Buscando recuperarla
Capítulo 13

Capítulo 13:

“¿Te lo ha ofrecido por lo de las amenazas?”

Celia decidió decirle lo de la rosa.

Si no lo hacía, tampoco iba a tardar mucho en enterarse.

“Tienes que venirte a casa conmigo”.

“Malcolm me ha ofrecido la protección de su gente. Supongo que las fans acosadoras y enajenadas pueden llegar a hacerles la competencia a los sicarios más curtidos”.

“Eso tampoco tiene gracia”.

“Lo sé. Me preocupa que tenga razón. Mi presencia te hace vulnerable y pongo a mis alumnos en peligro. Si me voy con él, nos ahorraremos muchos problemas”.

“¿Ese es el único motivo por el que has tomado esta decisión?”

“¿Me estás preguntando si aún siento algo por él?”

“¿Lo sientes?”

“Llevo años sin hablar con él. ¿No me vas a volver a decir que me vaya a casa contigo?”

“En realidad, no. Vete a Europa”

La miró con sus ojos de juez.

“Cierra ese capítulo de tu vida para que dejes de vivir en el limbo de una vez. Me gustaría verte sentar la cabeza antes de morir”.

“Ya la he sentado. Y estoy muy feliz”.

Su padre se puso en pie y suspiró.

Le dio un beso en la cabeza.

“Tomarás la decisión adecuada”.

“Papá…”

“Buenas noches, Celia”

Le dio una palmadita en el brazo y agarró su chaqueta.

“Pon la alarma antes de que me vaya”.

Celia fue tras él, asombrada.

¿Le había entendido bien?

¿Quería que se fuera con Malcolm a Europa?

Tras despedirse de él, cerró la puerta y tecleó el código de seguridad.

De repente oyó un ruido proveniente del pasillo.

El estómago le dio un vuelco.

Se giró rápidamente y agarró una guitarra que estaba apoyada contra una silla.

La levantó como si fuera un bate de béisbol.

Estiró el brazo y alcanzó la alarma en el momento en que una sombra emergía de su dormitorio.

“Tu sistema de seguridad no vale para nada”

Le dijo, sonriendo.

“Me has dado un susto de muerte”

Dijo ella.

“Lo siento”

Malcolm entró en el salón.

El sitio estaba decorado con instrumentos musicales antiguos que se moría por tocar.

“Pensé que te había dejado claro que me preocupa que estés aquí sola”.

“¿Así que entraste en mi casa?”

“Solo para demostrarte lo mala que es tu alarma”.

Había escalado un árbol y se había colado por una ventana en menos de diez minutos.

“Piénsalo. Si alguien como yo, un simple músico, puede entrar en tu casa, ¿Qué me dices de alguien que quiera encontrarte a propósito?”

“Bueno, ya me lo has dejado bien claro”

Señaló la puerta.

“Ahora vete, por favor”.

“Mi código de honor no me deja irme sin más”

Deambuló sin rumbo por el salón.

“A juzgar por la conversación con tu padre, no quieres volverte a casa”.

Dijo él.

“No tienes vergüenza”.

Respondió ella.

“Me da igual, estoy preocupado. Lo he oído todo. E incluso tu padre te ha dado su consentimiento para que vengas conmigo”.

“No necesito el consentimiento de mi padre”.

“Tienes toda la razón”.

Celia le observó con ojos desconfiados y se sentó en una mecedora que estaba junto al piano.

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