Capítulo 675:

Ante la pregunta de Marissa, Sansa, incapaz de decir claramente su rango pero deseosa de preservar su dignidad, soltó: «El presidente tiene en alta estima a mi hija. ¿No te has enterado?».

La mirada de Marissa se desvió hacia el rostro de Ayla. Ayla la miró con expresión malévola.

Aunque el comportamiento de Ayla se había transformado notablemente, volviéndose más fría y reservada, su ambición interior por ascender y dominar a quienes detestaba no había hecho más que intensificarse.

En aquel momento, Ayla ansiaba aplastar a Marissa bajo sus pies, obligándola a suplicar clemencia. Si no fuera por las limitaciones impuestas por estar dentro del Consorcio Peridot, Ayla habría actuado según su impulso.

El día anterior, Ayla había provocado a Marissa, sólo para recibir a cambio una dura lección. Ayla se sentía profundamente agraviada y frustrada por su debilidad, y estaba ansiosa por hacerse más fuerte.

Por eso, Ayla pidió a la científica que le administraba la droga que le aumentara la dosis, con la esperanza de acelerar su transformación física y convertirse en una de las más poderosas.

Sin embargo, el científico le informó de que los superiores habían ordenado la suspensión temporal de todos los experimentos, a la espera de nuevas directrices.

Ayla se quedó perpleja. Dado el intenso interés de Clarissa por el éxito de estos experimentos, la abrupta interrupción parecía inexplicable.

Ayla acudió hoy al Consorcio Peridot tanto para cumplir las órdenes como para pedir una aclaración personal a Clarissa.

La medicación de Ayla no podía interrumpirse. Sin inyecciones regulares, su síndrome de abstinencia sería más grave que el de un drogadicto. Si se interrumpían todos los experimentos, no sabía qué hacer a continuación.

Marissa observó a Ayla en silencio. Aunque no podía descifrar los pensamientos de Ayla, la agitación de sus ojos era evidente.

En ese momento sonó el teléfono de Marissa. Miró la pantalla y vio un mensaje de Ferris.

«Riss, ya están los resultados del análisis de sangre de Ayla».

Tras el mensaje de texto, Ferris transmitió una imagen de un informe de análisis de laboratorio. Marissa abrió la imagen con impaciencia y, al ver el texto, se quedó tan sorprendida que le pareció que había sufrido un terremoto de magnitud diez… o algo aún más estremecedor.

Ferris había identificado más de cien virus en el torrente sanguíneo de Ayla. Mientras que algunos de estos virus eran relativamente comunes, otros eran extremadamente raros.

Estos virus se habían fusionado mediante técnicas médicas especializadas para crear un nuevo virus híbrido.

Un individuo normal expuesto a un solo virus común podría enfermar fácilmente. Si no se trataba rápidamente, podía ser mortal, como un resfriado común.

La exposición a uno de los virus raros altamente tóxicos probablemente no podría tratarse y provocaría la muerte.

El nuevo virus híbrido, compuesto por más de cien virus distintos, era insufrible para una persona normal. Era inconcebible cuántos sujetos de prueba podría haber acabado Clarissa durante sus experimentos.

Marissa comprendió por fin por qué Clarissa tenía en tan alta estima a Ayla. Clarissa le había dado a Sansa sustanciosas recompensas económicas, y cuando Sansa hacía alarde de su conexión con Clarissa y desobedecía sus órdenes, Clarissa no la castigaba.

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