Agregó.
Celia les observó con atención.
Bromeaban y reían sin parar de camino a la puerta.
De repente se dio cuenta de que nunca le había visto con amigos, ni siquiera dieciocho años antes.
Por aquel entonces no tenía tiempo para salir y divertirse.
Entre el colegio, el trabajo y las clases de música, no había tenido más remedio que sacrificar la vida social de adolescente para recompensar a su madre por todo lo que había hecho por él.
Se detuvieron junto a la escotilla abierta.
Un frenesí de gritos y alaridos sacudió a la multitud que esperaba fuera.
Todo eso era para él.
Y sin embargo no tenía problema en llevar un bolso femenino.
Malcolm saludó a las chicas, generando una nueva ola de ovaciones.
La agarró de la espalda y le rodeó la cintura con el brazo.
“¿Malcolm?”
Celia se detuvo ante la escotilla y le miró con ojos de confusión.
“¿Qué estás haciendo?”
“Esto”
Le dijo y entonces le dio un beso arrebatador.
Antes de saber muy bien lo que hacía, Celia le puso una mano en el pecho.
La multitud gritó.
Malcolm le acarició el rostro, el cabello.
Por suerte seguía sujetándola de la cintura.
Las rodillas empezaban a fallarle.
La sangre se agolpaba en los oídos.
Estaba retumbando sin parar.
“¿A qué ha venido eso?”
Le preguntó, tratando de no mirar a sus amigos.
¿Era un idiota?
Troy y su esposa estaban justo detrás, riéndose.
Malcolm puso su mano sobre la de ella.
Sus ojos azules la atravesaban.
“Solo me estaba asegurando de que el mundo sepa que eres mía. Cualquiera que quiera hacerte daño, tendrá que vérselas conmigo”.
Comenzó a bajar los peldaños de la escalera, llevándola consigo.
Celia se aferraba a él.
Las piernas todavía le temblaban un poco después de ese beso que le había dado delante de la gente y las cámaras.
Una limusina blanca les esperaba a unos metros de distancia.
“Pensaba que íbamos a ser compañeros de viaje. ¿No fuiste tú el que se burló del amor adolescente cuando íbamos en la limusina?”
Los ojos azul cerúleo de Malcolm la recorrieron de arriba abajo.
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